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EL DRAMA DE DAISY CUEVAS ALIMENTA EL CLAMOR DE LA REFORMA MIGRATORIA

Washington.- El drama de Daisy Cuevas, una niña de origen peruano cuyos padres corren peligro de ser deportados, alimenta cada día más el clamor por una reforma migratoria integral en EEUU.

Cuevas, de siete años y alumna de segundo grado en una escuela primaria en Silver Spring (Maryland), saltó involuntariamente a la fama cuando, con toda la franqueza que caracteriza a los niños, le dijo a la Primera Dama, Michelle Obama, que su mamá “no tiene papeles”.

Eso fue el pasado 19 de mayo, cuando Obama acudió a la escuela New Hampshire Estates Elementary School, acompañada de la primera dama de México, Margarita Zavala.

Ante el temor de la niña de que el Gobierno expulse a los indocumentados, Obama reconoció que EEUU necesita resolver el problema de la inmigración ilegal para que la gente pueda obtener sus “papeles”.

Frente a las cámaras de televisión, Cuevas, nacida en Estados Unidos, replicó: “pero mi mamá no tiene papeles”.

La niña, ahora convertida en todo un símbolo del movimiento pro-reforma, encapsuló con precisión y contundencia el meollo del debate: el Gobierno del presidente Barack Obama no cesa las redadas y deportaciones y el Congreso tampoco adelanta la reforma migratoria, mientras miles de indocumentados viven con el temor de no tener un mañana en Estados Unidos.

Se calcula que hay doce millones de indocumentados en Estados Unidos y, según las autoridades peruanas, uno de cada tres peruanos vive de forma ilegal en este país o ya ha tramitado su residencia permanente.

La situación es igual de dramática para los millones de niños nacidos en Estados Unidos de padres indocumentados, como es el caso de Daisy. Según el Centro Hispano Pew, el número de niños con padres indocumentados subió de 2,7 millones en 2003 a cuatro millones en 2008.

Que candidatos republicanos al Senado como Rand Paul, en Kentucky, arremetan contra ellos no sorprende: desde al menos 1995, varios republicanos han promovido iniciativas para negarles la ciudadanía automática.

Grupos que se oponen incluso a la inmigración legal les llaman despectivamente “anchor babies” porque, según ellos, los indocumentados tienen hijos en EEUU para que les sirvan de “ancla” o tabla de salvación.

Mientras, el drama de la niña no va a desaparecer fácilmente y, hoy mismo, se prevé que el presidente peruano, Alan García, lo traiga a colación en su reunión con Obama en la Casa Blanca.

En declaraciones a la prensa la semana pasada, García dijo que está “verdaderamente orgulloso” de que esa menor haya destacado “el enorme problema de la inmigración latinoamericana” en EEUU.

Al igual que otros mandatarios de la región, también García ha condenado la ley SB1070 que criminaliza la presencia ilegal de indocumentados en Arizona, la ha tachado como una “respuesta completamente irracional”, y así piensa decírselo a Obama.

Por su parte, Obama ha condenado la SB1070 y ha repetido que sigue comprometido con la reforma migratoria, algo que prometió durante su campaña en 2008.

Pero la realidad política hace difícil lograrla este año.

Obama ha dejado en claro que, ante la complicada aritmética en el Congreso, la reforma migratoria requerirá del apoyo de la oposición.

Los republicanos, a su vez, han dicho tajantemente que no habrá reforma migratoria antes de que se haya fortalecido por completo la seguridad en la frontera sur.

Los demócratas tampoco están libres de culpa, pues controlan ambas cámaras del Congreso y la medida propuesta en diciembre por el legislador demócrata Luis Gutiérrez no ha avanzado un ápice en el calendario de la Cámara de Representantes.

En el Senado, la propuesta marco presentada por los senadores Charles Schumer, Bob Menéndez y Harry Reid, es sólo eso: una propuesta con buenas intenciones que tampoco avanza.

Ya quisieran los políticos actuar con la franqueza y madurez que exhibió Daisy, una niña que a tan corta edad sabe que la solución para las vicisitudes de sus papás pasa por el Congreso, aquejado de una parálisis sobre el tema. VN

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