El intento de repatriar a México a un indocumentado en estado de coma ha provocado una polémica sobre una práctica poco conocida en hospitales de EE.UU: tratan supuestamente de deshacerse de enfermos extranjeros sin seguro médico.

Francisco Napoleón, de 30 años, estuvo a punto de ser trasladado a un hospital de Acapulco a instancias del Centro Médico de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC) donde se encuentra internado desde hace un mes.

Napoleón sufrió el 17 de julio pasado un derrame cerebral y fue atendido en primera instancia en un hospital de los suburbios, antes de ser trasladado a Chicago.

En el hospital de la UIC, según un comunicado del nosocomio, se diagnosticó que se trataba de una “severa hemorragia cerebral causada probablemente por una malformación de la vena arterial”.

El hospital concluyó que el paciente debía ser transferido a un centro especializado, porque UIC “no tiene la capacidad, ni es su propósito servir como un centro de cuidados a largo plazo”.

Napoleón, casado y con dos hijos pequeños, es indocumentado y carece de seguro médico, por lo que su esposa María habría cedido a presiones del hospital para que fuera atendido en su país de origen.

Sin embargo, el caso llegó a conocimiento del Consulado General de México en Chicago y organizaciones latinas, que se movilizaron para evitar la repatriación que algunos activistas calificaron de “intento de deportación”.

En el comunicado, el hospital afirmó que no estaba deportando al paciente.

“Es claro que intentan deshacerse de un problema económico, como en muchos otros casos en todo el país”, dijo la cónsul de protección de México, Ioana Navarrete.

Según la funcionaria diplomática, el hospital no tenía el consentimiento de la familia para realizar el traslado y tampoco cumplió con leyes federales que lo obligan a asegurarse que el paciente recibirá el tratamiento adecuado.

“No siguieron los procedimientos para la repatriación, y el hospital de Acapulco ni siquiera sabía que no existía el consentimiento familiar”, sostuvo.

Los gastos serían asumidos por el hospital de Chicago, pero el traslado fue suspendido.

La cónsul dijo que Napoleón es oriundo de Chipancingo, Guerrero, donde el único familiar que le queda es su padre de 82 años, quien no estaría en condiciones de trasladarse a Acapulco para cuidarlo.

La esposa de Napoleón y su hermana Socorro son representadas por abogados que trabajan como consultores de los consulados de México en Florida e Illinois.

Uno de ellos, John de León, escribió una carta al director del hospital de la UIC advirtiéndole de la situación y de que la defensa del enfermo será llevada a la corte.

El primer paso de la acción legal, según informó Navarrete, será nombrar un tutor para Napoleón, dado que su esposa y hermana tienen opiniones divididas sobre el futuro del enfermo.

La cónsul dijo que Napoleón no tiene muerte cerebral y necesitaría rehabilitación de muy largo plazo.

Para ello sería responsabilidad del hospital de UIC encontrar un hospicio que brinde esa atención al enfermo en Chicago, “sin importar los papeles”, afirmó.

“Es importante que no se permita a los hospitales deshacerse de pacientes a nivel internacional, cuando no lo pueden hacer a nivel local”, dijo por su parte James Geraghty, otro de los abogados contratados por el consulado.

El caso ganó la atención de la prensa en general, donde se publicó que con la excepción de mujeres embarazadas, algunos niños y personas con emergencias médicas, los indocumentados no tienen derecho a la atención médica gratuita en EE.UU.

Inclusive, la rehabilitación de largo plazo requerida para Napoleón no es garantizada siquiera a los ciudadanos y residentes legales, con excepción de los muy pobres.

La abogada Doreena Wong, consultada por el diario “Chicago Tribune”, dijo que los hospitales están obligados a estabilizar a cualquier paciente en emergencia, sin importar su nacionalidad o falta de seguro médico.

Sin embargo, los hospicios de Chicago por lo general no atienden a indocumentados sin seguro o medios para pagar, agregó. VN

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