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MISA EN RECONOCIMIENTO DE LOS INMIGRANTES, UNA VIVENCIA DE PAZ Y JUSTICIA

Cada año en la catedral Nuestra Señora de los Ángeles, la Arquidiócesis celebra con una misa especial, el espíritu inmigrante de la población de Estados Unidos.

Se celebra nuevamente en la Catedral Nuestra Señora de los Ángeles, ante una concurrencia masiva de feligreses de diversas parroquias y organizaciones del Sur de California

Por ALICIA MORANDI

Una vez más, en un atípico domingo lluvioso de verano, el pasado 19 de julio la Catedral Nuestra Señora de los Ángeles abrió sus puertas a la celebración de una misa especial en honor de todos los inmigrantes, con el fin de orar para que “se mantenga viva la esperanza, y pedir la orientación que necesitamos como país”, declaró el Arzobispo José Gomez.

Ante un lleno total se desarrolló este emotivo evento religioso organizado por la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Los Ángeles, que ha dejado un fuerte mensaje de unidad, tolerancia y empatía. La Iglesia Católica demostró nuevamente su apoyo a los inmigrantes y sus familias.

Antes de iniciarse la misa, por el pasillo de la Catedral llegó una procesión de representantes de numerosas parroquias y organizaciones no lucrativas, portando pancartas. Los Caballeros de Colón la encabezaron, y luego fueron apareciendo los grupos de las Parroquias Sagrado Corazón, Grupo Mariano San Bonifacio, Holly Spirit, Santa Rosa de Lima, San Jerónimo, Nuestra Señora de Guadalupe, Caridades Católicas de Orange, San Gregorio el Grande, Parroquia de Santa Mónica, Santiago de Compostela, Holly Cross, San Juan el Evangelista, San Miguel, entre otras.

Precediendo la entrada del Arzobispo José Gomez, Lucy Boutte de la Comisión de Vida, Justicia y Paz tomó el micrófono para ofrecer un reconocimiento a todos los indocumentados que recientemente consiguieron sus licencias de conducir, muchos guiados y ayudados por voluntarios de las parroquias católicas, a quienes agradeció su contribución. Asimismo dijo que la Iglesia Católica se siente orgullosa de los cientos de jóvenes inmigrantes que han podido trabajar y estudiar gracias a los beneficios del programa DACA. También felicitó a quienes se hicieron ciudadanos americanos, y reconoció a familias que han sufrido deportación; a los niños que han venido a Estados Unidos huyendo de la violencia; a las víctimas de tráfico humano, y dio “gracias a Dios por quienes se han podido reunir con sus familias”.

Acto seguido se hizo presente el Arzobispo Gomez junto a otros líderes religiosos como el Cardenal Rogelio Mahony, y así dio inicio la Misa en honor a los inmigrantes.

En su homilía, el Arzobispo expresó que cada año “se celebra el espíritu inmigrante de la población de Estados Unidos. Y el espíritu inmigrante es también el espíritu de la Iglesia católica universal, que es un pueblo peregrino; la familia de Dios proviene de todos los países y de todos los confines de la Tierra”, dijo.

“Estamos orando por la reforma migratoria en nuestro país, por nuestros funcionarios electos y por la gente de todo el mundo, para que abran sus corazones a los inmigrantes que llegan a sus países”. Agregó además que “parece que algunas personas en nuestra sociedad civil están permitiendo que gente buena haya sido dispersada y deportada, por millones, durante los últimos diez años: madres y padres, hermanas y hermanos, niños. Han sido alejados, enviados de regreso a lugares en los que tienen que enfrentarse con la violencia y en donde no hay futuro…Sabemos que hay muchos ‘buenos pastores’, muchos buenos líderes y mucha gente buena en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad; mucha gente que se interesa por el bien de los demás”.

El arzobispo de la Arquidiócesis de Los Ángeles citó las palabras del Papa Francisco durante su reciente estancia en América Latina. El Sumo Pontífice dijo: “La Iglesia es una madre con un corazón abierto. Ella sabe cómo dar la bienvenida y aceptar sobre todo a aquellos que necesitan de una mayor atención, a aquellos que tienen mayores dificultades. La Iglesia, como Jesús lo desea, es el hogar de la hospitalidad… Y acoge a las diferentes culturas, con las que nuestra tierra ha sido tan ricamente bendecida”.

Y Monseñor Gomez pidió que en la Eucaristía se recordaran los nombres de aquellos que no pudieron estar compartiendo esta misa. “Tengámoslos presente en nuestro corazón y coloquemos sus nombres sobre este altar”.

‘…que los que tienen responsabilidad en la sociedad sean conscientes de la bendición que son los inmigrantes…’

 Por su parte, el Obispo Auxiliar Alexander Salazar, director de la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la Arquidiócesis angelina y quien concelebró la misa, agradeció a las parroquias el apoyo que brindaron para ayudar a su feligresía en asuntos migratorios. Más de cien voluntarios han formado equipos en las parroquias para asistir gratuitamente en todo lo relacionado a los programas DAPA y DACA, que de aprobarse, serían muy beneficiosos para los indocumentados.

