DEMÓCRATAS PROMETEN CAMBIOS A LEY DE EDUCACIÓN

Si los demócratas logran su cometido, la actual ley de educación -cuya renovación se debatirá en el Congreso en enero- sufrirá grandes cambios, incluso un aumento en los fondos destinados a programas para los más necesitados.

Tras obtener el control de la Cámara y Senado en las pasadas elecciones de noviembre, los demócratas se han comprometido a aprobar legislación que favorezca a todos los estudiantes de las universidades y escuelas públicas de EEUU.

Una de las prioridades, según el próximo presidente del Comité de Educación de la Cámara, George Miller, es “poner dinero en los bolsillos de los universitarios y financiar adecuadamente la ley llamada Que Ningún Niño Quede Atrás (NCLB por sus siglas en inglés)”.

Pretenderán, en primer lugar, reducir la tasa de interés de los préstamos estudiantiles del 6,8 por ciento actual a 3,4 por ciento, aseveró Miller, demócrata por el estado de California, en una entrevista con la cadena CNN.

Otro cambio importante girará en torno a las becas Pell, que reciben sólo los estudiantes pobres y de las que muchos latinos se han beneficiado a través de los años.

Según el congresista, los demócratas quieren aumentar el máximo que puede recibir al año un solicitante de la beca Pell de los actuales 4.050 dólares a 5.100 dólares.

Miller admitió que dicho cambio le costaría al gobierno aproximadamente 4.000 millones de dólares, fondos que no figuran en el presupuesto de educación.

El representante tampoco dejó claro de dónde saldrían los fondos.

Según Miller y el nuevo presidente del Comité de Educación del Senado, Edward Kennedy (D-Massachusetts), el gobierno podría ahorrar dinero si los universitarios solicitaran los préstamos directamente al gobierno en lugar de pedir prestado a bancos y otras instituciones privadas, que a su vez reciben subsidios federales.

Pero los expertos prevén que la mayoría de los republicanos rechazarán esta propuesta por entender que el Gobierno federal “jamás podrá administrar un programa de préstamos estudiantiles mejor que el sector privado”.

Por otra parte, Miller y Kennedy aseguran que todavía apoyan los principios de la ley Que Ningún Niño Quede Atrás, en vigor desde 2001.

Pero se quejan de que los republicanos le han asignado al programa cerca de 50.000 millones de dólares menos de lo que el Congreso solicitó para que dicha ley fuera verdaderamente exitosa.

La legislación Que Ningún Niño Quede Atrás exige que las escuelas que reciben fondos federales cumplan con una serie de requisitos, entre ellos, mostrar el progreso anual de todos los estudiantes a través de exámenes en las principales materias.

Las escuelas que necesiten mejorar deberán darles a sus alumnos tutoría gratis, ofrecer la opción de cambiar de escuela o contratar nuevos maestros.

La queja de numerosas organizaciones, entre estas el Consejo Nacional de La Raza, y la Asociación Nacional de Educación (NEA, por sus siglas en inglés) ha sido la falta de financiación de programas cruciales dirigidos a ayudar a los más rezagados.

Sin embargo, dichas organizaciones albergan esperanzas de que con los demócratas al mando “el panorama sea más favorable”, a pesar de que reconocen que el Congreso demócrata se enfrentará aún a grandes obstáculos con los republicanos en la Casa Blanca.

Para el presidente de la NEA, Reg Weaver, “si los demócratas están dispuestos a fijar su propia agenda”, la ley Que Ningún Niño Quede Atrás y la financiación plena de las iniciativas “deben ser prioridad”, dijo Weaver a Efe.

Entretanto, la secretaria de Educación, Margaret Spellings, dijo sentirse optimista de que los líderes de ambos partidos lograrán consenso y extenderán la ley NCLB cinco años más. VN

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