Nogales (Arizona).- El número de muertes de inmigrantes indocumentados en la frontera de Arizona se ha incrementado considerablemente durante el presente año fiscal 2010, al superar las cifras de los últimos cinco años.
Según estadísticas de la Patrulla Fronteriza Sector Tucson proporcionadas a Efe, desde el 1 de octubre del 2009 y hasta el pasado 31 de agosto se han registrado 211 fallecimientos de inmigrantes indocumentados, frente a 196 del año pasado durante el mismo periodo.
En tanto, a poco más de 20 días de que finalice el año fiscal, la cifra de muertes de indocumentados reportadas por la Coalición de los Derechos Humanos de Arizona asciende a 236, que supera ampliamente las 206 reportadas por la coalición al término del año fiscal 2009 y las 183 del año fiscal 2008.
En el año fiscal 2007 se reportaron 237 fallecimientos, mientras que en el 2006 la cifra fue de 205 muertes.
Las muertes registradas en los últimos 11 meses en la frontera de Arizona solamente son superadas por las 282 reportadas por la coalición al término del año fiscal 2005.
Las cifras de la coalición están basadas en información proporcionada por las oficinas del médico forense en los condados fronterizos de Arizona.
David Jimarez, vocero de la Patrulla Fronteriza Sector Tucson, dijo a Efe que el incremento en las muertes de indocumentados responde a que los agentes fronterizos están encontrando más restos humanos en zonas más apartadas.
“No podemos saber con certeza cuánto tiempo tenían estos restos humanos en el desierto, puede haber sido más de un año pero como se encontró durante el presente año fiscal debemos contabilizarlo como tal”, explicó el agente fronterizo.
Agregó que los recursos otorgados para incrementar la seguridad en la frontera han permitido que los agentes tengan acceso a lugares más remotos del desierto, áreas donde en muchas ocasiones encuentran los restos humanos.
Pero para Jimarez los principales responsables de las muertes de los inmigrantes indocumentados son los traficantes de humanos, mejor conocidos como “coyotes”.
“A los traficantes no les importa la vida humana, engañan a los indocumentados obligándolos a caminar por más de cinco días en el desierto y muchas veces los abandonan si no pueden continuar, sin importarles que tengan agua y comida”, sostuvo.
Agregó que es común encontrar tirados en el desierto paquetes vacíos de medicamentos, entre ellos pastillas de cafeína que los traficantes dan a los indocumentados “para que aguanten más” y puedan caminar más rápido.
Pero para activistas como Kat Rodríguez, portavoz de la Coalición de los Derechos Humanos, las muertes de indocumentados son “una crisis humanitaria” de la que nadie habla en los Estados Unidos.
A su juicio, ni siquiera los grupos y políticos que luchan por aprobar una reforma migratoria comprensiva mencionan las muertes de indocumentados.
“Lo más triste es que estas son solamente las muertes que sabemos que han ocurrido, no sabemos cuántos cuerpos más están en el desierto y aún no se han encontrado”, manifestó la activista.
Enfatizó que diariamente llega a su oficina y encuentra mensajes de personas que están buscando sus familiares y lo único que saben es que trataron de cruzar la frontera por el desierto de Arizona.
Rodríguez considera que el Gobierno Federal también tiene una gran responsabilidad en las muertes de los indocumentados, al enfocarse solamente en la militarización de la frontera y olvidándose de enfrentar las razones que obligan a estas personas a dejar sus pueblos.
El aumento de muertes llevó a la Oficina del Médico Forense en el condado Pima, en el sur de Arizona, a rentar un camión refrigerador para almacenar los cuerpos. VN