CÉSAR CHÁVEZ SIGUE INSPIRANDO A LUCHAR POR LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

El pasado 19 de abril, el recuerdo de un trabajador campesino atrajo a miles a la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles para celebrar su lucha por la justicia y su legado.

César Chávez, amigo del senador Bobby Kennedy, seguidor de Martin Luther King Jr. y ferviente católico, comprometido en remediar los males sociales, murió en 1993 después de pasar toda la vida formando un sindicato y dirigiendo campañas de derechos civiles para proteger a los trabajadores migrantes.

El Arzobispo José Gomez celebró una misa en memoria de César E. Chávez, la cual marcó el 22 aniversario de su fallecimiento. Su hijo Paul Chávez, y el presidente de la Unión de Campesinos (UFW), Arturo Rodríguez, estuvieron allí presente.

Durante la primera mitad del siglo 20, los trabajadores campesinos enfrentaron un sinnúmero de abusos. Sus hijos estaban desnutridos y obligados a trabajar por una paga mínima. El promedio de la expectativa de vida de los campesinos se estimaba en 20 años menos que la del resto de la población estadounidense.

Las condiciones inhumanas de vida, escuelas con un nivel educativo inferior -si es que había escuelas – y el acoso sexual contra las trabajadoras no fueron denunciados y pasaron desapercibidos ante las autoridades.

La filosofía de César era simple y eficaz: Una persona maltratada necesita valerse por sí misma en forma pacífica e inquebrantable. Él aprendió esto de su madre Juana, que siempre fue la primera en unirse a los trabajadores en sus huelgas.

La familia Chávez trabajaba largas jornadas y apenas podía salir adelante, pero no importaba el costo, Juana creía en que hay que reafirmar la dignidad humana.

En el funeral de su madre, Chávez recordó que una vez su mamá se dio cuenta de que un contratista usaba su rodilla para alterar el peso de la balanza mientras pesaba las cosechas del día. Lo hacía de tal manera que el trabajador no podía ver que su costal pesaba 100 libras, en lugar de 80 como registraba la balanza.

Su madre le llamó la atención al contratista, denunciándolo ante el resto de los trabajadores. Enfurecido despidió de inmediato a toda la familia Chávez, pero César recordó que su madre no se asustó. Ella afirmó que había una diferencia entre “estar al servicio y ser un siervo”.

Juana también le enseñó a sus seis hijos a ayudar a los más pobres. Incluso durante la Gran Depresión, cuando la familia Chávez vivía en una tienda de campaña, Juana envió a César y a su hermano Richard a los alrededores del ferrocarril para que trajeran a los indigentes a comer con ellos.

Su madre le decía a la familia: “Siempre tienes que ayudar a los necesitados, y Dios te ayudará”.

Durante la misa, el Arzobispo Gomez dijo que Chávez tenía una profunda devoción a la Virgen de Guadalupe y vivió las Bienaventuranzas. “Él luchó por justicia para su pueblo – usando las armas espirituales de la oración, el ayuno y sacrificio. Y siempre insistió a la no violencia”.
El Arzobispo añadió que la misión de César fue de suprema importancia, diciendo, “Justicia para los inmigrantes es uno de los grandes temas de derechos humanos de nuestro tiempo”.

Las enseñanzas sociales católicas tuvieron una gran influencia en César Chávez. El padre Donald McDonnell, un párroco de San José, le enseñó al activista sobre Gandhi y San Francisco. Chávez y el sacerdote también discutieron las encíclicas papales sobre la justicia social, que trata de los derechos de los trabajadores y los beneficios de los sindicatos. VN

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