EL DÍA DEL TRABAJO ES UNA JORNADA DE BENDICIÓN

EL DÍA DEL TRABAJO ES UNA JORNADA DE BENDICIÓN

Por DR. J. ANTONIO MEDINA

(fOTO: El gran reto de la sociedad es proveer un trabajo digno para todos, con un salario justo, condiciones laborales adecuadas para el bienestar físico y emocional de los trabajadores, y que contribuya al progreso y a la continua obra creadora de Dios. / VICTOR ALEMÁN).

Usualmente pensamos que trabajar es un castigo al pecado de nuestros primeros padres. Por lo tanto si no hubiera habido pecado original el mundo funcionaría sin que nadie tuviera que trabajar. Tenemos que empezar a cambiar nuestra perspectiva y ver el trabajo como algo positivo, como la oportunidad de continuar la construcción de una sociedad mejor, un mundo mejor para todos.

El Día del Trabajo es una buena oportunidad para reflexionar en sus positivos. Al hacerlo tenemos que ir a nuestras fuentes más antiguas como la Sagrada Escritura y la Tradición, y al mismo tiempo aprender de los nuevos aportes de la reflexión contemporánea. Es un tema complejo que involucra muchos aspectos de la vida social, de la economía, comercio y familia.

ANTIGUO TESTAMENTO

El Antiguo Testamento nos presenta a un Dios trabajador, pues la Creación es obra de sus manos. Él se esfuerza para que todo tenga un sentido y trabaja ordenadamente siguiendo un plan, y procura que todo se mantenga en armonía aunque cada cosa, o ser vivo tengan una función particular. Pero lo más hermoso de este orden es que la Creación tiene su propia independencia para crecer y desarrollarse bajo el cuidado amoroso de Dios.

El ser humano es invitado a participar de este plan de Dios y recibe una encomienda: hacerse cargo de todo lo creado como buen administrador, no como un tirano poderoso o dueño sin escrúpulos. Esta responsabilidad de hacerse cargo de la Creación no es un castigo, es un privilegio, pues es contribuir a la obra de Dios desde las responsabilidades humanas.
El mundo, las plantas, las piedras, los minerales, todo lo que hay no sólo sobre la faz de la Tierra sino en el universo entero es bueno, pues fue creado en función del hombre pero dentro de un plan divino.

El pecado original podemos interpretarlo como la tentación de adueñarnos de la Creación sin seguir el plan de Dios. Entonces podemos destruir, hacer sufrir a las criaturas, explotar sin transformar, porque el único criterio para obtener los frutos de la Tierra y del trabajo de los demás es el propio egoísmo. Puedo acumular sin una responsabilidad social; puedo contaminar el planeta sólo por el beneficio de la ganancia monetaria; puedo ver a los otros seres humanos como mis esclavos, servidores, no como mis hermanos. La narración de Caín y Abel en el contexto de la Creación puede leerse en ese sentido: el crimen, la muerte del hermano no importan sólo importa el triunfo, la ganancia. “¿Dónde está tu hermano?”, pregunta Dios, y Caín responde: “Acaso soy yo el guardián de mi hermano”. Haciendo una lectura contemporánea de este texto podemos identificar dos modelos económicos: uno era agricultor y el otro cazador, que pueden representar los diferentes modelos de producción en la sociedad contemporánea, el trabajo del campesino, del obrero, del comerciante, del ingeniero o del cocinero no son independientes los unos de los otros, existen para enriquecerse mutuamente, para el bien de la sociedad entera.

Desde una lectura honesta de estos textos del Antiguo Testamento podemos descubrir que el trabajo no es un castigo, el castigo viene con las malas actitudes de los seres humanos, la competencia desleal, el abuso del obrero, los intercambios injustos en el comercio, la falta de educación y formación profesional. Todo esto trae como consecuencia la desigualdad, el dolor para obtener el pan de cada día, la guerra por los bienes materiales, la enfermedad, el sufrimiento y la infelicidad de millones que no pueden beneficiarse de los frutos de la Creación.
Entonces el trabajo es positivo y necesario, es la fuente de los bienes que proveen alimento, casa, entretenimiento, salud, progreso, vida para todos, pero tampoco lo podemos convertir en un ídolo. El libro de los proverbios dice «Más vale poco con justicia, que mucha renta sin honradez» (Pvb 16:8), o en otro texto «Mejor es poco con temor de Dios, que gran tesoro con inquietud» (Pvb 15:16).

Los textos del Antiguo Testamento también nos recuerdan el valor del descanso. Dios mismo dedicó un día para descansar al final de su obra creadora. Esta es una permanente llamada de atención que el trabajo nunca puede ser más importante que el ser humano. Que si Dios todopoderoso necesitaba descansar, cuanto más nosotros criaturas limitadas. El descanso es el día para recuperar fuerzas, motivaciones. Para construir y fortalecer nuestras relaciones humanas, para volver nuestros ojos al Creador.

NUEVO TESTAMENTO

“En Su predicación Jesús enseña a apreciar el trabajo. Él mismo «se hizo semejante a nosotros en todo, dedicó la mayor parte de los años de su vida terrenal al trabajo manual junto al banco del carpintero», en el taller de José (cfr. Mt 13:55; Mc 6:3), al que estaba sujeto (cfr. Lc 2:51). También nos enseñó a no dejarnos esclavizar por el trabajo, porque al final de cuentas nuestros tesoros no están en la Tierra. El mensaje de Jesús es invitarnos a ser libres, lo que no significa dejar de trabajar, sino poner los ojos en las cosas importantes.

