LLAMAMIENTO A INTENSIFICAR LA AYUDA CATÓLICA A LOS INDÍGENAS LATINOAMERICANOS

Declaraciones de miembros de la Fundación pontificia «Populorum Progressio»

Cardenales y obispos lanzaron este jueves un llamamiento para que los católicos manifiesten con su generosidad el amor de la Iglesia por las poblaciones indígenas, afroamericanas y campesinas de América Latina.

Declaraciones en este sentido han ofrecido a Zenit tanto el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara (México), como monseñor Edmundo Abastoflor Montero, arzobispo de La Paz (Bolivia).

El cardenal Sandoval Iñiguez, miembro del Consejo de Administración de la Fundación Pontificia «Populorum Progressio», creada con este objetivo por Juan Pablo II, se hizo portavoz de las enormes necesidades en que viven estas personas.

«Esta Fundación es una gota de agua en el desierto, pues es poco lo que se da para todo el continente. Son muchísimas las necesidades. Pero es un gesto que debe ser imitado», aclara a Zenit.

El Consejo de Administración de la Fundación aprobó en su reunión anual, concluida este jueves en el Vaticano, donativos por un valor total de 1.884.000 dólares estadounidenses a favor de 204 micro-proyectos de desarrollo en comunidades, pequeños municipios, o cooperativas.

«Si hubiera gente que diera más dinero a la Fundación se canalizaría en ayudas muy bien orientadas de autodesarrollo», explica el purpurado, que acogerá la reunión de esta Fundación el próximo año en Guadalajara.

«La Fundación se ocupa de dar, no de prestar, para apoyar pequeños proyectos de autogestión, de mejoramiento de viviendas, de agua potable, de salud, o de producción».

Desde 1992 hasta el año pasado, la fundación ha financiado más de 2.000 proyectos, cuyo importe supera los 20 millones de dólares.

«Es una gota en el desierto, ciertamente no es la solución. Pero esto es un signo para que después los obispos, los sacerdotes, los religiosos, los católicos hagan lo suyo. Esto es un ejemplo», afirma.

Refiriéndose en particular a los indígenas, el cardenal considera que es importantísimo apoyar la educación de las poblaciones indígenas «para que puedan sumarse a la civilización actual sin perder su cultura».

«¿Cómo hacerlo?», se pregunta. «El vehículo de confianza es la Iglesia. La Iglesia puede acercarse a ellos para que no pierdan sus culturas, pero también para que no se aíslen. Se trata de un problema de educación, pero en el que también interviene el problema de la pobreza y de la salud».

Por su parte, monseñor Edmundo Abastoflor Montero, arzobispo de La Paz, confirma en declaraciones a Zenit la importancia de esta Fundación particularmente «en el campo de la educación, y del alivio de la pobreza».

El prelado, que también es miembro del Consejo de Administración de la Fundación, afirma que la Iglesia está promoviendo además un «diálogo intercultural más profundo».

Según algunas fuentes estadísticas, los indígenas en Bolivia constituyen el 55% de su población de algo más de nueve millones de habitantes.

En Bolivia, por ejemplo, informa monseñor Abastoflor, la Iglesia ha creado la mejor biblioteca sobre los pueblos autóctonos que viven en Bolivia, pues recoge el 95% de las publicaciones de todo el mundo en el Instituto Superior de Estudios Teológicos.

Este material sirve de base para analizar «cómo presentar el Evangelio de una forma respetuosa y seria a los diferentes mundos culturales de nuestros grupos indígenas».

«Con ello buscamos un conocimiento más profundo de las maneras de pensar y de comprender la realidad que tienen nuestras poblaciones indígenas y desde ahí poder dialogar con las propuestas del Evangelio, de la Palabra de Dios, que no van en contra, sino que valoran todo lo positivo que existe en estas culturas, y tratan de mostrar otros caminos para aspectos que quizá no han sido quizá suficientemente vistos».

«La Iglesia en Bolivia tiene alrededor de 1.500 centros educativos, que para la población boliviana es un número considerable», sigue informado en arzobispo.

«No se trata de centros privados, sino en relación de convenio con el Estado, es decir, el Estado se compromete a cubrir los costos, y la Iglesia se compromete a garantizar una educación de calidad que es muy apreciada en el país». VN

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