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¿QUÉ TIENE DE MALO EL SUICIDIO ASISTIDO?

Los argumentos de los proponentes para la legalización del suicidio asistido

La libertad personal: Si creemos en la libertad individual y en la libertad personal, ¿por qué es que no tendríamos que determinar el momento y la manera en que se lleve a cabo nuestra propia muerte?

El control del dolor: Si consideramos que es humanitario terminar la vida de nuestras queridas mascotas cuando se enferman a un grado que no pueden curarse, o que tienen demasiada edad para disfrutar la vida, ¿por qué tendríamos que “hacer sufrir a las personas” cuando se encuentran en condiciones similares?

Como católicos, es importante que estemos informados sobre el asunto del “suicidio asistido”, para que podamos formar bien nuestra propia conciencia y articular la postura de nuestra Iglesia claramente.

La enseñanza católica sobre la libertad personal

El Papa Juan Pablo II escribe en su encíclica de 1995, Evangelium Vitae:

“… Es cada vez más fuerte la tentación de la eutanasia, esto es, adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin ‘dulcemente’ a la propia vida o a la de otros. En realidad, lo que podría parecer lógico y humano, al considerarlo en profundidad se presenta absurdo e inhumano. Estamos aquí ante uno de los síntomas más alarmantes de la ‘cultura de la muerte’… caracterizadas por una mentalidad eficientita que presenta el creciente número de personas ancianas y debilitadas como algo demasiado gravoso e insoportable”. (núm. 64).

Nuestra ética católica sobre la vida responde claramente que la vida tiene que protegerse desde el momento de la concepción hasta el momento de la muerte natural. Creemos que la vida es un regalo de Dios y nuestra fe nos desafía a vivirla según el tiempo que Dios nos conceda y no el tiempo que nosotros decidamos. Por lo tanto, no podemos hacer nada para apresurar la muerte, pero a la vez no tenemos que hacer nada extraordinario para prolongar el proceso de morir. Cuando lo gravoso del tratamiento supera los beneficios, tenemos la libertad de decir: “No más”

En 1980, el Papa Benedicto XVI (entonces el Cardenal Joseph Ratzinger) escribió en Eutanasia (Congregación para la Doctrina de la Fe):

“Es muy importante hoy día proteger, en el momento de la muerte, la dignidad de la persona humana y la concepción cristiana de la vida contra un tecnicismo que corre el riesgo de hacerse abusivo. De hecho algunos hablan de “derecho a morir”, expresión que no designa el derecho de procurarse o hacerse procurar la muerte como se quiere, sino el derecho de morir con toda serenidad, con dignidad humana y cristiana”.

Aquí se nos recuerda que el cuidado de “hospice” (programa de cuidados paliativos que se brinda a enfermos incurables), donde no se apresura la muerte ni se le mantiene a raya, puede ser una opción muy moral para aquellas personas que esperan una muerte inminente.

ANTECEDENTES

El suicidio asistido es legal en Oregón y la eutanasia es legal en los Países Bajos.

Durante los últimos 15 años, los proponentes del suicidio asistido legalizado, cuyo grupo de promoción ha cambiado su nombre de “The Hemlock Society” (La Sociedad Hemlock) a “Compassion & Choices” (Compasión y Opciones), han patrocinado una iniciativa en la boleta electoral que fue derrotada y falló en sus cinco intentos de aprobar un proyecto de ley a través de la Legislatura de California.

En el 2007, los proponentes nuevamente presentaron un proyecto de ley, el AB 374, el cual titularon, el Acta de los Opciones Compasivas de California.

LA ENSEÑANZA CATÓLICA SOBRE EL CONTROL DEL DOLOR

La postura de la Iglesia sobre el control del dolor está clara. La medicina tiene el precepto de “matar el dolor” no de “matar al paciente”. De hecho, la Iglesia no exige ni espera que las personas deban sufrir; antes bien, la Iglesia enseña que todo paciente tiene derecho a un control efectivo de su dolor.

El principio del “efecto doble” permite que el médico recete lo que sea necesario para tratar el dolor. Como el Papa Benedicto escribió en Eutanasia:

“En este caso, está claro que la muerte no es querida o buscada de ningún modo, por más que se corra el riesgo por una causa razonable: simplemente se intenta mitigar el dolor de manera eficaz, usando a tal fin los analgésicos a disposición de la medicina.”

CONCLUSIÓN

Una sociedad que condona el suicidio asistido y la eutanasia también podría descubrir:

* Que los fondos para el cuidado de salud de las personas de la tercera edad se destinan a otra parte y/o que no están disponibles;

* Que los fondos para la investigación médica de las enfermedades crónicas y la incapacidad disminuyen;

* Que el cuidado médico ya no se considera un derecho de todos los ciudadanos, sino solamente un derecho de los jóvenes y de las personas sanas;

* Que los cuidados paliativos para los enfermos incurables son reemplazados por una opción que alienta e incluso es cómplice en matar.

Y los Obispos de EE.UU. nos recuerdan en sus Directrices Éticas y Religiosas (“Ethical and Religious Directives – 4th ed., 2001):

“No somos dueños de nuestras vidas y, por lo tanto, no tenemos poder absoluto sobre la vida. Tenemos el deber de conservar nuestra vida y de utilizarla para la gloria de Dios, pero el deber de conservar la vida no es absoluto, ya que podemos rechazar los procedimientos que prolongan la vida si no son suficientemente benéficos o si son excesivamente gravosos. El suicidio y la eutanasia nunca son opciones moralmente aceptables”. VN

El padre vicentino Richard Benson es el decano académico y profesor de la Teología Moral del Seminario de San Juan en Camarillo.

mayo de 2007

Hay más información disponible en la página web de la Conferencia de Obispos Católicos: www.embracingourdying.com

EL CASO DE CALIFORNIA

Los autores de la AB 374 parecen suponer que los médicos estarán listos y dispuestos a ayudar a matar a sus pacientes, lo cual bien NO podría ser así.

La Asociación Médica de California (“California Medical Association – CMA”) tiene un largo historial de oponerse a que los médicos participen en las ejecuciones. De hecho, se postergó una ejecución programada en febrero de 2006 porque no había ni un solo médico que estuviera dispuesto a participar.

La CMA ha declarado públicamente que se opone a la legalización del suicidio asistido.

El lema de los médicos, después de todo, es: “Primero, no dañar”.

EL CASO DE OREGÓN

Entre los años de 1998 y 2006, 292 personas murieron mediante el suicidio asistido en Oregón.

La División de la Salud Pública de Oregón (“Oregon Public Health Division”) informa que durante esos nueve años, el 87 por ciento de las personas que optaron por el suicidio asistido lo hicieron porque temían la “pérdida de la autonomía” y solamente el 26 por ciento eligió el suicidio asistido debido a un control inadecuado del dolor. VN

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