CALIFORNIA RECUERDA LEGADO DEL ARZOBISPO SALVADOREÑO ÓSCAR ARNULFO ROMERO

A 30 años de su asesinato, diversos sectores destacan el legado del fallecido arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero entre la comunidad inmigrante, especialmente centroamericana, radicada en el sur de California.

“Monseñor Romero fue un defensor de los oprimidos quien decía que la iglesia siempre debe de estar del lado del pobre”, dijo a Efe el salvadoreño Antonio Arteaga, encargado del proyecto Guadalupano de refugio a inmigrantes de la iglesia Misión Dolores del este de Los Ángeles.

“Y el legado de él es que con los refugiados que llegaron a Estados Unidos vinieron sus enseñanzas de entrega por el bienestar de los demás y sus palabras nos motivan a seguir adelante en la lucha en este país”, aseguró.

El 24 de marzo de 1980 el arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero y Galdámez fue blanco de un atentado mortal por parte de un francotirador de derecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital para enfermos de cáncer La Divina Providencia de la capital salvadoreña.

Arteaga, quien hace tres décadas era asistente de camarógrafo del noticiero Teleprensa de El Salvador, cuenta que con lágrimas en los ojos cubrió la noticia cuando el líder católico yacía sin vida.

“Después de su muerte decidí venirme (a EE.UU.) con un hermano, porque el peligro aumentó y a mí junto a seis amigos más nos desaparecieron tres días en las cárceles de la Policía Nacional”, recordó Arteaga quien en Los Ángeles organiza actividades para recordar los 30 años del martirio del arzobispo salvadoreño.

Arteaga explicó que en la parroquia Misión Dolores, de la orden Jesuita, hay una dedicación particular en recordar la memoria de Romero, cuya causa de santificación es estudiada por el Vaticano, debido a que los sacerdotes viajaban durante la guerra civil salvadoreña a realizar trabajo pastoral con los refugiados.

El templo en el este de Los Ángeles como parte del proyecto santuario también fue refugio para centroamericanos en la década de los ochenta.

Romero denunciaba en las homilías las atrocidades del régimen militar salvadoreño y diversos analistas aseguran que sus discursos dejaron de ser conservadores a partir del 12 de marzo de 1977 el día en que en la carretera al pueblo El Paisnal fue ametrallado el sacerdote Rutilio Grande.

En Los Ángeles, Ana Grande, sobrina “del amigo del alma” de Romero dijo a Efe que su padre -quien era miembro de la Guardia Nacional- decidió refugiarse en EE.UU. después del asesinato de Grande “porque tuvo miedo de que a él le hubieran ordenado también ir a ametrallar sacerdotes”.

“En la comunidad salvadoreña el legado de Monseñor Romero se manifiesta en un sentir de orgullo y de esperanzas para mantenerse en la lucha por un futuro mejor”, describió.

En la parroquia San Alberto Magno, de la localidad Rancho Domínguez, el pastor asociado Cristóbal Guardado dijo a Efe que en toda Norteamérica donde han emigrado salvadoreños la imagen de Romero es como la del papá espiritual que ayuda a que la gente no viva con un sentimiento de orfandad.

“Monseñor Romero es el salvadoreño más universal y dejó un legado de enseñanzas para todo el mundo, no sólo para los feligreses, porque el también dibujó cual tiene que ser el papel del arzobispo como pastor, que no tiene que ser sólo un administrador de las cosas económicas de una arquidiócesis”, aseguró Guardado.

“Por eso los salvadoreños se sienten contentos cuando van a alguna parroquia y se dan cuenta que a monseñor Romero lo toman en cuenta y eso los mantiene vivos en la fe aquí en EE.UU.”, sostuvo.

Por su parte, Walter Durán, cónsul general de El Salvador en Los Ángeles dijo a Efe que las enseñanzas transmitidas por el arzobispo son “su martirio y su espíritu de sacrificio por la lucha social”.

“El mensaje de monseñor Romero es que todos debemos de ofrecer de nuestro sacrificio para contribuir al bienestar de nuestras familias y al engrandecimiento de nuestro país”, finalizó. VN

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