Este fin de semana recordamos y damos gracias a Dios por la visita del Bienaventurado Papa Juan Pablo II a Los Ángeles, el 15-16 de septiembre de 1987.
Este 25 aniversario nos llama a reflexionar sobre el privilegio especial que es recibir una visita del sucesor de San Pedro, el Vicario de Jesucristo en la tierra. Tenemos que preguntarnos: ¿Qué estaba diciendo el Espíritu de Dios a nuestra iglesia mediante las palabras y los gestos pastorales del Santo Padre? ¿Qué desafíos y prioridades identificó él para nuestra misión? ¿Hemos permitido que sus palabras influenciaran nuestras vidas y ministerios?
Estas fueron las preguntas que yo me hice esta semana, mientras oraba sobre las charlas y enseñanzas de Bienaventurado Juan Pablo durante esta visita.
Yo estaba sorprendido otra vez de cómo él conocía el carácter y la historia de esta gran Arquidiócesis. Él habló sobre nuestra herencia inmigrante y misionera; nuestra juventud; nuestra hermosa diversidad de gentes y lenguajes. Él habló sobre la importancia de la vida de familia aquí y nuestro gran compromiso con la educación católica y los ministerios de hospitalidad y caridad.
Él colocó su visita en el contexto de una enseñanza sobre el Santo Nombre de Jesús. “En un mundo lleno de ideologías competitivas y con tantas promesas falsas y vacías, el nombre de Jesucristo trae salvación y vida” dijo.
Nos recordó que nuestra identidad cristiana –y el propósito de nuestra vida- viene del nombre de Jesús. “Nosotros somos llamados cristianos, y por lo tanto el nombre de Jesucristo es también nuestro nombre”.
Por nuestras palabras y acciones como cristianos, debemos decir a la gente de nuestro tiempo, que ellos pueden encontrar salvación en el nombre de Jesús. Debemos decirles que solamente Él da sentido a nuestra vida y da respuesta a nuestras dudas, nuestros temores y nuestros sufrimientos.
La evangelización de la cultura fue el tema real de la visita del Papa.
El Papa nos desafió: ¿Nuestra fe cristiana hace alguna diferencia en nuestra cultura? O lo opuesto, ¿Es verdad que nuestra fe cristiana está siendo demasiado influenciada por nuestra cultura secular?
Las preguntas del Santo Padre son provocadoras y todavía relevantes. Debemos examinar nuestros ministerios y nuestro testimonio personal a la luz de estas preguntas:
“¿Cómo está evolucionando la cultura estadunidense hoy? ¿Esta evolución está siendo influenciada por el Evangelio? ¿Ella refleja claramente inspiración cristiana? Su música, su poesía y arte, su teatro, su pintura y escultura, la literatura que ustedes están produciendo ¿Son todas esas cosas el reflejo de una nación que está siendo influenciada por el espíritu de Cristo para la perfección de la humanidad?”
El Bienaventurado Juan Pablo señaló que la Iglesia tiene un deber único en esta gran metrópoli que juega un papel profundo en conducir la tecnología y formar la cultura en el mundo de hoy.
Él dijo que necesitamos animar a los intelectuales, los artistas y los productores a luchar por cosas más altas. A crear palabras “de gran belleza, revelando lo que es noble y elevado en la humanidad y promover lo que es justo, bueno y verdadero”.
El Bienaventurado Juan Pablo llamó a nuestra Iglesia a una tarea misionera que yo encuentro inspiradora y emocionante:
“Las buenas nuevas de Jesús deben ser proclamadas en el lenguaje que la gente sencilla entienda, en símbolos artísticos que den sentido a su experiencia, en formas que correspondan, tanto como sea posible, a sus propias aspiraciones y necesidades, su manera de ver la vida y la manera como ellos hablan a Dios. Al mismo tiempo, no debe ser traicionada la verdad esencial cuando el Evangelio es traducido y la enseñanza de la Iglesia es transmitida”.
¡Qué hermosa llamada para salir y conocer realmente a la gente de nuestra sociedad hoy en día. Para encontrar nuevas formas de llegar a ellos y nuevas maneras de llevarlos al encuentro con Jesucristo!
Cada católico tiene “una misión eclesial en el mundo” nos dijo el Papa.
Cada uno de nosotros debe trabajar para “llevar la influencia del Evangelio que eleva y purifica al mundo de la cultura, a todo el ámbito del pensamiento y la creatividad artística, a las diferentes profesiones y lugares de trabajo, a la vida familiar y a la sociedad en general”.
De modo que oremos esta semana unos por otros. Y tratemos de reflexionar más sobre el mensaje que el Bienaventurado Juan Pablo trajo a nuestra gran Arquidiócesis hace 25 años.
Yo he puesto un enlace en las homilías del Santo Padre y las charlas en mi página de Facebook. Yo les animo a pasar algún tiempo leyendo y orando sobre sus palabras. Esas palabras están dirigidas de una manera especial, a cada uno de nosotros, y a nuestra misión como familia de Dios aquí en Los Ángeles.
Oremos también para que Nuestra Señora de los Ángeles nos fortalezca en verdad y amor, y nos ayude a sentir una mayor responsabilidad de nuestra misión de llevar nuestro mundo a Jesucristo.
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