FIESTA DE FE, UNIDAD Y TRADICIÓN EN HONOR A LA GUADALUPANA

 

Bajo el lema ‘María Madre de Misericordia’, miles de feligreses celebran los 84 años de Misa y procesión en el Este de Los Ángeles

Por ALICIA MORANDI

La devoción a la Virgen de Guadalupe no tiene horario. A pesar de que la Santa Misa en su honor comenzaría a las 1:30 de la tarde de un domingo 6 de diciembre, ya desde las 6 de la mañana alrededor de 40 jovencitos, junto a Monseñor John Moretta, pastor de la Iglesia Resurrección, y otros organizadores, ocuparon el Estadio del Colegio del Este de Los Ángeles para decorar, probar el sonido y ensayar una pequeña obra de teatro. Antes de la Misa, el grupo juvenil “Campeones de la fe”, de la Iglesia Resurrección, representaría una aparición moderna de la Virgen ante un grupo de inmigrantes de Los Ángeles.

En esa cálida mañana todo tenía que salir bien en esta celebración que por 84 años consecutivos ha unido en oración, música y danzas a los devotos de la “Emperatriz de las Américas”, símbolo de fe, unidad y misericordia.

“Esta es una gran fiesta para todos los guadalupanos que siguen la tradición heredada de los Cristeros, un grupo de católicos que en México sufrieron persecución religiosa y tuvieron que huir a Los Ángeles. Aquí comenzaron con esta procesión y Misa a la Madre de Dios”, dijo Monseñor Moretta, líder de “Guadalupanos Unidos” y “Guadalupe Comité 15” de la Arquidiócesis de Los Ángeles, quienes organizan este magno homenaje que en 2015 lleva como lema “María Madre de Misericordia”.

 

En los alrededores del estadio también había mucho movimiento. Vendedores de comida y productos alusivos a la Virgen de Guadalupe levantaban sus puestos con un derroche de energía. Entre ellos, las Hermanas clarisas capuchinas que llegaron desde el Distrito Federal a Los Ángeles a celebrar a la Guadalupana, y a ofrecer sus manualidades y alimentos típicos mexicanos como gorditas, chorriadas y chiles en vinagre que ellas mismas elaboran, y cuya venta les ayuda a comprar medicinas, comida y pagar las contribuciones al gobierno, según expresó Sor María.

Mientras tanto, a una milla del lugar y en pleno corazón del Este de Los Ángeles, muchos también se adelantaban al inicio de la Procesión, la más antigua que se realiza en Los Ángeles. Decenas de carros alegóricos se acomodaban sobre la calle Ford, a la salida de la autopista 710, aguardando el momento de partir.

 

La procesión es una expresión de fe

 

La Procesión que antecede a la Misa comenzaría a las 11:00 de la mañana, pero desde la tarde del día anterior ya se habían estacionado los primeros carros alegóricos, asegurándose el lugar de ser los primeros de la larga fila. Varios de sus conductores allí pasaron la noche.

Los carros alegóricos muestran la belleza del amor mariano. Feligreses de más de treinta parroquias se esmeraron para que su carro alegórico representara lo mejor posible el amor por “La Morenita”. Y con suerte, quizás, hasta poder llevarse uno de los tres premios en productos tecnológicos de Sprint para uso de su Iglesia.

Finalmente el primer premio fue para la Parroquia Our Lady of Lourdes; el segundo para Nuestra Señora de Talpa, y el tercero para San Felipe.

“Yo llegué a las 10 de la noche del sábado y aquí me quedé. La Virgen siempre nos ayuda, ¡cómo no estar presente!”, dijo Moisés Fonseca, de la parroquia Nuestra Señora de Talpa, quien hace 15 años que participa en esta peregrinación.

Muy cerca estaba el carro de “Guadalupanos de María Auxiliadora” de la Parroquia Santa Odilia, en Lincoln Heights, decorado por los niños que están en clases de catecismo y sus padres. “Empezamos con 20 hace 4 años, y ahora somos 120 involucrados en este evento”, dijo con orgullo el catequista Alex Coronado, quien junto a la también catequista Claudia Rivas, un año antes comienzan los preparativos con la ayuda de los feligreses.

“Somos de un vecindario con mucha violencia, y esto aleja a nuestros niños de las calles, y nos une en nuestra fe. La principal enseñanza que les damos es lo que significa ‘ser guadalupano/a’, porque esto trae un mensaje de paz ante cualquier conflicto”.

