Los Ángeles, 20 jun (EFE).- Tres alumnos indocumentados que esta semana se gradúan de secundaria con becas completas para estudiar en prestigiosas universidades de California ven su futuro con incertidumbre a falta de una ley que les ayude a regularizar su estatus.
Los jóvenes, todos de la escuela secundaria Belmont en Los Ángeles, fueron traídos a EE.UU. por sus padres siendo muy niños y una vez graduados de la universidad, sin una reforma migratoria o la aprobación del Dream Act, no podrán ejercer su profesión.
“Estoy muy emocionada por ser la primera de mi familia en ir a la universidad”, declaró Evelin, una joven de 18 años y la tercera entre ocho hermanos, que este miércoles se graduará de secundaria.
“Sin embargo, no estoy completamente feliz pues aunque estudie duro y ponga todo mi esfuerzo, si no se logra una solución para nosotros los estudiantes indocumentados, al finalizar mis estudios no podré ejercer mi profesión”, agregó la joven que piensa estudiar psicología y ya fue admitida en UC Berkeley.
Para Ana, que fue aceptada en UC Merced y quiere ser pediatra “para servir a las comunidades menos favorecidas”, el haber logrado este cupo es “una gran satisfacción”. Sin embargo, a pesar del esfuerzo esta joven de 17 años no sabe si podrá alcanzar plenamente sus metas.
“El futuro para estos jóvenes es agridulce: sienten una gran felicidad por poder asistir a una excelente universidad pero temen que todo su esfuerzo académico se vea truncado si no logran legalizar su situación”, anotó Jorge Martínez, consejero escolar del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, el segundo más grande de EE.UU. y con cerca de 70 por ciento de hispanos.
Alan, cuyos padres lo trajeron el país cuando tenía tres años, también sueña con ir a la escuela de medicina una vez obtenga su licenciatura en UC Merced.
“Quiero ser médico y llegar los más lejos posible en mi profesión” dijo el joven de 17 años a Efe. “Por eso le pido al gobierno que considere las circunstancias de muchos como yo, que no tenemos la culpa de haber sido traídos al país cuando éramos niños”.
“Para estos jóvenes, EE.UU. es su país, el único donde han vivido y el que reconocen como propio”, explicó Martínez al señalar que “sacarlos de aquí para llevarlos a otro país significaría una total desadaptación para ellos”.
Según Angélica Salas, directora ejecutiva de la Coalición pro Derechos Humanos del Inmigrante en Los Ángeles (CHIRLA, en inglés), “el país no puede darse el lujo de perder estos jóvenes que están ofreciendo lo mejor de sí mismos para llegar a ser excelentes profesionales”.
El programa de liderazgo estudiantil para estudiantes de preparatoria Red de Iniciativa de Oportunidades Cívicas, de CHIRLA, ha apoyado a estos y a otros estudiantes para que logren sus metas académicas y puedan acceder a universidades de prestigio.
Una entidad privada que trabaja con el programa, financiará los costos de matrícula, vivienda, transporte, libros y gastos similares de estos estudiantes,cada uno de los cuales es el primero de su familia en asistir a una universidad de cuatro años.
En el programa participaron siete jóvenes indocumentados, entre los que se cuentan Evelin, Ana y Alan, así como Sean, un joven filipino, declarado el mejor alumno de su promoción.
“La educación es lo más importante y debes hacer todo lo que sea necesario para conseguir lo mejor”, concluyó Evelin. VN