CAMBIOS EN EL SISTEMA DE MIGRACIÓN PODRÍAN ESTAR EN LAS URNAS
Se suman los motivos para salir a votar este noviembre. En esta elección nacional también estaría en juego el futuro de una reforma migratoria integral
(FOTO: Carmen López y su hija ciudadana estadounidense esperan que el futuro gobierno apruebe una reforma migratoria integral para que no sigan separándose las familias).
Por ALICIA MORANDI
La desconexión con el sufrimiento ajeno duele; muchos voltean su cara para no ver el dolor de ese prójimo tan humano como uno mismo. Recientemente, la decisión dividida de la Corte Suprema negó la posibilidad de tener una legalización temporal bajo la Acción ejecutiva del Presidente Obama. Alrededor de cinco millones de inmigrantes- la mayoría trabajadora, decente, comprometida con su familia- que esperaba una solución a su “limbo migratorio”, tendrán que seguir viviendo y trabajando con el temor a la deportación y separación familiar. ¿Pero hasta cuándo? En el voto podría estar la respuesta.
‘NO HAY RESPUESTA PARA INDOCUMENTADOS COMO YO’
Carmen López es una de los millones de indocumentados que podría haberse beneficiado temporalmente con el programa DAPA (Acción Diferida para Padres de Ciudadanos y Residentes Permanentes).
Esta mexicana originaria de Puebla llegó a California en 1989; trabajó sin descanso y al mismo tiempo estudió, y varios años después tuvo una hija (18) que es ciudadana estadounidense. Con gran esfuerzo esta madre soltera obtuvo una licenciatura de “Liberal Studies” con énfasis en educación de la Universidad CalState Northdrige, y posteriormente logró certificarse de traductora e intérprete. Pero Carmen está aún indocumentada.
“El día que el Presidente Obama dio la noticia de la Acción ejecutiva con los programas DAPA y DACA, lloré de la alegría. Aunque no era algo permanente, fue como una luz al final del túnel. Pero tiempo después recibí la mala noticia de que eso quedó en la nada, y fue una decepción muy grande porque tenía la esperanza de que quizás alguno de los magistrados de la Corte que no estaba a favor, cambiara de opinión; de que quizás alguno se hubiera dado cuenta de lo que sufren millones por no tener papeles. Pero no, están desconectados de este sufrimiento”, dice Carmen.
Buscar la manera de legalizarse ha sido una constante en su vida. A los pocos años de llegar aquí, Carmen desempeñó una labor tan excelente en la compañía donde trabajaba que el empleador le ofreció ayudarla a sacar “los papeles”. Entonces entregó una fuerte suma de dinero a un abogado para comenzar los trámites, pero una mala práctica arruinó el caso y Carmen ni siquiera pudo obtener un permiso temporal de trabajo.
“EL ABOGADO COMETIÓ MUCHOS ERRORES DE MANERA QUE ME LO NEGARON. ESTUVE VARIOS AÑOS CON ESE TRÁMITE”.
Esto no la detuvo para seguir trabajando y estudiando. “Aunque tenía buenas calificaciones, no pude tener acceso a ninguna beca por ser indocumentada”. Como trabajaba tiempo completo en un preescolar privado, tomaba el programa PACE diseñado para adultos. Estudiaba en las noches y los fines de semana mientras criaba a su hija.
Sus conocimientos, títulos, disposición al trabajo y profesionalismo le han brindado buenas ofertas laborales que no ha podido aceptar por no tener un permiso. Hoy día tiene un empleo de medio tiempo por sólo 10 dólares la hora.
“En estos momentos las posibilidades de legalizarse son muy limitadas”, dice Carmen, “pero muchos creen que los que aún no hemos obtenido los papeles es por desidia o ignorancia. Existe mucha desinformación al respecto; muchos desconocen las trabas que existen. La única manera de arreglar papeles ahora es por casamiento con un ciudadano americano o residente legal; petición familiar o a través del empleo, y estas visas son sumamente limitadas. Yo no tengo ninguna de estas opciones en estos momentos. Casi toda mi familia vive aquí. Algunos tienen la residencia legal, pero si hacen una petición familiar por mí, al ser mexicana me tomaría al menos 20 años lograr la legalización. A principios de los años 90, como yo tenía ese caso con inmigración a través del empleo, siguiendo los consejos de mi abogado no presenté la solicitud de petición familiar.
