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SEMANA SANTA, SEMANA DEL PUEBLO

¡Felices Pascuas de Resurrección! Cristo está con nosotros y nos va a acompañar todos los días hasta la transformación del mundo

Esta es la semana más importante del año en la vida de los cristianos, porque recordamos los temas centrales de nuestra fe y nos damos la oportunidad de reencontrarnos con Cristo nuestro Señor a quien aceptamos como camino, verdad y vida.

En nuestra comunidad hispana la Semana Santa tiene un sentido muy profundo, pues nos conecta con nuestras raíces y tradiciones y nos permite alimentar el hambre de Dios que como creyentes y como seres humanos experimentamos especialmente en los tiempos difíciles.

La Semana Santa también es un espacio reservado para descubrirnos a nosotros mismos, para liberarnos de todas aquellas cargas que no nos permiten realizar nuestros anhelos de felicidad y paz. La Cuaresma y la Semana Santa siempre han sido un buen momento para un examen de conciencia a conciencia y aceptar la oportunidad que Dios nos da de empezar de nuevo.

La cruz de Cristo en la que ponemos nuestra atención en estos días es un apoyo espiritual de enorme valor para encontrar la fuerza que nos permita superar las angustias, los dolores, los sufrimientos, las decepciones, las pobrezas, los fracasos, la enfermedad, la incertidumbre. En estos días unimos todas estas experiencias de dolor a la cruz de Cristo para desde allí vislumbremos en nuestra vida la luz de la resurrección.

La Semana Santa es de este modo una celebración litúrgica en la que la comunidad ora y celebra la vida nueva que viene de Cristo; es recuerdo y actualización de los misterios de nuestra fe; es revisión y reinicio de un estilo de vida en el que Cristo es el centro y es, finalmente, la renovación de nuestros vínculos que como Iglesia, como comunidad parroquial y como familia nos mantienen unidos en la fraternidad y en la filiación divina.

DOMINGO DE RAMOS

¿Cuál es el aspecto más importante del Domingo de Ramos?

Frente a los problemas cotidianos como la pobreza, la enfermedad, las dificultades en las relaciones familiares, la falta de empleo y otras muchas situaciones dolorosas quisiéramos llevar bendición y solución con las palmas benditas.

Todos necesitamos signos que refuercen nuestra fe y que alienten nuestra esperanza, y aunque las palmas no son la solución nos señalan a Aquél que nos trae vida abundante, a quien nos ofrece de parte de Dios, salud, libertad.

Pocas veces consideramos que Jesucristo también vivió momentos de crisis, de incertidumbre, de miedo y de dolor. Nos hemos acostumbrado a acentuar tanto la divinidad de Cristo que nos llegamos a olvidar que también fue verdadero hombre. Los evangelistas nos presentan la entrada triunfal en Jerusalén como el inicio de esa etapa crítica en la vida de Jesús, en la que tenía que realizar de una manera definitiva el proyecto de Dios. No parecía nada sencillo, todo estaba en contra: los jefes de los sacerdotes y los líderes del pueblo lo querían muerto, las masas lo aclamaban por sus milagros pero no estaban listas para aceptarlo como su Señor. Jesús conociendo su propio ambiente sabe que lo van a matar, que su palabra y su anuncio de lo que Dios quiere no es lo que la gente y las autoridades esperaban, por eso prevé un desenlace fatal. Pero ¿cómo enfrenta Jesús este reto en el que está implicada no sólo su vida sino la vida de la humanidad?

Las lecturas de hoy son una luz para entender lo que Jesús hizo y para orientar nuestras decisiones en momentos de crisis. La primera lectura nos dice que Jesús es el siervo sufriente, el hombre que sabe escuchar a Dios, que no se retracta frente a los retos de su ministerio, sino que enfrenta con serenidad las pruebas y el dolor, que se sabe incomprendido por los suyos, pero nunca abandonado por Dios. La segunda lectura es la más bella presentación de Cristo: nos dice que Jesús siendo Dios se hizo uno de nosotros y aceptó la muerte y una muerte de Cruz. Y el evangelio nos presenta a Jesús entrando a la ciudad de su martirio no montado en un caballo o sobre un carro de guerra, para enfrentar a sus enemigos; por el contrario aparece montado sobre un burrito, y aclamado por los pobres, los que no tienen nada.

¿A partir de estas lecturas cómo debe ser nuestra actitud ante la adversidad y los problemas? ¿En quién poner nuestra confianza?

La crisis, los descalabros de la economía más grande del mundo nos prueban que no son los poderosos los que ofrecen una alternativa de vida. Los más ricos se hacen más ricos y los pobres son cada día más y más pobres. No fueron muy acertados los que pensaban que los grandes capitales serían manejados con honestidad sin necesidad de controles de la sociedad, hoy comprobamos una vez más que ante el ídolo del dinero los que más tienen más quieren. Sin una ética, aceptada por todos, basada en el bien común la sociedad se destruye así misma.

