EL FIN DE UNA GRAN ERA EN NUESTRA ARQUIDIÓCESIS CON LA MUERTE DEL OBISPO JOHN J. WARD (1920-2011)

Por el Cardenal ROGELIO M. MAHONY Arzobispo de Los Angeles

A continuación publicamos la declaración sobre el fallecimiento del Muy Reverendo John James Ward, Obispo Auxiliar Emérito de Los Angeles. En la próxima edición de VIDA NUEVA incluiremos su historia.

Con la muerte del Obispo John J. Ward hoy, ha terminado una gran era en la historia de la Iglesia de Los Angeles.

Nacido el 28 de septiembre de 1920, el Obispo John Ward sirvió unos 33 años como Obispo Auxiliar de Los Angeles, y después 15 años más como Obispo Emérito de Los Angeles. Cuando falleció, a la edad de 90 años, era uno de los obispos de más edad en los Estados Unidos.

El Obispo Ward fue distinguido para servir activamente bajo los primeros cuatro arzobispos de Los Angeles: Arzobispo John J. Cantwell, Cardenal James Francis McIntyre, Cardenal Timothy Manning y el Cardenal Rogelio Mahony. Ningún otro obispo ha logrado un récord semejante de servicio a la Iglesia aquí en Los Angeles.

El Obispo Ward fue el único de los tres obispos que quedan en los Estados Unidos, que participaron en el Concilio Vaticano Segundo. Con su muerte, sólo el Obispo Emérito Philip Hannan, de Nueva Orleans, y el Arzobispo Emérito Raymond Hunthausen, de Seattle, quedan vivos. El Obispo Ward participó en las sesiones tres y cuatro del Concilio en Roma.

Originario de Los Angeles, el Obispo Ward fue alumno del seminario de San Juan, en Camarillo, y pocos años después de su ordenación fue enviado a la Universidad Católica de América para estudiar Derecho Canónico. A su regreso a Los Angeles, mantuvo un papel de liderazgo activo en el Tribunal Arquidiocesano. El Obispo Ward fue el primer alumno del Seminario de San Juan que fue ordenado obispo.

A través de los años, el Obispo Ward y el entonces Obispo Auxiliar Timothy Manning, administraron el Sacramento de la Confirmación a cientos de miles de jóvenes católicos en los condados de Santa Bárbara, Ventura, Los Angeles y Orange. Casi cada semana del año, el Obispo Ward estaba fuera en nuestras parroquias administrando el don del Espíritu Santo sobre nuestros jóvenes católicos. Simultáneamente, él sirvió como Pastor activo de la parroquia de San Timoteo en Los Angeles.

Al Obispo Ward le gustaba visitar las parroquias y conferir la Confirmación a los jóvenes católicos. Él era siempre cordial, amigable, sociable y ansioso de envolver a nuestros jóvenes en diálogo sobre su fe. Las parroquias anhelaban que él viniera a sus confirmaciones.

A él también le encantaba contar historias y episodios que encontraba en toda la Arquidiócesis, siempre puntualizando esas historias con una sincera carcajada, una carcajada que llenaba cualquier cuarto en el que se encontrara. Él tenía afición por la carne y los cigarros, y disfrutaba pasando tiempo con los sacerdotes y los líderes laicos de nuestra Arquidiócesis cuando visitaba las parroquias.

Como Pastor de la parroquia de San Timoteo, él celebraba regularmente la Misa de las 6:30 AM en la Iglesia, sin importar su demandante programa de la noche anterior o del día siguiente. Normalmente él respondía el teléfono en la noche, cuando alguien llamaba, y estaba ansioso de ayudar tan a menudo como fuera posible.

El Obispo Ward siempre fue generoso de corazón y de espíritu con todos. Hablando de los candidatos de Confirmación, no había nunca una “respuesta equivocada” de parte de una persona joven. Él tenía la habilidad de sacar lo mejor de cada uno y de crear una atmósfera de vida y amor de Dios dondequiera que él servía.

Cuando yo vine por primera vez a Los Angeles, me dirigí al Obispo Ward para colaborar con el entonces Obispo William J. Levada para crear una nueva estructura y organización de nuestra Arquidiócesis. Su visión y esfuerzos mutuos resultaron en la creación de las cinco regiones pastorales y los veinte decanatos, así como la organización administrativa de las oficinas centrales.

El Obispo Ward fue el Hombre de Iglesia definitivo: él tenía un amor personal y profundo por Jesucristo y por la Iglesia visible que Jesús estableció sobre esta tierra. En sus muchos años de ministerio como sacerdote y Obispo, dio un testimonio vibrante de su inagotable amor por la Iglesia y todo lo que pertenecía al Cuerpo de Cristo.

Nosotros hemos sido testigos del fin de una gran era en nuestra Arquidiócesis con la muerte del Obispo John J. Ward, y le pedimos que ahora interceda por nosotros delante de Dios, a quien él amó tan profundamente. VN

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