LA OBESIDAD, ENEMIGA DESPIADADA DE LA SALUD

Es tanto el daño que provoca, que hasta la Primera Dama de Estados Unidos toma cartas en el asunto

Recientemente, la Primera Dama de Estados Unidos, Michelle Obama, declaró que estaba dispuesta a resolver el problema de la obesidad para que los niños que nazcan hoy en este país, crezcan más sanos. Su meta es “trabajar para cambiar la manera en que una generación completa de niños piensa sobre la comida y nutrición”. Por eso creó una iniciativa de ley llamada “Let’s Move!”, la cual por medio de una combinación de estrategias que usan el sentido común, se espera encaminar a los niños hacia un futuro sano desde sus primeros meses de vida.

“Let’s Move!” se enfoca en crear un comienzo saludable en la vida de los niños; informar y orientar a padres y cuidadores de menores sobre la mejor nutrición y la importancia de hacer ejercicio; mejorar el acceso a alimentos sanos con precios accesibles al bolsillo; ofrecer comida sana en las escuelas, y aumentar la actividad física.

El esfuerzo para reducir la obesidad infantil involucra a padres y cuidadores, autoridades del gobierno, escuelas, profesionales de cuidado médico, organizaciones comunitarias y compañías del sector privado.

A raíz de esto, el presidente Obama ya firmó una disposición que creará un equipo de trabajo contra la obesidad infantil (Task Force on Childhood Obesity). Esto llevará a la revisión de programas y leyes relacionadas a la nutrición infantil y actividad física, y desarrollará un plan nacional que maximice los recursos federales y concrete la meta de la Primera Dama.

¿QUÉ LA PROVOCA?

Según estudios, casi el 70 por ciento de los hombres y mujeres adultos en Estados Unidos tiene sobrepeso. Actualmente se sabe más de las consecuencias de la obesidad que de las causas que la provocan.

Las investigaciones han ligado la obesidad a factores genéticos, metabolismo, estilo de vida, y factores fisiológicos y hasta psicológicos. Al menos un estudio ha descubierto un gen que obstaculiza la habilidad del cuerpo de quemar grasas.

Sin embargo, la doctora Helena Huerta, con práctica en San Bernardino, y especialista en nutrición considera que la dieta, hábitos de vida y emociones están más relacionados a la obesidad que los factores genéticos. “Por ejemplo, los niños aprenden a comer para satisfacer el hambre, pero también comen para aliviar el aburrimiento, complacer a sus padres o liberarse del estrés. El resultado es que el niño no responde bien al hambre en sí, sino a las emociones asociadas con comer”, agrega.

Se ha visto que las comidas rápidas pueden también contribuir a la obesidad. “Ellas ofrecen una gran cantidad de grasas y calorías a bajo precio, y en este país se están consumiendo más que nunca antes”, afirma.

La especialista dice que aunque la obesidad no es una condición que ponga en peligro la vida, constituye sin duda un factor de riesgo para desarrollar diabetes, y sufrir ataques al corazón, alta presión, artritis y algunas formas de cáncer. “Además, la gente obesa tiene más dificultad para recuperarse de las cirugías. Y los costos de cuidado médico asociados con la obesidad se estiman en más de los 100 mil millones de dólares”, añade.

LA REALIDAD DE PERDER PESO

Mientras que las causas de la obesidad son complejas y pueden variar de individuo a individuo, investigaciones recientes indican que la mejor manera de prevenir un aumento de peso gradual es adoptando una dieta que consista mayormente en frutas, vegetales, granos completos, productos lácteos bajos en grasa, proteínas de carnes sin grasa o legumbres, limitar la cantidad de azúcar, las grasas saturadas, y comprometerse a realizar suficiente actividad física todos los días.

Las causas de la obesidad son muchas, como también las formas de controlarla. “Millones de americanos se ponen a dieta y gastan al año un dineral tratando de perder peso. Todo ese dinero va a programas que se publicitan como fáciles y exitosos, pero en realidad quienes ganan son las compañías que promueven productos y dietas, no las personas que las compran”, dice Huerta.

“Es más barato y efectivo disminuir la cantidad de calorías que consumimos en las comidas y bebidas y aumentar la actividad física”, comenta.

Asimismo, la experta puntualiza que lo más recomendable es regular el peso cuando uno es joven. Esto involucra un compromiso a largo plazo con un estilo de vida que balancee el consumo de calorías con la eliminación de éstas.

“Después de los veinte años, usted requeriría menos calorías a medida que envejece. La cantidad de energía que necesita para mantener su cuerpo funcionando, disminuirá alrededor del 2 por ciento cada década después de los 30. Si consume una dieta de dos mil calorías ahora, y 10 años más tarde está consumiendo el mismo número, puede esperar un aumento de peso. Por cada década de edad, necesitará alrededor de 40 calorías menos por día. Esto será especialmente importante si baja su nivel de actividad física. Como ve, usted debe mantener un estilo de vida activo además de monitorear su ingesta de calorías”, dice.

De acuerdo a Huerta, el control de peso a través de medicamentos no funciona. “La comunidad médica ha intentado usar ciertas drogas para combatir la obesidad, pero a largo plazo es un fracaso. La tolerancia que se desarrolla con el tiempo hace que las drogas sean efectivas solamente por cuatro a seis meses. Además, podrían causar efectos secundarios como depresión o hipertensión”, dice.

EL PAPEL DE LOS PADRES

Lamentablemente, es alarmante cómo los niños latinos forman parte de las filas de obesos de este país.

Con más del 30 por ciento de niños hispanos considerados obesos, los expertos recomiendan lo siguiente para ayudar a los padres de familia a promover la actividad física durante todo el ciclo escolar:

• Lleve a sus hijos a la escuela caminando.

• Inscríbalos en equipos deportivos.

• Aliéntelos a ir a la escuela en bicicleta
o a andar en bicicleta por su vecindario.

• Limite el tiempo que pasan viendo televisión o jugando juegos en la computadora.

• Haga que sus hijos jueguen al aire libre.

Estas recomendaciones son importantes porque los programas de educación física de muchas escuelas públicas no proporcionan a los niños la cantidad suficiente de actividad física que necesitan para mantener un estilo de vida sano. Estudios recientes demuestran que sólo un 29% de los niños en Estados Unidos asisten a una clase de educación física diariamente, comparado con una tasa de asistencia del 42% en 1991.

Por esto se recomienda a los padres hispanos enfrentar esta situación proactivamente, manteniendo a sus hijos en constante actividad física fuera de casa por lo menos una hora al día, todos los días.

El ejercicio es crucial para mantener un programa de peso adecuado, el cual debe ser un compromiso a largo plazo.

Algunos estudios han demostrado que los pre-adolescentes que son físicamente activos tienen un menor riesgo de sufrir enfermedades del corazón, diabetes y presión arterial alta. Además, al realizar algún tipo de actividad física podrían mejorar su autoestima, y reducir sus sentimientos de ansiedad y depresión. VN

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