‘NUESTRA DIGNIDAD HUMANA PROVIENE DE DIOS’

En la Catedral angelina, el Arzobispo Gomez lidera la oración por una Reforma Migratoria ante una masiva concurrencia

“All are Welcome” (“Todos son Bienvenidos”) de Marty Haugen fue el himno apropiado para musicalizar la Misa anual en reconocimiento de los inmigrantes, que tuvo lugar en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles el pasado 21 de julio. Esta misa reflejó la diversidad cultural del Sur de California, y al mismo tiempo fomentó la oración y un trabajo de apoyo a la Reforma Migratoria integral.

La Catedral albergó no sólo a representantes de las parroquias de la Arquidiócesis de Los Ángeles, sino también a fieles de las Diócesis de San Bernardino y Orange que llegaron en autobuses repletos. El Obispo Auxiliar Dominic Luoung de Orange y el Obispo Auxiliar Rutilio del Riego de San Bernardino concelebraron la Misa con el Arzobispo José Gomez.

Como muestra de apoyo a los cambios que se están dando en el área de inmigración, se hicieron presentes a este evento religioso algunos funcionarios políticos, tales como Eric Garcetti, el nuevo Alcalde de Los Ángeles; el congresista Xavier Becerra, y la diputada Lucy Roybald-Allard.
Es que el Senado ya aprobó el proyecto de ley federal sobre la Reforma Migratoria, que ahora se halla en la Cámara de Representantes. Éste no sólo incluye restricciones a la futura inmigración ilegal, sino que también proporciona vías a la ciudadanía para 11 millones de indocumentados que actualmente viven en Estados Unidos. Incluso con apoyo bipartidista, el proyecto ya ha sido objeto de un fuerte escrutinio por parte de los miembros conservadores del Congreso.

Es por eso que a su arribo a la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, los fieles portaban tarjetas pidiendo una Reforma Migratoria, que luego enviarían al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. Antes de esta misa, ya se habían realizado esfuerzos para que se distribuyeran las tarjetas en las parroquias.

“Hay un tiempo para la política y un tiempo para la oración”, dijo el Arzobispo Gomez en su Homilía. “La oración debe ser siempre lo primero, antes, incluso, de nuestra acción política. Porque siempre hemos de asegurarnos de que estamos tratando de hacer la voluntad de Dios y no la nuestra”.

El Arzobispo recordó a los fieles que “nuestra dignidad no proviene de tener los documentos en regla o los papeles correctos. Nuestra dignidad humana proviene de Dios”.

“Oremos para que Dios cambie nuestros corazones, para que cambie los corazones de nuestros vecinos y de nuestros líderes. En especial, oremos por nuestros funcionarios electos que han tenido la valentía de actuar ante las necesidades de los inmigrantes con una ley de Reforma de Inmigración tan pronto como sea posible. Ahora es el tiempo para ello”.

El Obispo Auxiliar de Los Ángeles, Alexander Salazar, director de Ministerios Étnicos y de la Oficina de Vida, Justicia y Paz, animó a la asamblea a “sentir el dolor y la aflicción” de los inmigrantes que tienen familias separadas y vidas perdidas. “Es nuestra responsabilidad ser el Buen Pastor el uno para el otro”.

Antes y después de la Misa, los testimonios ofrecidos pusieron un rostro personal a la difícil situación de los inmigrantes. James Lonon, que ahora reside en la Iglesia Santa Catalina de Siena en Reseda, describió su frustración al tratar de obtener la documentación mientras estudiaba para el sacerdocio en el Seminario de St. John. Originario de la India, Lonon llegó a Estados Unidos en 1997, y cuando su visa expiró, solicitó la residencia y fue aprobada. Sin embargo, mientras esperaba la tarjeta de residencia, recibió un aviso de que tenía que salir del país.

Hoy, 12 años después, su situación jurídica sigue sin resolverse. Él ha pagado más de $ 22 mil en honorarios legales, pero su abogado “falló en representar adecuadamente mi caso”, dijo.

Durante este proceso, los padres de Lonon fallecieron y no pudo ir a su casa a verlos o asistir a sus funerales, debido a su estatus migratorio. “Mi decisión de permanecer en Estados Unidos mientras mis padres se estaban muriendo, y después de haber muerto, fue extremadamente dolorosa”, comentó.

Lonon terminó sus estudios en 2008, pero actualmente está a la espera de ser ordenado, ya que se ha congelado su proceso de inmigración.

“He solicitado la condición de ajuste y se me negó. No puedo continuar el proceso debido a la falta de recursos financieros”, dijo. “Estoy dispuesto a servir a la Iglesia como sacerdote, pero mi estado de inmigración me impide hacerlo”.

Si bien el testimonio de Lonon destacó la pesadilla burocrática que a menudo enfrentan los inmigrantes, la historia de Andree Franco, de Nuestra Señora de la Gracia en Encino, no sólo representa la lucha, sino también los triunfos.
Nacida en Guatemala, Franco llegó a Los Ángeles cuando tenía seis años de edad. Debido a su situación legal incierta, no podía visitar a sus familiares en otros países, ni obtener una licencia de conducir o ir con su clase de octavo grado a un viaje a Washington, D.C.

La madre de Franco, sin embargo, le decía que continuara sus estudios, y que un día ella “iría a Harvard”, una idea que parecía casi imposible en aquel entonces.

El año pasado, cuando el presidente Obama otorgó permisos de trabajo como parte del programa de “Acción Diferida” a inmigrantes indocumentados menores de 30 años de edad, Franco y su hermana la solicitaron, y finalmente, recibió los documentos legales que le permitió más libertad. Su madre reafirmó su convicción de que era sólo una cuestión de tiempo para que Harvard aceptara a su hija.

“Me di cuenta que no había nada que me retuviera, por lo que solicité en 13 universidades y me aceptaron en siete, y sí, una de ellas es Harvard”, pronunció la joven.

Durante el entusiasta aplauso de la multitud, Franco añadió: “Y no sólo fue entrar, me otorgaron una beca completa y estoy deseando empezar el próximo mes”. El aplauso fue ensordecedor. VN

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