CICLISTA SALVADOREÑO RECORRE EEUU PARA PEDIR UNA REFORMA MIGRATORIA

El salvadoreño Mario Castellón Leiva llegó a Nueva York, como parte de su recorrido ciclístico por 32 estados en EEUU, en favor de una reforma migratoria y pedir un alto a las deportaciones de inmigrantes que separan a familias.

Castellón Leiva ha perdido peso, dormido debajo de puentes, soportado las inclemencias del tiempo y la soledad desde que salió, con un presupuesto limitado, de la colonia Milagro de la Paz en El Salvador, el pasado 31 de mayo, con su cometido de llamar la atención en favor de los inmigrantes indocumentados.

“He perdido mucho peso. El desgaste es que a veces tengo que dormir en lugares fríos y como mis recursos no son suficientes he establecido un presupuesto del cual no me puedo pasar y si lo hago, sufro porque sacrifico el salario que no tengo”, señaló hoy a Efe, pero acto seguido aseguró que el sacrificio ha valido la pena.

El salvadoreño, que tiene estatus de residente de este país desde 1997 y que vive en Dallas (Texas), dijo que la idea surgió luego de haber visto en la televisión a un niño que lloraba porque sus padres serían deportados a México, tras haber sido detenidos en una redada en una fábrica.

“De repente salió en la televisión un niño llorando diciendo que quién iba a hacer algo por ellos. Me rompió mi corazón”, comentó Castellón Leiva, quien tuvo la idea de hacer un peregrinaje en bicicleta para llamar la atención sobre lo que había visto.

“Pedí permiso en mi trabajo pero me dijeron que no porque serían cinco meses, que era mucho, entonces renuncié”, recordó el salvadoreño, delgado, de estatura mediana, que vestía ropa negra de ciclismo, casco, que como único equipaje lleva una mochila con poca carga, y que en su bicicleta azul porta las banderas de su país y EEUU.

Él próximo paso fue llamar a su madre y esposa en El Salvador, a quienes explicó que ya no estaba trabajando, que pensaba hacer algo por mucha gente, que no les iba a ayudar económicamente y que iba a usar sus ahorros para este recorrido.

“Ellas me apoyaron y fueron pocos los días para revisar mi bicicleta”, antes de viajar a su país para comenzar la travesía, al final de la cual habrá recorrido unas 21,000 millas, señaló y explicó que lo hizo en bicicleta porque ha practicado ese deporte desde que tenía trece años.

Incluso, recordó, que emigró a este país como indocumentado en una bicicleta.

“Empecé el recorrido en El Salvador hasta acá trayendo el mensaje a los países de Centroamérica que hagan algo por estos niños, que no pasen más desintegración de las familias por la deportación”, indicó el ciclista de 39 años, que ya recorrió Guatemala, México, Houston y Dallas en Texas, de ahí a Luisiana, Misisipi, Alabama, Georgia, Florida, Carolina del Sur y del Norte, Virginia, donde el concejal salvadoreño de Arlington Walter Tejada le entregó una placa en reconocimiento a su causa, y Washington D.C.

También atravesó Pensilvania y Nueva Jersey para llegar el pasado domingo al condado neoyorquino de Manhattan, de donde se dirigió a Long Island, el hogar de la comunidad salvadoreña en este estado.

Allí, organizaciones comunitarias le rendirán homenaje partirá con rumbo a Chicago y California, de donde finalmente volverá a su hogar en Texas con la tarea de buscar empleo, aunque complacido por haber puesto su grano de arena en apoyo a los miles de indocumentados.

Aseguró que es muy poco lo que ha descansado porque tiene la meta de 110 millas diarias a cien millas.

“Cuando no tengo hambre lo que hago es comprar algo en una tienda y luego como a orillas de la carretera, a veces de pie, y de ahí continúo porque el mensaje no espera y es lo que quiero, llevarlo pronto a los medios” de comunicación, de los que dijo ha recibido apoyo, así como de los latinos que ha encontrado a su paso.

Castellón Leiva manifestó su esperanza de políticos lean los periódicos y le llegue el mensaje “para que hagan algo”.

De su experiencia dijo que lo más triste fue ver, al pasar puestos de inmigración, “personas (inmigrantes) muriéndose, deshidratadas y no poder hacer nada. Me parte el alma ver a mi gente” en esas condiciones.

En Guatemala, recordó, dos policías quisieron quitarle su dinero pero cuando vieron los recortes de periódico que hablan de su historia, y que lleva en su mochila, le dejaron ir. En su mochila lleva además fotos de los lugares que ha recorrido.

Pero, agregó, también tiene la satisfacción del cariño con el que le han recibido donde se ha detenido y en especial, a un niño en Carolina del Norte que le agradeció lo que hace.

“Se me acercó y me dice ‘gracias porque en usted hay una esperanza de que a mis padres no los manden para México’ y eso me da tanta fuerza” para continuar, señaló.

“Si me piden que lo vuelva a hacer, lo haría”, aseguró. VN

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