Pero incluso a nivel individual podemos reconocer en este día que la sencillez, la palabra amable, la humildad, en fin, la confianza en Dios son las virtudes que deben prevalecer frente cuando pasamos por momentos de crisis, de incertidumbre de dolor. No podemos huir de los retos que nos plantea la vida, pero siguiendo a Cristo montado sobre un burrito, como el siervo de Dios sabemos que haciendo las cosas como las hizo él, el triunfo está asegurado.

JUEVES SANTO

Hay varios signos que expresan de manera muy gráfica lo que celebramos en este día. Es el día de la Cena de pascua que nos recuerda la liberación de la esclavitud en Egipto. Es la noche del cordero pascual que nos asegura que Dios en Cristo perdona nuestros pecados; es la Misa de lavatorio de los pies que nos muestra Jesús sirviendo como un esclavo, y que nos lleva a la conclusión de que sólo el que sirve y el que sirve con y por amor puede hacer libres a los que ama. Es la tarde de la Cena en la que Jesús comparte su cuerpo y su sangre como alimento de vida. Es la noche de adoración en la que adornamos el altar para celebrar que Jesús está con nosotros siempre, de modo especial es la reserva eucarística.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con nuestra vida cotidiana?

Cuando venimos a este país imaginábamos que si bien habría problemas por no tener papeles o por la lejanía de la familia, al menos la situación económica estaría resuelta, pero las cosas no han sido así. Los casos de los trabajadores migrantes que ni en el campo ni en la ciudad encuentran trabajo; las familias desintegradas por “las redadas” que no paran a pesar de promesas de políticos y gobernantes; la pérdida de casas y el endeudamiento de nuestra comunidad que tiene que recurrir a prestamistas usureros para terminar el mes, son sólo muestras de lo que significa vivir en la incertidumbre económica. Somos muchos los que no sabemos si tendremos trabajo mañana y más los que sabemos que el fin del mes es una pesadilla. ¿Cómo parar las llamadas de los colectores? ¿Cómo salir de esta situación de endeudamiento?

La realidad es que vivimos en una sociedad que funciona porque todos consumimos más de lo que necesitamos, lo que nos empuja a conseguir más dinero, a trabajar más horas y a estar más tiempo fuera del hogar. No parece tener solución esta nueva forma de esclavitud que en muchos casos nos mantiene cansados y agobiados sin esperanza y sin alegría.

Las lecturas de este día nos plantean una alternativa de vida, nos plantean la alternativa de “SER” por encima del “tener”. ¿Quién es usted? ¿Qué es lo que da sentido a su vida? La primera lectura nos dice que hemos sido constituidos libres, en la libertad de los hijos de Dios. Nada ni nadie nos ata, sólo el amor y la obediencia a nuestro Padre. Pero somos también familia, fraternidad primero en el círculo pequeño de nuestros próximos, pero ampliando ese círculo al barrio, luego a la Iglesia hasta abarcar al mundo entero en la solidaridad y en la fraternidad universal.

Hemos sido creados para la relación, para el diálogo, para compartir. Si nos encerramos en la coraza de nuestras propias seguridades negamos a nuestra propia naturaleza y nos negamos a nosotros mismos, pues fuimos creados a semejanza de Dios quien en su ser es diálogo y comunicación. Jesús, el Hijo de Dios nos dio el ejemplo, no sólo en la tarde en que lavó los pies de sus discípulos, sino con toda su vida entregada a los demás. Porque Jesús todo lo hizo por amor. Con la alegría de saber que hay fiesta en el cielo cuando una persona acepta el Reino de Dios. Esta fue su enseñaza y este es el único modo de ofrecer una alternativa de vida a quienes no ven la salida. Pero incluso es la mejor alternativa para los ricos, los que lo tienen todo. La humanidad entera es convocada en este día a compartir, pues cuando todos comparten, los beneficios siempre alcanzan para todos.

VIERNES SANTO

¿Por qué las imágenes de Cristo crucificado que traemos de nuestros países expresan tanto dolor? ¿Por qué las representaciones del Viernes Santo acentúan tanto el sufrimiento de Cristo?

Quizás porque quisiéramos descargar en Cristo, el Hijo de Dios la pesada carga de tantas injusticias, incomprensiones, abusos de los que somos víctimas o testigos cercanos.

¿Cómo consolar a la madre del joven condenado a muchos años de cárcel? ¿Cómo asumir las responsabilidades de traer un hijo al mundo para una adolescente embarazada? ¿Cómo explicarle a un hijo pequeño la realidad de que su padre o su madre tienen que salir deportados de la tierra donde han construido todas sus esperanzas? ¿Qué explicación podemos darle a los miles de maestros que han sido despedidos este mes porque el gobierno ya no tiene dinero para pagarles? ¿Cómo dejar en la puerta del hospital a los enfermos que no tienen seguro médico?

La cruz no es el fracaso de Cristo, es por el contrario su gesto solidario con todos los que sufren, con todos los que lloran, con todos los que ven perdidas sus esperanzas. La pasión y la cruz son eventos para contemplarse, no se pueden explicar, pero nos muestran cómo el dolor y el sufrimiento desde la cruz de Cristo tienen otro sentido, tienen otra dimensión.

