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“CRISTO HA RESUCITADO Y SU TRIUNFO ES NUESTRO TRIUNFO”

¿Qué celebramos durante el Triduo Pascual?

Todos los latinos en Estados Unidos traemos muchos recuerdos de la Semana Santa en nuestros países de origen. Tanto en los pequeños pueblos como en las grandes ciudades de Latinoamérica, la Semana Santa rompe radicalmente la rutina de la vida. Quizás muchas de las costumbres de nuestros abuelos se han perdido, pero aún se conservan tradiciones muy peculiares, como las comidas (la capirotada, las tortitas de camarón, etc. etc.), las procesiones, la visita a las siete iglesias, etc.

Muchas de estas tradiciones, nuestros jóvenes las han adaptado a la realidad de este país. Las escenificaciones de la pasión en las parroquias, casi siempre son iniciativa de grupos juveniles hispanos, o incluso nuevas formas de ritualizar el lavatorio de los pies, siguen iniciativas de nuestra comunidad. En una parroquia representaron a los 12 apóstoles con vestimentas de oficios o profesiones de nuestros días; en otra parroquia los que escenificaron a los 12 apóstoles se pusieron a lavar los pies de otros feligreses. De alguna manera nuestro pueblo expresa de manera ritual lo que quieren vivir en la vida.

Les invito hoy a meditar en el mensaje que cada de los días que forman el Triduo Santo. Sin duda será de gran provecho para todos.

EL JUEVES SANTO

EL AMOR COMO UN MODO DE VIDA

¿Se ha puesto usted a pensar que lavar los pies a otra persona en los tiempos de Jesús, era un trabajo de esclavos? Jesús el Hijo de Dios, Señor de cielos y tierra realiza el trabajo de un esclavo. Imagínate que el Presidente Bush, y no es mi intención compararlo con Jesucristo, se pusiera a lavar los baños en un barrio pobre de África. Aún ese ejemplo, poco probable, es bastante lejano para entender la acción de Jesús. Sobre todo que Jesús no lo hizo para impresionar o para ganar votos, lo hizo por amor y con alegría, con la certeza de que con ello está haciendo la voluntad de Dios. Y este gesto lo une a dos sacramentos: la Eucaristía y el Sacerdocio, ambos centrales en la espiritualidad católica. Un cristiano que va a Misa acepta el compromiso de vivir sirviendo por amor a sus hermanos. Un sacerdote cuando es ordenado acepta ser un esclavo de su comunidad.

El pan partido y el vino consagrado, son la expresión de una vida entregada, la vida de Cristo que se da por amor y que en ese amor redime y salva a la humanidad. Cuando comulgamos con esos mismos sentimientos, nuestra vida se transforma, mejor aún se diviniza, se vuelve amable, porque se llena del amor de Dios. ¿Existe algo mejor que esto? ¿Podríamos encontrar un mejor modo de alcanzar la felicidad?

Amar y compartir la comida y la bebida, son la síntesis del cristianismo. Por eso, cada domingo al participar en la Santa Misa, invitamos a Cristo a nuestra vida cotidiana, reconocemos su presencia real en el pan y en el vino consagrados y lo llevamos a través de nuestro testimonio de vida a quienes aun no lo conocen.

VIERNES SANTO

SU DOLOR ES EL DOLOR DEL MUNDO

Cuando Jesús presentó ese modo de vida, puso en crisis a la sociedad de su tiempo, y si viniera hoy, pondría en crisis a nuestra sociedad. ¿Quién en nuestro tiempo acepta que los pobres son bienaventurados, que los que perdonan, alcanzarán misericordia y que los pacíficos heredarán la tierra?

Los líderes religiosos, los ricos y poderosos, los terratenientes y los que jugaban con la política de Roma, vieron en Jesús una amenaza a sus intereses, a sus privilegios, a su poder. Sabemos que Jesús murió por nuestros pecados, pero sin duda hubo unas causas históricas, unas personas concretas que hicieron todo lo posible para eliminar a Jesús del escenario judío. No fueron los judíos los que mataron a Cristo, fueron los sumos sacerdotes y la gente poderosa los que orquestaron esa muerte.

Yo creo que es muy importante identificar las causas de la muerte de Cristo, porque quizás sin quererlo hoy mismo estaríamos creando las condiciones para matar o al menos silenciar a los que cumplen en nuestro tiempo la función profética que Cristo realizó.

Las vestiduras sacerdotales rojas en este día nos recuerdan el martirio de Cristo y nos invitan a entender que nunca más se debe derramar sangre inocente. También hoy traemos a nuestra oración las situaciones de sufrimiento y dolor de muchos hermanos. La espiritualidad que brota de la Cruz, nos mueve a la compasión y a la misericordia.

Quizás la realidad más próxima a la Cruz es el dolor del pueblo inmigrante, ellos son el rostro actual del Cristo sufriente. Y hoy como ayer hay unas víctimas y hay victimarios. Hay gente solidaria con su dolor y hay personas que se aprovechan de esa situación. Todos los días oímos gente que acusa a los inmigrantes y a los que los defienden de traer problemas e inseguridad a este país. Los obispos y los sacerdotes que apoyan la causa inmigrante son atacados, criticados y en ocasiones amenazados. Es el calvario de Cristo en nuestro tiempo.

SÁBADO DE GLORIA Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN

NO BUSQUEN ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTÁ VIVO

Nosotros nos preparamos en el silencio del sábado a la fiesta gloriosa de la Resurrección, que sin duda es esperanzadora. Cristo está vivo, no podía ser de otro modo. Quien nos trajo la vida verdadera no podía quedar sepultado, no podía ser silenciado. Cristo está vivo y está actuando. Percibimos su presencia en los sacramentos de la Iglesia, sentimos su amor, en el perdón que damos y recibimos, en la comida que compartimos, en la confianza y amor que damos a los que están a nuestro alrededor.

El triunfo de Cristo es el triunfo de la justicia, de la verdad, del amor, de la paz. Lo que hizo y enseñó Cristo viene de Dios. La Resurrección es la firma de Dios al documento que es Cristo, por eso, su propuesta de vida es normativa, es la única y verdadera manera de vivir humanamente. Sin Cristo estamos muertos, la vida carecería de sentido, el esfuerzo y la lucha no tendrían una meta verdadera. Esta es la Buena Noticia.

Y esta Buena Noticia la vemos ya viva en todas las personas que tratan de seguir a Jesús, que tratan de hacer el bien aun sin conocer a Jesús. Lo vemos en las madres que dan todo por sus hijos, en los padres de familia que doblan turno para facilitar una vida digna a sus hogares, en tantos profesionales que realizan su trabajo no sólo por el interés de un buen salario sino por el gusto de servir al pueblo de Dios. Lo vemos en médicos, enfermeras, carteros, sacerdotes, religiosas, catequistas, misioneros, que aman, que se entregan, que lo dan todo sólo por amor. Lo vemos en nuestros obispos que sin pensarlo dos veces han abrazado la causa de los inmigrantes. Allí está Cristo vivo, allí está la vida que él nos entregó.

Hermanos, les anuncio una gran alegría, Cristo ha resucitado y su triunfo es nuestro triunfo, porque a dónde él está, también llegaremos nosotros.

Les invito a que llamen a Libros Liguori: 1800 325 9521 para que soliciten libros que les ayuden a crecer en vuestra fe. Pueden pedir “Manual para el Católico de Hoy” o “La Guía católica para los creyentes más pequeños”. Son dos libritos que han ayudado a muchos católicos hispanos en Estados Unidos a perseverar en su fe. VN

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