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¡CAMINEMOS Y OREMOS TODOS JUNTOS, “HACIENDO SAGRADOS” NUESTROS YA NUMEROSOS SACRIFICIOS!

Mensaje de Cuaresma

De acuerdo con el calendario, el Miércoles de Ceniza se celebra esta semana y con esto damos comienzo a otra Cuaresma.

Sin embargo este año es la excepción.

En realidad, la Cuaresma, para miles de familias a través de la Arquidiócesis, comenzó en el 2007 y hemos estado en una larga y prolongada temporada cuaresmal desde entonces. ¿En qué sentido? Cada año, el tiempo de Cuaresma nos llama a repensar más profundamente nuestras vidas con Dios, a reorganizar nuestras prioridades personales según el Evangelio, y a aumentar nuestro sacrificio personal en la vida diaria.

Con el continuo derrumbamiento de la economía día a día, la eliminación de millones de trabajos, las personas sin la capacidad de hacer sus pagos inmobiliarios, perdiendo sus casas, y muchos viviendo con el miedo de qué traerá el amanecer, hemos estado verdaderamente viviendo en una larga jornada cuaresmal durante estos dos últimos años. Estas increíbles dificultades han puesto un gran peso sobre nuestras familias: los padres siempre temerosos de que no podrán proveer a sus niños, la imprevisible calamidad financiera que está al acecho en cada esquina, la tremenda sensación de estar a sólo un cheque de distancia de un completo desastre económico.

En años pasados cuando la vida y nuestra seguridad económica eran mucho más fiables, la Cuaresma significaba que podríamos elegir cuáles serían los sacrificios que, en especial, emprenderíamos en este tiempo de seis semanas, hasta el Domingo de Pascua. Y la vida regresaría a su curso normal.

Pero ahora estamos ante una nueva realidad: no estamos escogiendo nuestros sacrificios; este año, ellos ya nos han escogido a nosotros. Y no sólo por seis semanas; han sido nuestra carga por más de 75 semanas y no vemos un alivio a la vista.

Esta realidad hace a la Cuaresma de 2009 única y nos da la oportunidad de comenzarla con un espíritu nuevo y vivificador. La mayoría de católicos en nuestra Arquidiócesis no necesitan seleccionar una forma especial de sacrificio esta Cuaresma; ya tienen su buena parte. ¿Entonces, qué es lo que haremos diferente este año?

Déjenme sugerir que recordemos el origen de la palabra “sacrificio”. Viene de dos palabras en latín: sacrum y facere, lo que significa “hacer sagrado”. Un sacrificio, entonces, es aceptar una continua o nueva realidad, generalmente onerosa, convirtiendo esa realidad en algo sagrado, en una fuente de amor y de gracia de Dios.

Personalmente, esta Cuaresma significa para mí aceptar estas nuevas y pesadas cargas, todas las dificultades e inesperadas penas con las que me enfrento en mi camino de la vida y de la fe. No puedo hacer como si estas difíciles cargas no existieran, ni puedo tratar de escabullirme de ellas y seguir adelante; con esto no lograría nada. Lo que debo hacer es reconocerlas, aceptarlas, estar convencido de que no puedo cargarlas solo, y “hacer sagrado” todo lo que me rodee.

En el Miércoles de Ceniza, cuando el sacerdote coloque las cenizas en nuestra frente, dirá: “arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Este año, esas palabras tienen un significado mucho más profundo para mí. “Arrepiéntete” significará poner a un lado mi orgullo y mi espíritu de autosuficiencia, y reconocer que el único camino en la vida es aceptar humildemente lo que me rodea, reconociendo cada vez más profundamente que Dios está mucho más presente a mí cuando estoy en medio del desamparo y de la debilidad que cuando hay pocos desafíos.

“Cree en el Evangelio” significará escuchar diariamente cada Evangelio de la Cuaresma, entrar en las muchas realidades con que se enfrentó Jesús, caminar a su lado cuando se enfrenta a la oposición, al rechazo, y al aparente abandono. Quiere decir que camino con el Hijo de Dios escuchando y observando cómo Él se encara con lo que hay en su camino –y dándome cuenta de que Él me acompaña a encararme ante las dificultades en mi propio camino.

Pero hay aún más. Jesús nunca camina solo conmigo; Él camina con todos nosotros como familia, como comunidad: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” [Mt. 18:20].

En cada día de esta Cuaresma de 2009, me propongo ofrecer mis oraciones y sacrificios diarios por un grupo especial de condiscípulos de Jesús: aquéllos sin trabajo, familias que han perdido sus hogares, padres que temen no tener suficiente dinero para sus hijos, los muchos que han perdido el seguro médico, los jubilados que han sufrido severas pérdidas en sus fondos de retiro, y todos los que están aterrados ante cada amanecer.

¡Caminemos y oremos todos juntos durante estas próximas seis semanas, “haciendo sagrados” nuestros ya numerosos sacrificios! VN

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