LA FAMILIA ES NUESTRO FUTURO

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles

Escribo esto al terminar de celebrar la Misa del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, en la que hemos escuchado el hermoso relato evangélico de las Bodas de Cana.

No creo que sea casualidad que el primer evento público al que Jesús haya asistido después de su Bautismo fuera una boda.

En Cana, Jesús santifica la antigua institución natural del matrimonio, elevando su dignidad y mostrándonos qué es lo que Dios ha querido para el matrimonio desde el principio. El matrimonio es mucho más que una unión civil. Jesús manifiesta que Dios quiere que sea un “Sacramento”, un signo de su presencia y su plan para el mundo.

La historia de la salvación es una “historia de familia”.

En las primeras páginas de la Biblia, leemos sobre el matrimonio de Adán y Eva cuando el mundo fue creado. Y en las páginas finales, escuchamos la promesa de Dios de la nueva creación en las “bodas” de Jesucristo y su Iglesia.

Desde el principio hasta el final de la historia, Dios crea – para todos los pueblos de la tierra – una sola familia. La familia de Dios. Su Iglesia católica.

Como saben, el fortalecimiento del matrimonio y de la familia es una de mis cinco prioridades pastorales para la Arquidiócesis. Esta es una de las grandes necesidades en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia en este momento.

No es una exageración decir que tenemos una crisis de la familia. Solo tenemos que mirar las estadísticas: casi la mitad de los niños nacidos hoy en nuestro país nacen de una madre que no está casada. O podemos señalar el hecho de que la definición de matrimonio sea ahora un “problema” político que las cortes, las legislaturas y grupos de interés estén tratando de resolver.

Algunos especialistas están usando los términos “post-familiar” y “familias que elegimos” para describir las actitudes de hoy en día. Más personas viven como si el matrimonio y la familia no fueran dones de Dios, sino simplemente acuerdos que ellos mismos hacen con las personas con las que escogen convivir.

La Iglesia – es decir, cada uno de nosotros – debe guiar la renovación y restauración de esta institución natural y sagrada en nuestra sociedad.

Como católicos, somos “guardianes” del plan que Dios tiene para la familia en la historia. Y sabemos que en su plan, la familia es el lugar donde podemos encontrar la felicidad y el amor que Él quiere para nosotros.

Hay muchas cosas que podemos hacer – como individuos y en nuestras parroquias y comunidades – para reconstruir la “cultura de la familia”.

Necesitamos estudiar y tratar de entender las fuerzas – económicas, políticas y culturales – que están debilitando el matrimonio y la familia. Necesitamos estudiar alternativas y abogar por más políticas “favorables a la familia”, que faciliten a los hombres y mujeres de hoy mantener sus familias unidas.

Pero mucho de lo que se necesita hacer debe venir de nosotros: de nuestro apoyo y de nuestro ejemplo.

En este Año de la Fe, examinemos lo que podemos hacer como individuos y como parroquias. ¿Qué podemos hacer para ayudar a las familias donde ambos padres trabajan? ¿Qué podemos hacer para ayudar a las madres solteras?

Las pequeñas obras de amor y amistad pueden significar mucho.

Los mejores apóstoles del matrimonio y la familia siempre serán los mismos esposos. ¡Comiencen donde están, hermanos y hermanas! Traten de ampliar sus círculos de amistad y cuidado mutuo hacia otras parejas y familias en sus parroquias y comunidades.

Quizás puedan considerar la posibilidad de formar pequeños grupos de parejas para estudiar la Biblia, el Catecismo o algún libro espiritual. O tal vez puedan organizar actividades voluntarias para apoyar algún centro para mujeres embarazadas en crisis u otra agencia que sirva a niños y familias necesitadas.

La familia es nuestro futuro – como Iglesia y como sociedad.

Oremos los unos por los otros esta semana, especialmente por los matrimonios y por los padres de familia y sus hijos.

Y pidámosle a Nuestra Santísima Madre María, quien es nuestra madre, que ayude a todas las familias a permanecer fieles en el amor.

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