“La Arquidiócesis de Orange y San Bernardino nos apoyan para seguir adelante. Los diáconos y sus esposas han hecho un equipo importantísimo en esta labor, pero especialmente agradecemos a nuestro pastor, el Arzobispo Gomez por todo lo que hace por nosotros. Por motivarnos a seguir adelante. Confiamos en la ayuda de Dios, siempre presente en todos nosotros”.

A continuación le pidió a los equipos de las parroquias que se pusieran de pie y la feligresía les brindó un largo aplauso. El Obispo Auxiliar Salazar aprovechó para invitar a otros a ser parte de esta labor. Concluyó orando para “que todos los que tienen responsabilidad en la sociedad sean conscientes de la bendición que son los inmigrantes en nuestro país, y se comprometan a conseguir la reforma migratoria que asegure la paz, la justicia y el bien común de la sociedad”.

Antonio Méndez, de 55 años y padre de cuatro hijos, fue uno de los cientos que asistieron a esta la misa, pero su esfuerzo por llegar a la Catedral quizás fue mayor que el de la mayoría de los presentes. Originario de Michoacán, México, este 2015 volvió a salir a pie desde la Diócesis de Orange hasta el centro de Los Ángeles, para asistir a la Misa de los inmigrantes. El año pasado realizó esta caminata solo, pero esta vez un grupo de cuatro hombres, entre ellos dos adolescentes, lo acompañaron.

“Camino para agradecerle a Dios y también para solidarizarme con el sufrimiento que pasan los inmigrantes cuando cruzan el desierto para llegar hasta aquí. Muchos llegan, pero también muchos mueren. También para unirme al sufrimiento de familias separadas, niños huérfanos perdidos en este sistema de inmigración, y muchos que están prisioneros en esa incertidumbre de no saber qué va a pasar con ellos”.

Méndez considera que esta misa “es una oportunidad que nos brinda el Arzobispo Gomez, y anteriormente el Cardenal Mahony, para reunirnos, orar, ayudarnos unos a otros”.

Empezó la caminata dos días antes de la misa, a las 3 y media de la mañana, saliendo de la Parroquia de San Bonifacio en Anaheim, al norte del condado de Orange. La lluvia los detuvo en Downey y se refugiaron en la casa de una familia hospitalaria; durmieron unas pocas horas, y reiniciaron el camino hacia la Catedral. Marcharon aproximadamente 52 millas por las calles sorteando los riesgos que esto implica. Sus compañeros se mantuvieron a su lado. Uno de ellos es Antonio López, de 13 años, que se unió a la marcha, aunque confiesa que al principio casi se regresa a su casa. “Yo vine porque mis padres cruzaron de México caminando y quería sentir lo que ellos sintieron”.

La idea de hacer esta caminata surgió el año pasado cuando a la parroquia de Méndez llegó la reliquia de Santo Toribio Romo, el “Patrón de los inmigrantes”. “Sentí como una voz interior que me decía que los inmigrantes caminan en busca de una vida mejor, y muchos mueren, y allí sentí que el Santo me estaba llamando a caminar. Esperamos que el próximo año podamos realizar una caminata con más gente para tener más fuerza y más voz”.

Y el adolescente Antonio hizo un llamado a otros jóvenes. “Vengan a unirse con nosotros para caminar en apoyo de quienes vienen a este país por un futuro mejor”.

Jersey Vargas -la niña que el año pasado le escribió una carta al Papa Francisco y luego fue al Vaticano a pedirle que intercediera por su papá, en ese entonces preso en un centro de inmigración del cual luego fue liberado- era otra de los muchos menores que estaban en la misa junto a sus familias.

“Estoy aquí porque mis padres son inmigrantes y quiero apoyarlos. Estoy muy feliz porque desde que mi papá regresó mi familia está más unida que nunca”, dijo la pequeña mexicoamericana. Desde su encuentro con el Papa su fama ha aumentado, así como también el deseo de unirse a la lucha para la legalización de millones de inmigrantes. “Con mi familia apoyamos todo lo que se haga por los inmigrantes, y voy a seguir estudiando muy duro porque quiero ser congresista y dar mis opiniones, y si no sale la reforma migratoria, quiero ser una política que vote para eso”.

En tanto que su mamá Lola Vargas, sentada a su lado y sosteniendo en brazos a una de sus seis hijos, dijo que en ese día le agradecía especialmente a Dios por seguir su familia unida, y se comprometía a seguir participando en marchas que presionen para una reforma migratoria integral.

La misa culminó con palabras del Arzobispo Gomez pidiendo que todo Estados Unidos sea un país que de la bienvenida a los inmigrantes. “¡Que vivan los inmigrantes, que vivan!” concluyó con énfasis. VN

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