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LAS VACUNAS Y EL BEBÉ

El miedo al contagio de una enfermedad vírica en los primeros meses de vida constituye una de las pesadillas más recurrentes de los padres de un bebé. Sin embargo, el seguimiento riguroso de un calendario de vacunación contra las patologías más habituales en esa edad es el arma más eficaz de prevención para ahuyentar ese peligro.

La primera vacuna de la historia, la de la viruela, fue administrada en 1796 por Edward Jenner, un médico rural inglés a partir de la observación del contagio de esta enfermedad de las recolectoras de leche en la región donde habitaba. Ya en 1881 el francés Louis Pasteur inoculó la vacuna del ántrax. Después vinieron las de la rabia, el tétanos y la difteria, patologías que se habían llevado al otro mundo a millones de personas a lo largo de la historia. Desde entonces, la lista de preparados de antígenos para inmunizar a los humanos de las enfermedades víricas más mortíferas no ha parado de crecer.

Las campañas de vacunación como elemento de defensa frente a las históricas pandemias se suceden todos los años con el patrocinio de las autoridades de salud. Por esta razón, las vacunas llegan cada vez a más gente, incluidos los ciudadanos de países con menos recursos.

DEL NACIMIENTO A LA ADOLESCENCIA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dictado normas para iniciar, siempre que sea posible, el proceso de inmunización de los recién nacidos y seguir el calendario de vacunas homologado, que se prolonga hasta la adolescencia.

La primera fase del proceso de inmunización de los bebés se inicia cuando éstos cuentan horas o días y debe seguirse hasta que han cumplido los dieciocho meses. Entre los 2 y los 16 años deben aplicarse otras vacunas, algunas de ellas “de recordatorio”, con el fin de completar el proceso de defensa frente a las patologías al acecho.

La OMS ha recordado que, gracias al esfuerzo internacional con estas campañas de vacunación, se ha reducido en más de un 60 por ciento el número de muertes anuales por sarampión en la última década, y que el objetivo es llegar al 90 por ciento en 2010.

La Organización Panamericana de Salud (OPS) anunció, por su parte, que en los últimos 15 años unos 160 millones de niños y adultos del continente se han beneficiado de las campañas de vacunación contra la rubéola, el sarampión, la poliomielitis, el tétanos, la difteria, la tos ferina, la hepatitis B y la meningitis, entre otras.

La Asociación Internacional de Pediatría (AIP) alerta acerca de la edad en que el niño es capaz de formar anticuerpos específicos frente a cada vacuna. Por ejemplo, la de la Hepatitis A no se aconseja en menores de 18 meses, debido a que éstos ofrecen una respuesta inmunitaria muy pobre.

La AIP establece también como norma el número de dosis necesarias de cada vacuna para obtener una protección eficaz y duradera. Por otra parte recomienda que se procure agrupar varias vacunas en una sola, con el fin de que sea más sencillo, y menos traumático, para las criaturas.

PRIMERO LA HEPATITIS B Y LA TUBERCULOSIS

El calendario de vacunaciones para bebés homologado por las autoridades sanitarias internacionales ha quedado así:.

CERO MESES:

Primera dosis de hepatitis B.

Tuberculosis (opcional).

La vacuna contra la Hepatitis B se administra a los niños en una serie de tres inyecciones con el fin de protegerle frente a las infecciones del hígado. La primera dosis se les aplica antes de salir de la clínica donde han nacido. Si la madre porta el virus VHB en su sangre, el bebé recibe la primera dosis a las pocas horas del alumbramiento.

La segunda dosis se suministra al niño cuando cuenta entre uno y dos meses de edad, y la tercera a los seis meses. La segunda y la tercera dosis se administran junto con otras vacunas infantiles de rutina.

La vacuna contra la tuberculosis sólo es recomendada por la OMS cuando se dan circunstancias de riesgo, tanto ambientales como hereditarias, para el recién nacido y con un peso no inferior a los 2 kilogramos.

DOS MESES:

Segunda dosis de Hepatitis B.

Primera dosis de DTPa (difteria, tétanos, tos ferina), VPI (polio), Hib (Haemophylus Influenza), meningococo C, Pn7v (neumococo) y rotavirus (opcional).

La difteria es una enfermedad infecciosa de gran virulencia que provoca falsas membranas en las vías respiratorias así como en las amígdalas, la garganta, la nariz, el corazón y la piel.