Pocos antes de las 11:00, en la intersección de la calle Ford y la Avenida César Chávez, niños, jóvenes y adultos ya se habían acomodado juiciosamente para desfilar entre danzantes matachines, bandas musicales, boys scouts, estudiantes de escuelas católicas, grupos ecuestres y los Caballeros de Colón, quienes dan cierta solemnidad a esa vorágine de color en la que cada año se convierte la procesión.

 

El Arzobispo José H. Gomez, el Obispo Auxiliar David O’Connell y otros líderes religiosos caminaron acompañando al pueblo católico de los Condados de Los Ángeles, Santa Bárbara y Ventura. Delante de ellos cuatro hombres cargaban la réplica original de Nuestra Señora María de Guadalupe, la Imagen Peregrina que desde octubre ha estado recorriendo más de 20 parroquias del Sur de California y algunos centros de detención.

 

Marcando el paso al toque de maracas y “guajes”, desfilaban los Danzantes de la Parroquia de Santo Tomás El Apóstol, Danzantes de Santa Lucía, Danza azteca Tonatzú de la Parroquia Nuestra Señora de Loretto, Danza de matachines de San Matías en Huntington Park, Danza San Alfonso de la Parroquia María Auxiliadora, Danza Guadalupana de Oxnard, y los matachines de la Iglesia del Sagrado Corazón, entre otros.

 

Un gran santuario mariano

 

La procesión finalizó en el Estadio del Colegio del Este de Los Ángeles en Monterey Park, donde feligreses que no habían podido realizar la caminata aguardaban en las bancas.

 

Cantando “La Guadalupana”, coros de las iglesias y el público recibieron a la procesión, y los danzantes y bandas musicales se fueron acomodando en la pista. La Banda Nueva Estrella llegó con el Arzobispo Gomez, mientras algunos espectadores ondeaban banderas de México con la imagen de la Virgen.

Allí estaba el Cardenal Roger Mahony junto a sacerdotes y diáconos. El padre franciscano Armando López dio el primer mensaje agradeciendo “a nuestra Madre Santísima por su presencia entre nosotros y por cubrirnos con su manto”. Y puntualizó que “este estadio se convierte en un santuario maravilloso para honrarla”.

Cuando la Imagen Peregrina entró al estadio se soltaron palomas blancas que volaron dibujando figuras en el cielo. Y mientras se cantaba “Las Mañanitas” a la Virgen, los líderes religiosos escoltados por los Caballeros de Colón se fueron acomodando en una esquina del estadio. De este modo el Arzobispo Gomez comenzó la celebración de la Santa Misa.

“Nos reunimos para honrar a la Santísima Virgen, y este año como ‘Madre de la misericordia’”, dijo en su homilía. “Hoy venimos para pedirle por nuestros hermanos y hermanas de San Bernardino. Oremos por las familias de las víctimas y por la sanación de los heridos. Le pedimos a la Virgen por la conversión de los corazones de aquellos consumidos por el odio. Renovemos nuestra petición por la paz del mundo, de nuestra sociedad y nuestra familia”.

 

La musicalización de la misa estuvo a cargo de varios grupos mariachi que entre sus temas entonaron “Buenos días, Paloma Blanca”, y al momento de la Comunión, “La Guadalupana”.

 

“Durante el Año de la Misericordia tratemos de caminar más cerca de Dios en un sendero de ‘ida y vuelta’, recibiendo Su misericordia y mostrando misericordia por el prójimo”, y el Arzobispo agregó que el Papa Francisco eligió este día para comenzar el Año de Misericordia, “porque la Virgen de Guadalupe es la Madre de la misericordia”.

Explicó que el Adviento, o sea, la preparación para la Navidad, es un momento “para regresar al hogar por el camino de Dios, que es de misericordia y perdón”.

“Dios quiere que cada uno de nosotros cambiemos y tengamos una conversión. Tenemos que ser más comprensivos con los demás… tenemos que aprender a perdonar…Pidamos a nuestra Madre de Guadalupe que nos guíe para encontrar a Jesús en nuestros corazones”.

La Santa Misa finalizó con la entusiasta proclamación del Arzobispo Gomez: “¡Que viva la Virgen de Guadalupe, que viva San Juan Diego, que viva San Junípero Serra, que viva el Papa Francisco!” VN