‘EL TRABAJO ES PARTE DEL PROYECTO ORIGINAL DE DIOS’

‘EL TRABAJO ES PARTE DEL PROYECTO ORIGINAL DE DIOS’

(fOTO: ‘Piensen en los jardineros, campesinos, hoteleros, cocineros, y todos los otros múltiples trabajadores que con sus manos y esfuerzo hacen que el mundo no pierda su belleza y armonía’- J. Antonio Medina / Victor alemán / Cortesía de 2mun-dos Communications).

Por DR. J. ANTONIO MEDINA

Este mes celebramos en Estados Unidos el Día del Trabajo y la mayoría de las empresas e instituciones gubernamentales cierran sus oficinas para que los empleados pasen con su familia y descansen. Esta es una buena oportunidad para reflexionar sobre el tema del trabajo, pues nos afecta en muchas áreas. Dependiendo de la manera cómo lo entendamos, es como vamos a darle un sentido a nuestra vida.

Primeramente tenemos que afirmar que el trabajo no es un castigo de Dios. El trabajo es parte del proyecto original de Dios que encomienda el mundo a la humanidad, para que lo hagamos progresar y producir bienes para todos. Para nosotros, el trabajo es el medio de llevar lo necesario a nuestro hogar, y cuando podemos proveer con lo que es necesario, entonces experimentamos la satisfacción del esfuerzo personal y como esto contribuye al bien de los que amamos. De esta manera el trabajo contribuye a nuestra felicidad y a la de los que nos rodean. El trabajo no necesariamente tiene que ser remunerado. Por ejemplo, la labor en el hogar siempre ha sido minusvalorada, pero es un servicio necesario para el confort y la salud integral de la familia. Entonces el trabajo doméstico es tan importante como el remunerado.

Sin embargo, el trabajo no es el valor supremo; la familia, la educación de los hijos, pero sobretodo la fe en la presencia de Dios en el centro de la familia son valores mucho más importantes.

Si bien necesitamos trabajar, el amor y la atención a las personas que amamos, son más importantes que el trabajo y los bienes monetarios asociados a él. Por lo tanto, es muy importante que cada persona en su contexto concreto busque el equilibro entre el trabajo y los otros valores familiares.

En la Sagrada Escritura encontramos el valor del “Sabath”, o “sábado”, que no señala solamente el nombre de un día, sino que nos remite al descanso, a la habilidad de desconectarnos de la productividad, de la obsesión por tener cosas. El día del Señor orienta nuestra vida a la oración, a la celebración comunitaria, al disfrute de la familia, al descanso. En virtud del día de la Resurrección, los cristianos no celebramos el sábado, sino el domingo que es el día del Señor, pero la sabiduría del “sabath” tiene que permear nuestra cultura, pues necesitamos valorar el cuidado de nuestra salud y vida espiritual. Jesús mismo se apartaba de las muchedumbres para orar y descansar. Cuando no seguimos este ejemplo de Jesús nos vaciamos de Dios y nos llenamos de tensión, ansiedad y estrés. Cuando esto pasa en lugar de entregar amor, regamos mal genio y autoritarismo.

‘…LOS TRABAJOS MÁS SIMPLES HACEN AL MUNDO MÁS BELLO’

El trabajo también construye y fortalece nuestras relaciones humanas porque al trabajar hacemos la obra de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Santísima Trinidad trabaja, actúa, sirve, porque ama. Entonces ellos no son contempladores inmóviles del Cosmos y de la vida de los seres humanos, ellos trabajan y eso lo dice Jesús. La unidad de la Trinidad se realiza en el amor y el amor sale de sí, no queda encerrado en la unidad de tres personas a quienes confesamos como un Dios verdadero. Así como la Trinidad actúa en unidad mostrando su amor a sus criaturas, así mismo nosotros crecemos en humanidad cuando creamos y mejoramos nuestras relaciones con los demás. En este sentido, el trabajo contribuye a reflejar a la Santísima Trinidad pues crea vínculos, encuentros, relaciones. Como dice el Papa Francisco, “la vida cristiana es una secuencia de encuentros que nos acercan el encuentro más importante”.

Por lo tanto no se justifica la actitud de quien no trabaja, porque considera que la solidaridad de los demás está allí para mantenerlo. O que orar es más importante que trabajar. El trabajo dignifica y el rechazo a la responsabilidad de trabajar se llama pereza. Y ese es un vicio capital pues destruye a la persona a la comunidad y a la creación.

Con el trabajo y la laboriosidad, el hombre, partícipe del arte y de la sabiduría divina, embellece la creación, el Cosmos ya ordenado por el Padre; suscita las energías sociales y comunitarias que alimentan el bien común, en beneficio sobre todo de los más necesitados. (Compendio Doctrina Social de la Iglesia # 266).

Quizás no somos conscientes, pero los trabajos más simples hacen al mundo más bello. Piensen en los jardineros, campesinos, hoteleros, cocineros, y todos los otros múltiples trabajadores que con sus manos y esfuerzo hacen que el mundo no pierda su belleza y armonía. Ellos son artífices de la belleza que inconscientemente disfrutamos cada día, incluso a la hora de comer.

Así pues podemos ver que el trabajo tiene muchas facetas positivas en las que tenemos que pensar y de las que debemos estar agradecidos. Tener trabajo, y contribuir a la obra de Dios es una bendición. En este Mes del Trabajo, aproveche todas las oportunidades para hablar en su familia de la importancia de prepararnos, de cumplir cabalmente nuestras responsabilidades laborales, no sólo por justicia sino porque es un deber cristiano. Disfrute su trabajo y que su responsabilidad y eficiencia le ayuden a mantenerlo para su bien y el de su familia. Amén. VN

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