
‘AUNQUE PERDIMOS LA CASA, AÚN SIENTES QUE DIOS ESTUVO MUY PRESENTE Y QUE HAY UN PROPÓSITO EN TODO ESTO’
Tras de 60 años de matrimonio, Ray y Mary Jo de Altadena marcan un nuevo capítulo después del incendio.
Cuando el mortal incendio Eaton avanzaba hacia la casa de Altadena que Ray y Mary Jo Spano habían restaurado con esmero desde casi la ruina, Ray tomó su posesión más preciada: casi 300 cartas de amor de su noviazgo a principios de los años 60.
Mary Jo llevó consigo fotos de sus nueve hijos y 24 nietos. Antes de irse, colocó una imagen de la Divina Misericordia en las puertas delanteras y traseras de su hogar, así como en la entrada del estudio de arquitectura de Ray.
“Aunque perdimos la casa y su oficina, aún sientes que Dios estuvo muy presente y que hay un propósito en todo esto”, dijo Mary Jo, de 84 años. “Supongo que, con el tiempo, entenderemos cuál era”.
Criados en partes muy distintas del país, se conocieron gracias al compañero de habitación de Ray en la escuela de arquitectura de la Universidad de Arizona, quien era primo de Mary Jo.
“Por alguna razón, pensó que Mary Jo y yo haríamos una buena pareja”, dijo Ray, ahora de 87 años.
Una de las razones fue, sin duda, la profunda fe que compartían y que ahora los guía en medio de esta catástrofe.
UN AMOR CIMENTADO EN LA FE
Ray creció en Cleveland, Ohio, y asistió a la Cathedral Latin School antes de que su familia se mudara a California en su último año de secundaria. Se graduó de Chaminade High School (hoy Chaminade College Preparatory School) en West Hills.
Mientras tanto, en Lafayette, Indiana, Mary Jo estudió en la Saint Francis High School. La escuela estaba a punto de cerrar, por lo que sus dos últimos años de clases fueron en la cancillería de la Diócesis de Lafayette. Allí impresionó tanto al obispo John Bennett que este la contrató como su secretaria. Continuó trabajando con el entonces obispo John Carberry, con quien desarrolló una estrecha relación hasta su nombramiento como cardenal arzobispo de San Luis.
Tras una visita organizada por su primo para presentarlos, Ray y Mary Jo iniciaron un noviazgo a larga distancia de dos años, separados por más de 3,200 kilómetros. “En aquellos días, las llamadas telefónicas eran costosas”, recordó Ray.
ASÍ NACIERON 300 CARTAS DE AMOR.
También en aquellos tiempos, los obispos rara vez celebraban bodas. Pero Carberry, con quien siguieron en contacto hasta su muerte, los casó el 26 de diciembre de 1964.
Como regalo de bodas, les obsequió una imagen de porcelana de la Virgen María, enmarcada con un fondo de terciopelo carmesí. La colgaron en la pared de su habitación para verla al despertar y la llevaron consigo cuidadosamente a medida que Ray terminaba la universidad, se mudaban al sur de California y cambiaban de hogar varias veces. En 1978, compraron una casa para restaurar en Altadena.
UN HOGAR CONSTRUIDO CON AMOR Y ESFUERZO
Construida entre 1909 y 1910 como la primera casa en Rubio Street, la residencia de 3,400 pies cuadrados fue el hogar de sus nueve hijos —hoy de entre 43 y 59 años—, pero estaba en mal estado. La glicina y la hiedra cubrían la fachada. En el interior, los paneles de madera habían sido pintados y las lámparas originales sustituidas por iluminación moderna. Los azulejos decorativos habían sido destruidos.
Durante 30 años, mientras Ray trabajaba y sus hijos asistían a la escuela católica, la pareja cantaba en el coro de la iglesia St. Elizabeth of Hungary y, juntos, decapaban pintura, restauraban madera, instalaban lámparas de época y diseñaban el jardín. Una estatua de la Virgen María, que había pertenecido a la madre de Mary Jo, decoraba un muro bajo de ladrillos en el jardín.
Ray también remodeló el garaje independiente, ampliándolo para crear un estudio de arquitectura cuyo diseño demostraba su talento. Tras 20 años de trabajo en ese espacio, planeaba retirarse después de completar un último proyecto para un cliente de larga data. Él y Mary Jo querían viajar y pasar más tiempo con su familia.
El pasado mayo, Rubio Street fue parte de un recorrido anual de casas en Altadena que recaudó más de $100,000 para el Huntington Hospital. Se instaló un café en su patio trasero y el estudio de Ray fue una de las paradas del recorrido. El video grabado ese día de su jardín y estudio ha sobrevivido. Prácticamente todo lo que aparece en esas imágenes ahora es cenizas.
El 7 de enero, huyeron de las llamas. Su casa probablemente se consumió a la mañana siguiente.
UN NUEVO COMIENZO DESPUÉS DE LA PÉRDIDA
Cuando el humo se disipó, Ray y Mary Jo se pusieron trajes de protección para inspeccionar lo que quedó en pie.
Encontraron la chimenea, los cimientos, el muro bajo de ladrillo y la estatua de la Virgen María en el jardín. Entre los escombros y los cables retorcidos del segundo piso colapsado, varias figurillas de ángeles permanecían intactas.
Su preciada imagen de porcelana de la Virgen, regalo del cardenal Carberry, se perdió.
“Nunca pensé que perderíamos la casa. Pensé que tomaríamos lo más valioso y luego regresaríamos. Si hubiera sabido por un minuto que la casa desaparecería, esa habría sido una de las cosas que habría llevado conmigo”, dijo Ray.
“Son cosas que nada puede reemplazar. Solo puedes guardarlas en tu corazón”.
Está agradecido de que estén vivos y de que su fe les dé la fuerza para seguir adelante.
MIRANDO HACIA EL FUTURO
Tienen la intención de reconstruir su hogar y ayudar a sus vecinos a hacer lo mismo.
Ray comenzó a enviar correos electrónicos a sus vecinos de Rubio Street con información práctica, y la lista ha crecido a unas 90 personas. Su hijo Nick, dueño de un café, organizó un almuerzo para reunir a los vecinos y asesorarse con un bufete de abogados.
Ray no se pregunta por qué Dios permitió el incendio, al que atribuye a fuerzas de la naturaleza. En cambio, se pregunta cómo debe responder.
CANCELÓ SUS PLANES DE JUBILACIÓN.
“Quiero ayudar a mis vecinos a rediseñar sus hogares”, dijo, considerando cómo facilitarles el proceso de reconstrucción.
Encontrar una vivienda temporal lo suficientemente grande para ellos y la familia de Tony ha sido un desafío. También es difícil vivir lejos de la iglesia St. Elizabeth of Hungary, donde anhelan reunirse con amigos.
“Todo puede sernos arrebatado, pero debemos recordar que esto es solo un instante en comparación con lo que viviremos en la eternidad”, dijo Ray. “Le digo a la gente que nuestra casa se fue al cielo antes que nosotros”.
Su hijo Nick ha iniciado una campaña en GoFundMe para ayudarlos. Se puede encontrar aquí. VN
FUENTE | AngelusNews
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