El comandante de la Policía de Los Ángeles (LAPD) Jorge Villegas ha hecho una carrera en este cuerpo con la convicción de que los hispanos necesitan estar representados por sus autoridades.
“Mis padres decidieron dejar la ciudad de Guadalajara y venir a los Estados Unidos para buscar mejores oportunidades de trabajo”, dijo a Efe Villegas, nacido en Ixlant del Río en Nayarit, México y que llegó a Estados Unidos a los 5 años.
“Vivimos cerca de Mc Arthur Park en el área de la División de Rampart durante unos 10 años y luego nos mudamos al condado de San Gabriel, hasta los 18 años cuando terminé la preparatoria y me inscribí en el Ejército donde estuve dos años”, comentó.
Tras servir en el Ejército, comenzó a estudiar en el Colegio de Citrus, en el este de San Gabriel, y al mismo tiempo trabajaba en un banco, “esperando una oportunidad para entrar a la policía”.
Ingresó al Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD, en inglés) en marzo de 1989 y siguió estudiando.
“Asistí a la escuela, tomé sólo una clase al semestre pues es difícil trabajar y estudiar al mismo tiempo y tardé como nueve años para obtener mi grado de bachiller”, explicó el oficial de su título universitario en Ciencias con énfasis en Administración Pública.
Posteriormente, en 2006, terminó su maestría en Manejo Organizacional en la Universidad Azusa Pacific y también es graduado del Instituto para Control de la Delincuencia de la Universidad del Sur de California, la Academia Nacional del FBI y el Programa de Desarrollo de Liderazgo de la Academia West Point.
“Desde niño veía que la comunidad hispana no desarrollaba relaciones con los oficiales, ni con los maestros y los oficiales de gobierno no tenían cómo comunicarse con la gente”, afirmó. De ahí surgió su deseo de hacerse policía.
Gracias a su destacada carrera, Villegas fue nombrado recientemente comandante del Buró del Valle, extensa área al norte de Los Ángeles con abundante población latina y una de las cuatro grandes zonas de operación de LAPD.
El ejemplo de dedicación al trabajo de sus padres y la disciplina del hogar han sido fundamentales en su éxito profesional, asegura el comandante Villegas.
“Mi papá trabajó en construcción y en manufactura, tenía dos trabajos al mismo tiempo y trabajaba casi siete días a la semana. Mi mamá también hacía costura en la casa. Le llevaban de 500 a 1.000 piezas de tela ya cortadas que tenía que coser para ensamblarlos y ella lo hacía cuando no estaba cocinando o llevándonos y recogiéndonos de la escuela”, recordó.
“Mis padres eran muy disciplinados y no nos dejaban desviarnos. Siempre nos exigieron que fuéramos responsables y actuáramos rectamente”, destacó el oficial.
Su trabajo sobresaliente en la organización le ha mantenido muy lejos de sentirse discriminado, aunque reconoce que ha escuchado de oficiales que sí han sufrido discriminación por ser latinos.
“Pero el jefe (de LAPD William) Bratton desea que la organización sea como un espejo para la comunidad y está tratando de identificar oficiales que no han tenido oportunidad para ofrecérsela”, aseguró.
Villegas agregó que la política actual de LAPD es poner frente a la comunidad “oficiales que sean como ellos para que se puedan comunicar, entender sus necesidades y que la comunidad entienda lo que la policía hace”.
Esta necesidad de oficiales latinos de alto rango se percibe en todo Los Ángeles, pero especialmente en comunidades como la División Mission -donde Villegas estuvo al mando antes de asumir como Comandante del Valle el 1 de febrero de este año- o en las divisiones de Foothill y VanNuys, que también conoce bien.
“En Mission, el 75 por ciento de los sospechosos y 60 por ciento de las víctimas de los delitos son latinos”; sin embargo, no se tiene la misma proporción de oficiales que sean hispanos, “además de que entre los oficiales latinos no todos hablan español”.
“A nuestros oficiales no les importa si una persona tiene o no documentos. Eso no tiene validez para investigar los crímenes. Si cuando estamos investigando encontramos que una persona con un delito violento es indocumentada, entonces sí tenemos la responsabilidad de comunicarlo a inmigración”, afirmó.
No obstante, sus dos hijos, ambos varones de 15 y 13 años, no piensan ser oficiales, quizás por todo el esfuerzo, tiempo y dedicación que esa carrera implica.
“Sin ninguna duda, ser oficial de alto rango afecta la vida familiar, te quita mucho tiempo y por eso cuando estás en casa tienes que dedicar todo el tiempo para ellos”, concluye al referirse a sus hijos y a su esposa -también latina- a quien llama “la reina de la casa”.VN