Por DANIEL PAYNE
El Papa Francisco, que ha sido durante mucho tiempo un defensor de los inmigrantes, en particular de aquellos que huyen de países devastados por la guerra y regiones empobrecidas, pronunció el mes pasado algunas de las palabras más claras de su pontificado en apoyo de los migrantes y en reproche a quienes les dan la espalda.
“Hay que decirlo con claridad: hay quienes trabajan sistemáticamente y con todos los medios posibles para repeler a los migrantes”, dijo el Papa durante su Audiencia General semanal . “Y esto, cuando se hace con conciencia y responsabilidad, es un pecado grave”, añadió.
“En la época de los satélites y de los drones hay hombres, mujeres y niños migrantes que nadie debe ver”, afirmó el Papa. “Los esconden. Sólo Dios los ve y escucha su grito. Esta es una crueldad de nuestra civilización”, precisó.
El Papa se ha pronunciado con regularidad a favor de los inmigrantes. En junio, pidió a los fieles que se unieran “en oración por todos aquellos que han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida dignas”. El Santo Padre ha calificado la protección de los inmigrantes como un “imperativo moral” y ha sostenido que los inmigrantes “deben ser recibidos” y tratados con humanidad.
La Iglesia Católica ha sido durante mucho tiempo defensora y protectora de los inmigrantes. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) señala en su sitio web que “gran parte de enseñanzas de la Iglesia, incluidas encíclicas papales, declaraciones de obispos y cartas pastorales, ha reforzado constantemente nuestra obligación moral de tratar al extranjero como trataríamos al mismo Cristo”.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que las naciones prósperas “están obligadas, en la medida de sus posibilidades, a acoger al extranjero que busca la seguridad y los medios de subsistencia que no puede encontrar en su país de origen”.
Mientras tanto, a lo largo de los años, los Papas han expresado sentimientos similares a los de Francisco sobre la inmigración. El venerable Papa Pío XII, por ejemplo, en 1952, describió la huida de la Sagrada Familia a Egipto como “el arquetipo de toda familia de refugiados”.
La Iglesia, dijo Pío XII, “ha sido particularmente solícita en proporcionar toda la asistencia espiritual posible a los peregrinos, extranjeros, exiliados y emigrantes de toda clase”.
Mientras tanto, “asociaciones devotas” a lo largo de los siglos han encabezado “innumerables hospicios y hospitales” en parte para inmigrantes, indicó Pío XII.
Muchas organizaciones católicas ofrecen refugio, comida y asistencia legal a hombres, mujeres y niños que cruzan al país ilegalmente; estos grupos se han visto abrumados en los últimos años por la gran cantidad de inmigrantes que llegan a la frontera sur del país.
“Apoyo plenamente lo que están haciendo las organizaciones católicas en México y Estados Unidos para ayudar a la gente que está allí”, dijo Hunker. “Las personas que están respondiendo no son responsables de estas crisis”, expresó.
ÚLTIMA CRISIS Y DESAFÍO LEGAL
No todo el mundo piensa lo mismo. El fiscal general de Texas, Ken Paxton, ha iniciado una investigación sobre varias organizaciones católicas sin fines de lucro que prestan servicios a inmigrantes ilegales en el estado. Paxton afirma que, a través de los servicios que brinda a los inmigrantes, Annunciation House, con sede en El Paso, ha estado facilitando la inmigración ilegal y el tráfico de personas.
Un abogado del grupo calificó las acusaciones de “absoluta tontería”, aunque el abogado Jerome Wesevich reconoció que la organización sin fines de lucro “sirve a personas indocumentadas como expresión de la fe católica y del mandato de Jesús de amarnos unos a otros, sin excepciones”.
Hay un número considerable de enseñanzas de la Iglesia que subrayan la necesidad de una respuesta caritativa a los inmigrantes.
En su encíclica Pacem in terris de 1963 , el Papa San Juan XXIII sostuvo que el hombre “tiene derecho a la libertad de movimiento y de residencia dentro de los confines de su propio estado”, y además que “cuando existan justas razones a favor, se le debe permitir emigrar a otros países y fijar allí su residencia”.
Mientras tanto, en la encíclica Caritas in Veritate, el Papa Benedicto XVI reconoció en 2009 que la migración plantea “desafíos dramáticos” para las naciones, pero que los migrantes “no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza de trabajo”.
“Todo migrante es una persona humana que, como tal, posee derechos fundamentales e inalienables que deben ser respetados por todos y en cualquier circunstancia”, escribió el difunto Papa.
Edward Feser, profesor de filosofía en el Pasadena City College de California, señaló que la Iglesia “enseña que las naciones deben dar la bienvenida a los inmigrantes, que deben ser sensibles a las dificultades que los llevan a emigrar, que no deben usarlos como chivos expiatorios de los problemas internos, etc.”. VN
FUENTE | ACI Prensa