NUESTRA ESPERANZA EN ADVIENTO

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ Arzobispo de Los Ángeles

El Adviento es un tiempo hermoso de esperanza y alegría, pues es cuando sabemos que Jesucristo ha venido a la Tierra y que Dios está siempre con nosotros.

Este año, mi alegría está mesurada con alguna tristeza, porque yo se que para muchos de nuestros hermanos y hermanas, aquí en Los Ángeles, en toda California y en nuestro país, este es un tiempo de angustia y aflicción.

Muchos no tienen trabajo o no tienen suficiente trabajo para vivir decentemente. Muchos han visto sus familias destruidas y están viviendo en pobreza a causa de su situación migratoria incierta.

Es difícil pensar en las realidades espirituales cuando hay tantas preocupaciones materiales, cuando el futuro parece incierto y es difícil vivir cada día.

Pero el Adviento trae un mensaje de alegre esperanza para cada uno de nosotros.

A aquellos que están sufriendo y en necesidad, el Adviento les trae el mensaje que el ángel trajo a María, “¡No tengan miedo!… ¡Con Dios nada será imposible!”

¡Dios está con nosotros! ¡Esta es la verdad más consoladora que jamás hemos conocido! En su plan de amor, él ha entrado en nuestra historia, y él ha entrado en la vida de cada uno de nosotros.

Nuestro Dios viene a nosotros como un niño inesperado; como un refugiado forzado a emigrar a Egipto con su familia; como un hombre que trabajó con sus manos; como uno que amó a sus amigos y a su familia; como uno que conoció el hambre y la sed; como uno que sufrió por la causa de Dios –para mostrarnos la senda de la vida y para abrir la puerta del Cielo para nosotros.

Jesús vino en tiempos difíciles. Él experimentó cada dificultad que nosotros podemos conocer. Él fue igual a nosotros en todas las cosas, excepto en el pecado. Él nos dio el ejemplo de una actitud positiva sobre la vida. ¡Y él cambió el mundo!

Así, nuestra esperanza cristiana nunca es un optimismo superficial o solamente un deseo. ¡Nuestra esperanza es verdadera y real! Nuestra esperanza está en Dios que nos ha mostrado su rostro –el rostro de Jesucristo.

“Yo estaré con ustedes siempre.” Esa es la promesa de Dios. Y Dios no olvida sus promesas. ¡Nosotros somos hijos de Dios! Y Dios nunca dejará solos a sus hijos.

Jesús está con nosotros en nuestras pruebas. Así que necesitamos resistir las tentaciones naturales para evitar la envidia, la amargura o la desesperación. En vez de eso, necesitamos orar más y amar más a Jesús. Necesitamos poner toda nuestra confianza en él.

Podemos creer en sus promesas –que en todo Dios trabaja por el bien de los que lo aman; que nada pueda separarnos de su amor; y que lo que sufrimos en este mundo nunca se comparará con la gloria que nos espera en el mundo por venir.

Por supuesto, nuestra fe nunca es fácil. Y debemos asegurar que nuestra fe en la vida eterna nunca se convierta en una excusa para tolerar la injusticia o lo que ofende a la dignidad humana en esta vida presente.

La esperanza cristiana nunca es una preocupación egoísta por nuestra propia salvación. No es esperanza por un mundo imaginario en un futuro lejano.

“Venga tu Reino, así en la tierra como en el cielo”. Nuestra esperanza por el cielo nos llevas a buscar los valores del cielo aquí en la tierra, para construir una ciudad de amor y verdad, y una ciudad terrena digna para los hijos de Dios.

Este es el mensaje del Adviento para todos nosotros: Así como Dios viene en amor a compartir su vida con nosotros, nosotros estamos llamados a compartir su amor en nuestras vidas con otros.

Nuestra esperanza de Adviento nos llama a ser gente de compasión y compañeros para otros. Estas son hermosas palabras con un profundo sentido cristiano. Compasión significa “sufrir con”. Compartir en la pasión de otros. Compañero significa, literalmente, uno que comparte pan (“panis” en latín).

Estamos llamados a vivir en tiempos duros e inciertos. Enfrentemos esos tiempos juntos con Dios –no en un espíritu de división o desesperación, sino con compasión y compañerismo, buscando la venida de su Reino. La perseverancia trae esperanza. Y nuestra esperanza no será defraudada. ¡Nosotros podemos hacer todas las cosas en Jesucristo, que nos fortalece!

Al comenzar esta semana final de Adviento, oremos unos por otros.

Pidamos a Nuestra Señora de Guadalupe, cuya fiesta celebramos esta semana, que nos ayude a crecer en esperanza, mientras caminamos con nuestro Dios, que viene a nosotros en Navidad y está con nosotros siempre. VN

Si desea seguir al Arzobispo Gomez en su sitio de la red social de Facebook, conéctese a: www.facebook.com/ArchbishopGomez

Share