BENEDICTO XVI IMPULSA EL DIÁLOGO DE PAZ EN COLOMBIA

Para superar un conflicto de más de 40 años, que cobra miles de vidas al año

Benedicto XVI impulsó con decisión este viernes el diálogo de paz para acabar con el conflicto colombiano y alentó la obra que desempeña la Iglesia al servicio de la reconciliación nacional.

«Se deben hacer todos los esfuerzos necesarios para pacificar el país, para devolver las personas secuestradas a sus familias, para volver a dar seguridad y una vida normal a millones de personas», afirmó.

«Esas señales darían confianza a todos, incluso a los que han estado implicados en la lucha armada», añadió al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede, Juan Gómez Martínez, antiguo director del diario «El Colombiano», quien ha sido además alcalde de Medellín y gobernador del Estado de Antioquia.

En el discurso que le entregó, el obispo de Roma reconoció «los desafíos que entraña el llevar adelante un diálogo de paz, necesario a pesar de los múltiples escollos que surgen en el camino».

«Estas aspiraciones sólo alcanzan su plena realización cuando Dios es considerado como el centro de la vida y de la historia humana», afirmó.

Subrayó «la importante labor de la Iglesia católica para la reconciliación nacional» que contribuye a superar el violento conflicto interno en Colombia de más de cuatro décadas que cobra miles de vidas al año.

«Además de la participación directa de algunos obispos, sacerdotes y religiosos en las acciones encaminadas a construir la paz, su voz ha resonado también en los momentos decisivos de la vida colombiana, recordando cuáles son las bases insustituibles del verdadero progreso humano y de la convivencia pacífica», recordó.

La Iglesia, siguió indicando, ha exhortado «a los católicos y a los hombres de buena voluntad a seguir el camino del perdón y de la responsabilidad común para instaurar la justicia».

El Papa lanzó un apremiante llamamiento a poner fin al «cruel flagelo de los secuestros, que atentan de manera tan grave a la dignidad y a los derechos de las personas».

«Acompaño con mi oración a quienes se hallan injustamente privados de la libertad y expreso mi cercanía a sus familias, confiando en su pronta liberación», dijo.

Por último, impulsó la obra que las diócesis realizan en Colombia para «prestar asistencia humanitaria a los más necesitados, especialmente a los desplazados, tan numerosos en Colombia, así como a las víctimas de la violencia».

«De este modo dan también testimonio del esfuerzo de la Iglesia que, siempre en el marco de su propia misión y en las circunstancias que vive la nación, es artífice de comunión y de esperanza», concluyó. VN

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