LA HUELLA DE SAN AGUSTÍN EN LOS PRIMEROS TRES MESES DEL PONTIFICADO DEL PAPA LEÓN XIV

LA HUELLA DE SAN AGUSTÍN EN LOS PRIMEROS TRES MESES DEL PONTIFICADO DEL PAPA LEÓN XIV

El Papa León XIV y San Agustín | Crédito: Daniel Ibáñez/EWTN News y Dominio Público

Por ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ

Hoy se cumplen tres meses desde que el Papa León XIV se asomó por primera vez al balcón central de la Basílica vaticana, tras ser elegido sucesor de San Pedro.

En aquel primer mensaje Urbi et Orbi, pronunciado el 8 de mayo, el Santo Padre expresó con firmeza estas palabras, que marcarían el inicio de su pontificado:

“Soy agustino, un hijo de san Agustín, que ha dicho: ‘Con ustedes soy cristiano y para ustedes, obispo’. En este sentido podemos caminar todos juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado”.

En estos tres meses, León XIV ha citado en diversas ocasiones a su padre espiritual, San Agustín, consolidando así una línea pastoral profundamente enraizada en la tradición agustiniana.

Ya sea en mensajes sobre la Inteligencia Artificial, en discursos dirigidos a los jóvenes o en audiencias con peregrinos, el Papa León XIV ha aprovechado cada ocasión —a través de sus discursos, audiencias y homilías— para ofrecer valiosas enseñanzas inspiradas en San Agustín de Hipona.

En la mayoría de las intervenciones ha citado Confesiones, una de las obras más conocidas del santo, como lo hizo en su homilía durante la Misa de inauguración de su ministerio petrino, celebrada el 18 de mayo. También ha hecho referencia a otras obras fundamentales del obispo de Hipona, como el Comentario a los Salmos y La Ciudad de Dios.

LA UNIDAD EN CRISTO

Uno de los temas más recurrentes en el magisterio del Papa León XIV durante estos primeros meses ha sido la importancia de la unidad en Cristo. No por casualidad, el Santo Padre eligió para su ministerio episcopal el lema In Illo uno unum, tomda de San Agustín.

Durante una audiencia con Delegaciones Ecuménicas, el Papa recordó que la preocupación por la unidad “ha sido siempre una constante en mí, como atestigua el lema que he elegido para mi ministerio episcopal”.

Esta expresión, explicó, “recuerda que también nosotros, aun siendo muchos, ‘en Aquel uno —o sea en Cristo—, somos uno’” (Enarr. in Ps., 127,3).

“Nuestra comunión se realiza, en efecto, en la medida que convergemos en el Señor Jesús. Cuanto más le somos fieles y obedientes, más unidos estamos entre nosotros. Por eso, como cristianos, estamos llamados a orar y trabajar juntos para alcanzar paso a paso esta meta, que es y será siempre obra del Espíritu Santo”, dijo en aquella ocasión.

Este llamado a la unidad lo ha realizado también en otros contextos, como en su mensaje a las Obras Misionales Pontificias, en el que recordó que “es en la Trinidad en quien todas las cosas encuentran su unidad. Esta dimensión cristiana de nuestra vida y misión la llevo en mi corazón”.

Y agregó: “Cristo es nuestro Salvador y en Él somos uno, la familia de Dios, más allá de la rica variedad de nuestras lenguas, culturas y experiencias”.

LA PATRIA CELESTIAL

“Nos has hecho para ti, [Señor,] y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Confesiones, 1,1.1). Esta célebre frase, que resume el núcleo de la espiritualidad agustiniana, ha sido citada por el Santo Padre en más de una ocasión, como en su mensaje a la Federación Internacional de Universidades Católicas.

Con ella, el Papa León XIV recuerda que el ser humano ha sido creado para Dios y que sólo en Él puede encontrar la felicidad plena.

En su mensaje por la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, subrayó la “dimensión peregrina” de la Iglesia, “perpetuamente orientada a alcanzar la patria definitiva, sostenida por una esperanza que es virtud teologal”.

En este contexto, advirtió que “cada vez que la Iglesia cede a la tentación de la ‘sedentarización’ y deja de ser civitas peregrina —el pueblo de Dios peregrino hacia la patria celestial (cf. San Agustín, La ciudad de Dios, Libro XIV-XVI)—, deja de estar ‘en el mundo’ y pasa a ser ‘del mundo’”.

También, al dirigirse a los jóvenes que participaban en un encuentro en Medjugorje, recordó un pensamiento de San Agustin, que “no habla de la casa del Señor como de una meta lejana, sino que anuncia la alegría de un camino vivido juntos, como un pueblo en peregrinación”:

UNA FE VIVIDA CON HUMILDAD Y COMPASIÓN

A la luz de la parábola del Buen Samaritano, el Papa León XIV exhortó en su homilía pronunciada el pasado 13 de julio en Castel Gandolfo, a mirar al prójimo “con los ojos del corazón”.

Al citar a San Agustín, remarcó que “el mismo Señor y Dios nuestro quiso llamarse nuestro prójimo, pues Jesucristo nuestro Señor se simbolizó en el que socorrió al hombre tendido en el camino, herido, semivivo y abandonado por los ladrones” (La Doctrina cristiana, I, 33).

En un videomensaje dirigido a los jóvenes de Chicago, recordó que el santo de Hipona enseñó que, “si queremos que el mundo sea un lugar mejor, debemos empezar desde nosotros mismos, debemos iniciar desde nuestra vida, desde nuestro corazón”.

También, durante una Audiencia General el 25 de junio, comentó las palabras de San Agustín en su obra Sermones, en la que afirmó que “la multitud apretuja, la fe toca”.

“Cada vez que realizamos un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro”, dijo el Santo Padre.

 

Uno de los temas más recurrentes en el magisterio del Papa León XIV durante estos primeros meses ha sido la importancia de la unidad en Cristo. No por casualidad, el Santo Padre eligió para su ministerio episcopal el lema In Illo uno unum, tomda de San Agustín.

Durante una audiencia con Delegaciones Ecuménicas, el Papa recordó que la preocupación por la unidad “ha sido siempre una constante en mí, como atestigua el lema que he elegido para mi ministerio episcopal”. VN

Share