HISPANA AYUDA A JÓVENES EXCONVICTOS A BUSCAR SU REINSERCIÓN SOCIAL
Los Ángeles.- Jasmine Guerrero ha dedicado más de diez años de trabajo a ayudar a niñas y jóvenes de minorías que han tenido problemas con el sistema judicial a superar las barreras sociales y económicas para buscar un mejor futuro.
Tras presentar su tesis de graduación de posgrado en 2006 sobre la situación de las mujeres encarceladas y sus circunstancias al salir de la prisión, Guerrero decidió ayudar a estas jóvenes.
“El realizar esa investigación y esas entrevistas y escuchar las experiencias tan difíciles de estas mujeres, me abrió un horizonte y el deseo de ayudarlas a reintegrarse a la sociedad”, contó Guerrero.
Encontró la oportunidad adecuada cuando comenzó a trabajar con la fundación “Girls and gangs”, que brinda ayuda a jóvenes que han tenido problemas con el sistema judicial para que éstas puedan aspirar a un mejor futuro.
“Al principio no fue fácil, en realidad nunca lo ha sido, pues lo primero y más importante es ganarse la confianza de las jóvenes”, señaló Guerrero, quien actualmente es directora de casos de “Girls and gangs”.
La profesional de origen mexicano explicó que el abuso sexual y psicológico, la violencia familiar y la pobreza son alguno de los factores “que empujan a estas jóvenes a la calle y a tener problemas con la ley”.
“Es muy doloroso ver la situación de todas ellas -que generalmente han sufrido abuso, la mayoría de ellas desde la infancia- y que ahora tratan con esfuerzo de encontrar un lugar en la sociedad”, dijo.
Una vez que se logra obtener la confianza de las jóvenes, se elabora un plan de trabajo mientras están internas, durante de un período de cerca de seis meses.
“Si cuando cumplen su tiempo en un reformatorio no encuentran una ayuda especializada vuelven al mismo ciclo caracterizado por violencia y cárcel”, aseguró Jasmine.
“Ellas mismas se fijan metas, deciden si quieren estudiar o trabajar -o ambas cosas- para su reintegro a la sociedad y establecen las prioridades para lograrlas”, explicó.
De esa forma, comienza un proceso de preparación para obtener las herramientas necesarias para ser personas útiles en su comunidad.
Guerrero explicó que éste es un punto crítico del proceso, porque las jóvenes vuelven al ambiente de donde salieron, “donde muchas veces sus familias son disfuncionales, viven en la pobreza y allí no tienen horizontes”.
Además, si van a buscar un trabajo, no tienen ni la experiencia ni las calificaciones necesarias además de que su pasado no las ayuda, ni tienen mucha confianza con su oficial de libertad condicional para contarle sus problemas, pues creen que podrían volver a la reclusión.
Pero través del programa de mentores van descubriendo sus deseos y sus fortalezas y se van preparando para ser más competitivas, y también reciben ayuda profesional para superar sus traumas psicológicos.
“Muchas de ellas sufren de depresión o tienen problemas para relacionarse con los demás, pues han sufrido abuso durante mucho tiempo”, indicó.
A pesar de las dificultades muchas establecen sus metas, algunas muy altas.
“Les mostramos las distintas oportunidades que tienen: cómo pueden terminar su preparatoria sino si no la tienen; si desean ir a un Colegio Comunitario o quieren enrolarse en las fuerzas militares o capacitarse para un trabajo”, dijo.
Guerrero dijo que lo más importante es enseñarles a no rendirse a pesar de los “obstáculos y dificultades que encuentran en el proceso”.
También recordó sus dudas sobre la efectividad del sistema cuando comenzó ayudar a estas jóvenes en riesgo, aunque ahora, asegura, que está segura de que el “programa realmente funciona”.
Guerrero destacó que estas jóvenes “no han tenido buenas oportunidades y merecen que alguien les ayude”, y que su misión es “sembrar esperanza” y existen metas que ellas pueden alcanzar. VN
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