En este día no celebramos el funeral de Jesús. Celebremos su solidaridad con los adoloridos y con los explotados de todos los tiempos. Celebramos que los últimos, los empobrecidos, los enfermos de tantas dolencias, los desesperados, los injustamente tratados, tienen en quien poner toda su confianza.

Viernes Santo es día de lectura meditada y de contemplación. Lea pausadamente la primera lectura tomada de Isaías, ¿Qué imágenes vienen a su mente cuando piensa en el trato que le dieron al siervo de Dios? ¿Qué bendiciones descubre para su vida al meditar en la Carta a los Hebreos en la segunda lectura que lo invita a reconocerse salvado en esa cruz y en ese martirio? Trate de ponerse en la escena mientras escucha la lectura de la Pasión según San Juan y pregúntese ¿cuál hubiera sido su reacción si usted hubiera visto los sufrimientos y las injusticias que se cometieron con Cristo? ¿Cuál ha sido su reacción frente a las injusticias que se cometen contra los rostros de Cristo de nuestro tiempo?

Viernes Santo es el día oportuno para reconocer que en el mundo y en la vida hay dolor, pero que si lo vivimos desde la esperanza, ese dolor adquiere un nuevo sentido, como lo adquirió el dolor de Cristo que nos trajo una vida nueva.

SÁBADO SANTO Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN

El Padre Manuel Sanahuja de la Oficina de Liturgia nos dice lo siguiente “De la vida ‘según la carne’ (con criterios, objetivos y valores de este mundo) hemos ‘pasado’ a la vida ‘según el Espíritu’, ‘buscando las cosas de allá arriba’, vivir la vida según los criterios, objetivos y valores del Reino de Dios, realizado en la muerte y resurrección de Cristo. Jesús había dicho a Nicodemo que este cambio es tan inverosímil que uno “necesita nacer de nuevo”.

Con estas palabras tan sencillas el Padre Manuel nos explica el milagro de la resurrección de Cristo. “Hay un cambio radical en el estilo de vida de los que han hecho este recorrido del Triduo Santo. Hay una nueva visión, unas actitudes nuevas, unas nuevas relaciones entre los seres humanos basadas en el proyecto que Jesús inauguró con su vida, muerte y resurrección.

“Los valores que de ahora en adelante guiarán la vida de los cristianos hacia el triunfo final son la justicia, la verdad, el amor, la paz”, agrega el Padre Manuel. “La propuesta de una vida en la que abrimos nuestro corazón al hermano, perdonamos al que nos ha ofendido, afirmamos al que está resbalando, bendecimos al que nos ha maldecido ya ha empezado en Cristo que ha resucitado. En Cristo resucitado todos nosotros hemos pasado a ser Cristo para el mundo. Somos imágenes visibles del amor de Dios, quien hizo que el hombre viejo diera paso al hombre nuevo cargado de amor y de esperanza.

“Hermanos, les anuncio una gran alegría: hay esperanza en nuestro mundo. Nada se ha perdido, somos hermanos, tenemos a Cristo, y en su nombre estamos listos para construir una sociedad justa y fraternal. Con Él hemos aprendido a proclamar palabras de verdad y de vida y vamos a empezar ahora mismo llevándolas a todos los tristes y marginados de nuestros barrios y ciudades. Como Él serviremos a los presos, olvidados, prostitutas y drogadictos sin esperar nada a cambio. En su nombre construiremos cadenas de comunicación y esperanza en el Internet y en las redes sociales, porque su resurrección ha transformado la historia y mi historia, la vida cotidiana de cada uno de los que estamos celebrando la Semana Santa.

“El sepulcro vacío no está vacío de sentido, está lleno de esperanza”, continúa el Padre Manuel. “De ese sepulcro vacío hemos aprendido que el futuro es mejor que el presente y la solidaridad es más fuerte que el individualismo y el egoísmo. De las apariciones del resucitado hemos aprendido que no hacen falta milagritos porque el milagro más grande, el que ha cambiado el sentido de la historia ya ha acontecido: Hermanos y hermanas les anuncio una gran alegría JESÚS ESTÁ VIVO, su triunfo es nuestro triunfo y a donde él ha llegado llegaremos nosotros pues somos su cuerpo.

“La resurrección no es la vuelta a la vida de un muerto, es la transformación de todas las cosas en Aquél que nos ha llamado a ser pueblo elegido, sacerdocio real, comunidad de vida y de verdad.

“Esta Semana Santa nada ha cambiado y todo es nuevo. Somos los mismos y estamos tan diferentes, por eso con mucha alegría podemos decir ¡Felices Pascuas de Resurrección! Cristo está con nosotros y nos va a acompañar todos los días hasta la transformación del mundo”. VN

Dr. José Antonio Medina STD

amedina@liguori.org

PARA PROFUNDIZAR EN ESTE TEMA LE SUGIERO LOS SIGUIENTES LIBROS:

Conozca a Jesús del Padre Juan Alfaro

Construyendo el Reino de Dios del

Padre José Marins. Ambos fueron

publicados por Libros Liguori,

1800 325 9526.

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