“El trabajo representa una dimensión fundamental de la existencia humana como participación, no sólo en la obra de la Creación, sino también de la redención. Quien soporta la penosa fatiga del trabajo en unión con Jesús, en un cierto sentido, coopera con el Hijo de Dios en Su obra redentora y se muestra discípulo de Cristo llevando la Cruz, cada día, en la actividad que está llamado a realizar. En esta perspectiva, el trabajo puede ser considerado como un medio de santificación y una animación de las realidades terrenas en el Espíritu de Cristo”. (Compendio Doctrina Social de la Iglesia # 263).

¿CUÁLES SON LOS RETOS PARA LOS HISPANOS?

Hemos oído repetidas veces en los últimos meses que el principal enemigo de los trabajadores son los inmigrantes. Si es verdad que hay profesiones que entran en competencia cuando hay una alta población inmigrante, pero no es el caso de los hispanos en EE.UU. Más bien es lo opuesto. Los trabajadores hispanos cubren una amplia gama de servicios que hoy no hay quien los realice. Toda la amplia gama de servicios en el mundo agrícola y agroindustrial, los empaques de carne, la industria turística y de restaurantes, los servicios de transportación y de manufactura. Hasta los casinos de Las Vegas y de California desaparecerían sin la población inmigrante hispana. Tenemos que levantar la voz y hacer que los beneficiados de estos servicios también levanten la voz, al final no es una cuestión de caridad, en juego están millones de dólares. El futuro económico de este país depende de la mano inmigrante. Su contribución laboral es muy importante incluso para el pago de los servicios de salud y jubilación de la población anciana de los norteamericanos pues la población laboral hispano-latina es la más joven del país.

Otro asunto en el que debemos reflexionar es el reconocimiento real del trabajo de la mujer. Estadísticas recientes señalan que el mundo laboral es agresivo contra la maternidad, dificulta considerablemente que la mujer sea productiva económicamente y que al mismo tiempo sea madre.

En la comunidad hispana tenemos un gran número de madres solteras que son productivas económicamente pero que encuentran serias dificultades en combinar sus responsabilidades hogareñas. Como comunidad tenemos que pensar ¿cómo ayudarlas?; ¿cómo aliviarles su situación? Es un tema complejo que requiere la solidaridad cristiana.

Junto a este problema aún persiste la cosificación de la mujer. Valorarla por su aspecto físico más que por su carácter, por sus dones y talentos. Millones de mujeres son víctimas de agresión por ser mujeres; por su apariencia en su ambiente laboral. Si bien esto está penado por la ley, aun es un problema prevalente, quizás en menor medida que en nuestros países de origen, pero es algo que culturalmente debe cambiar.

También tenemos que entender la relación entre el trabajo y cuidado del planeta. En este momento pareciera que hablar del cuidado del planeta es ir contra Estados Unidos, pero es exactamente lo opuesto. Si no tomamos en cuenta el cuidado del planeta dañaremos a este país más que a nadie en el mundo. Los riesgos de inundaciones y sequías ya están provocando estragos. Los votantes debemos elegir con mucho cuidado a nuestros representantes de manera que aquellos que tengan una ideología que niegue las evidencias de la ciencia en torno a los efectos del cambio climático no deben ser elegidos pues votarán por políticas agresivas contra nuestro planeta, es decir, contra nuestra vida y la vida de nuestros hijos. Proporcionar trabajos no debe ser opuesto al cuidado del planeta. Está probado con evidencia suficiente que la industria solar o de energías renovables ha proporcionado millones de trabajos en todos los niveles de la escala social, lo que indica que no debemos tener miedo a buscar alternativas más sustentables para la producción de energía.

SALARIO JUSTO

Otro tema de suma importancia en el Día del Trabajo es el salario justo. Si comparamos los salarios de Estados Unidos con Latinoamérica veremos una desproporción gigantesca, y sin embargo cómo es posible que una familia viva en la pobreza en este país cuando uno o dos de sus miembros tienen un trabajo estable. El problema es el costo de vida, de la vivienda y educación. ¿Por qué acabamos endeudados cuando no paramos de trabajar? Esta es una pregunta que quizás ni los más grandes economistas pueden resolver, pero que se da en muchas de nuestras familias. Ciertamente hay un problema administrativo y debemos enfrentarlo con asesoría y educación. Pero la raíz es difícil de cambiar y me refiero al costo real de vida de una familia con uno o dos salarios que normalmente no están muy arriba del mínimo. Las cuentas simplemente no salen. Pensemos en un adulto con salario mínimo, que hoy es $10 la hora. Esto significa $400 a la semana y $1,600 al mes. Si deducimos impuesto federal, impuesto estatal, seguro social, seguro de enfermedad, inversión de retiro, etc., esta cantidad se reduce casi a la mitad. ¿Cómo pagar una vivienda de mil dólares o $1,500 mensuales? ¿Cuánto queda para comida, gasolina, ropa, utilidades, etc.? Hay un problema estructural que necesitamos enfrentar. En ocasiones he llegado a pensar que mucha gente del campo en nuestros países vive más tranquilamente que los inmigrantes de las urbes norteamericanas.

El tema es complejo como la vida misma, pero es importante en estas ocasiones hacer un alto en el camino y plantearnos seriamente las preguntas que nos lleven a lo más profundo de la situación. No podemos dejar que las ideologías antiinmigrantes ganen la batalla. Los ataques a los trabajadores inmigrantes son irracionales, se oponen al bien común. Y debemos repetirlo con toda la fuerza de la verdad, si no somos capaces de desarrollar virtudes humanas al menos seamos honestos con la verdad. Atacar el trabajo de los inmigrantes es atacar el corazón de este país. Atacar el trabajo de los inmigrantes es poner en riego la comida en la mesa de todos.

Que Dios bendiga a los trabajadores y que la retórica antiinmigrante cese por el bien de este país. VN

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