“Conforme pasan los años y no se resuelve nada, las puertas también se han ido cerrando. No hay respuesta para indocumentados como yo. En este país tengo más de la mitad de mi vida, y mi hija nació y se crió aquí. Para muchos de nosotros la única opción es que haya una reforma migratoria que nos permita obtener una residencia o un permiso de trabajo. Somos una mayoría de gente trabajadora que queremos brindarle a nuestros hijos una vida mejor sin el miedo de que algún día nos vayan a deportar”, continúa.
La fe religiosa ha sido su aliada. “Yo tengo muchísima fe en Dios y sé que Él nunca nos desampara. Aunque sé que podría ganar mucho más si tuviera mis papeles, a mi hija y a mí nunca nos ha faltado nada; sé que Dios es quien provee.
“Ahora la única esperanza es que el próximo año, el nuevo gobierno busque una solución real para los millones de indocumentados en el país. Y que el Congreso también apoye. Tiene que haber un cambio para que exista una reforma”, concluye Carmen con una mezcla de tristeza y esperanza, mientras se niega a darse por vencida.
‘…EL VOTO LATINO ES UN FACTOR CLAVE EN ESTAS ELECCIONES’
El bloqueo de la Acción ejecutiva del Presidente Obama ha constituido un golpe brutal para casi la mitad de indocumentados de Estados Unidos. “Ellos llevan años esperando una solución permanente que les permita vivir legalmente y contribuir a la economía de este país sin el fantasma de la deportación”, afirma el Profesor Armando Vázquez-Ramos, académico de CalState Long Beach University (CSULB) en el Programa de Estudios Étnicos, y coordinador de “California-Mexico Project”. Y aclaró que la decisión de la Corte Suprema no cambia el programa vigente de DACA 2012 (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia). Lo que continúa bloqueada es la oportunidad de dar una protección más amplia a los padres indocumentados de ciudadanos estadounidenses.
“Lo más importante que puede hacer el Presidente Obama de aquí hasta el final de su gestión, es suspender- por una acción administrativa- las deportaciones de aquellos que son padres de nacidos en este país”, dice Vázquez-Ramos.
De acuerdo al entrevistado, “al aproximarse la elección presidencial, el asunto migratorio ha cobrado mayor notoriedad debido a las profundas diferencias de los dos candidatos de ambos partidos políticos”.
La demócrata Hillary Clinton apoya una reforma migratoria integral y defiende la Acción ejecutiva propuesta por el Primer mandatario.
Por su parte, el republicano Donald Trump propone la deportación de los 11 millones de indocumentados, levantar un muro más alto que el existente en la frontera con México, y eliminar los programas DACA y DAPA.
Este debate ha intensificado la importancia de salir a votar el próximo noviembre. En esta elección no se juega únicamente el futuro de las Acciones ejecutivas migratorias, sino el futuro de la reforma migratoria integral, la cual, según varios líderes, sería la única solución permanente.
De acuerdo con el profesor y activista Vázquez-Ramos, la población hispana va a seguir creciendo y contribuyendo a la riqueza de este país. Por lo tanto, “el voto latino es un factor clave en estas elecciones. Con el voto podemos tener el capital político para presionar a que se concrete una reforma migratoria integral en cuanto comience la próxima Administración y el nuevo Congreso en enero del año próximo.
“Todos tenemos la responsabilidad de concientizar a la comunidad para que nuestro voto no sea olvidado ni rechazado después de la elección presidencial”, agrega el académico de CSULB.
Una reforma migratoria constituye algo más que un acto humanitario, es también una manera de estimular la economía de Estados Unidos.
El estudio “Raising the Floor for American Workers: The Economic Benefits of Comprehensive Immigration Reform” -realizado por el doctor Raúl Hinojosa-Ojeda, profesor de Desarrollo Internacional y Regional en la Escuela de política pública e investigación social en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), encuentra que “una reforma migratoria integral que incluya la legalización de inmigrantes indocumentados y permita un flujo de trabajadores legales resultaría de gran beneficio económico para Estados Unidos”.
Basado en el modelo del programa de legalización de 1986, Hinojosa revela que una reforma migratoria agregaría una ganancia de alrededor de 1.5 mil millones de dólares a la economía estadounidense en unos 10 años. Esto provocaría un aumento en el consumo e inversiones. En tanto que una deportación masiva resultaría en una pérdida de casi 3 mil millones de dólares en el producto interno bruto del país en aproximadamente una década. VN
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