El tétanos es una patología mortal provocada por una toxina que ocasiona en los neonatos afectados alteraciones neurológicas que se manifiestan en forma de contracciones musculares violentas.

La tos ferina es altamente contagiosa, afecta a las vías respiratorias y puede causar la muerte del bebé en menos de 24 si no es tratada convenientemente.

El meningococo es la bacteria causante de la meningitis, una infección generalizada que acaba con la vida del enfermo en pocas horas, mientras que el neumococo es otro agente patógeno que actúa sobre las vías respiratorias y puede provocar asfixia letal.

La poliomielitis puede ocasionar parálisis parcial e incluso la muerte, aunque desde hace medio siglo esta enfermedad es muy poco común en los países avanzados.

La bacteria Haemophylus Influenza puede derivar en neumonía, infección grave o daño cerebral irreparable.

El rotavirus es una variante vírica que causa la muerte cada año a unos 700,000 niños en países en vías de desarrollo, según datos de la OMS. Se manifiesta en forma de vómitos y de diarrea severa pero en los últimos años se ha logrado controlar en gran parte gracias a las vacunas.

La reacción más habitual de los bebés tras ser inyectados suele ser de llanto, irritabilidad y algunas décimas de fiebre aunque, por regla general, el problema desaparece a las 24 horas. Para atajar los efectos se recomienda suministrar al bebé mucho líquido, algún antitérmico si la fiebre persiste y aplicar compresas frías en la zona donde le pusieron la inyección.

CUATRO MESES:

Segunda dosis de DTPa, VPI, Hib, meningococo C, Pn7v y rotavirus (opcional).

SEIS MESES:

Tercera dosis de hepatitis B, DTPa, VPI, Hib, Pn7v y rotavirus (opcional).

Primera dosis de la gripe.

La gripe es más preocupante cuando se trata de bebés, pero la vacuna no se puede administrar hasta que no han cumplido medio año de vida y tampoco es recomendable en los casos de alergia al huevo, ya que los componentes del antígeno se obtienen de ese alimento.

NUEVE MESES:

Fiebre amarilla (opcional).

Esta vacuna solo está recomendada para los bebés donde existe riesgo de contraer esta enfermedad hemorrágica (África y algunas zonas selváticas de Sudamérica), también llamada “plaga americana”, que transmite el mosquito Aedes aegypti.

ENTRE LOS DOCE Y LOS QUINCE MESES:

Cuarta dosis de Pn7v.

Tercera dosis de meningococo C.

Segunda dosis contra la gripe.

Triple vírica (sarampión, rubéola y parotiditis).

VARICELA

El sarampión solía ser hasta la fecha una enfermedad infecciosa muy común en niños y adolescentes. Los síntomas consisten en unas manchas en la piel, fiebre alta y debilidad general. El proceso del mal, desde que se incuba hasta que se manifieste, no suele ser superior a los 20 días. Aunque no es habitual, el sarampión puede provocar problemas graves en la audición, en el aparato digestivo y en la vista.

La rubéola presenta características similares al sarampión pero suele ser menos agresiva. Si una mujer contrae esta enfermedad mientras está embarazada corre el riesgo de transmitir daños cerebrales al feto o de abortar.

La parotiditis, o paperas, es una patología contagiosa que provoca inflamación de las glándulas parótidas, ubicadas en la mandíbula. Quien padece esta enfermedad queda inmunizado de por vida aunque cabe el riesgo de resultar afectado el sistema nervioso central y, en el caso de los varones, los testículos, lo cual puede derivar en infertilidad.

La varicela fue asociada históricamente a la viruela, pero la medicina demostró que su etiología es diferente. Provoca unas costras un tanto molestas por todo el cuerpo y no suele durar más de una semana. Es más preocupante cuando se da en adolescentes o adultos que en bebés, ya que el virus puede quedarse alojado en los ganglios y reaparecer al cabo de los años en forma de herpes zóster o “culebrilla”.

Entre los quince y los dieciocho meses:

Quinta dosis de Pn7v.

Cuarta dosis de DTPa, VPI y Hib.

Tercera de meningococo C y de gripe.

HEPATITIS A

La Hepatitis A es una variante de infección del hígado como consecuencia del contacto con agua o alimentos contaminados y suele resultar menos peligrosa que la Hepatitis B. En el caso de los bebés, la hepatitis A provoca vómitos, fiebre, pérdida de apetito y dolor abdominal agudo. VN

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