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“AQUÍ ESTOY SEÑOR…” LLAMADOS PARA SERVIR

La Arquidiócesis de Los Angeles celebra la ordenación de seis nuevos sacerdotes

A las 8:30 de al mañana del sábado 30 de mayo, 2009, pequeños grupos de filipinos, mexicanos, vietnamitas, indonesios, estadounidenses y personas de Guam, con un orgullo reverente en sus rostros, se acercaban apresuradamente a la puerta principal de la Catedral de Nuestra Señora de los Angeles. A las nueve de la mañana serían ordenados 6 diáconos de la Iglesia Católica, pertenecientes a seis diferentes culturas étnicas.

Mientras el coro cantaba el salmo 117 “Alabado seas Señor”, a las 9 de la mañana en punto se inició la procesión de entrada, con los diáconos y sus esposas, encabezados por Ralph y Maxine Ulibarri. Enseguida venían los candidatos a la ordenación, seguidos de sacerdotes de diferentes parroquias así como de obispos auxiliares y algunos retirados, precediendo al Cardenal Rogelio Mahony, quien con un profundo gozo interno reflejado en su rostro, caminaba lentamente hacia el altar, en medio de los aplausos de los asistentes.

La ceremonia comenzó con palabras de acogida del Cardenal, quien dijo “Este es un día de alegría para la Iglesia, donde seis diáconos pertenecientes a seis diferentes culturas recibirán el sacramento del Orden Sacerdotal. Oren por ellos, y por el aumento de vocaciones”.

Después de las Lecturas de Isaías 6, 1-8 y Corintios 2, 4, 1-2, 5-7, se proclamó el Evangelio de Juan 20, 19-23. En ellas se meditó el significado del ministerio sacerdotal. El Cardenal expresó: “como dicen las lecturas, somos vasijas de barro, imperfectos o rotos, pero la Gracia de Dios actúa en ellas. Dios tiene sorpresas, y nos envía no a predicarnos a nosotros mismos, sino a la persona de Cristo. Somos ordenados para ofrecer el sacrificio de Cristo, para ofrecer la reconciliación de Jesucristo a los que están ‘rotos’, para reconciliar a los pecadores y llevar salud a los enfermos”. Continuó: “Pero hay algo extremadamente valioso en nuestra vida: la fe de nuestra gente es la que nos sostiene, especialmente en este tiempo de tantos ataques a los sacerdotes. La fe de nuestra gente es increíble. Es la fe de la gente la que lleva adelante a la Iglesia. Jesucristo es el centro de nuestra vida, es a Él a quien seguimos”.

La ordenación de los nuevos sacerdotes se realizó mediante diferentes ritos. Primero, el Cardenal los llamó al frente por nombre: Francis Melchor Villafranca Aguilar (Filipinas), Christopher Brian Fagan (USA), Julio César González Bautista (México), Richard Gene Sunwoo (Guam), Joseph Van Vu (Vietnam), Budi Wardana (Indonesia), y de cada uno preguntó al superior del seminario si el candidato estaba listo para ser ordenado. Así se realizó el escrutinio donde cada uno fue aceptado para servir a la comunidad como sacerdote.

En su homilía, el Cardenal Mahony les aseguró que en su vida tendrán dificultades y desafíos, “pero no están solos. La fe de la Iglesia y la comunión de los santos nos sostienen”. Insistió una vez más: “Es la fe de la Iglesia la que nos sostiene”, y se refirió a los tapices que adornan las paredes de la catedral, donde están bellamente representados los santos de nuestra Iglesia, cuyos rostros fueron bordados tomando como modelo a gentes del pueblo, según sus diferentes orígenes culturales.

Después, el Cardenal tomó las promesas a los elegidos: “¿Están decididos a cuidar de los fieles que les sean encomendados? ¿A predicar la Palabra de Dios? ¿A enseñar la doctrina de la Iglesia? ¿A orar sin cesar?” Y también: “¿Prometen respetarme a mí y a mis sucesores?”. Una vez que todos confirmaron estos compromisos, el coro de la catedral y la asamblea ahí reunida cantaron las letanías de la Virgen y de los santos, implorando así sus oraciones y la bendición de Dios sobre ellos.

A continuación, de rodillas, los nuevos sacerdotes recibieron la imposición de manos de los sacerdotes y obispos presentes, en tanto se cantaba el “Ven Espíritu Santo Creador”. Cuando terminaron, se les invistió con la estola y la casulla, símbolo del sacerdocio que reciben y por el cual celebrarán la Eucaristía.

Después de la ordenación de los nuevos sacerdotes, el Cardenal continuó con la celebración de la Eucaristía. Un grupo de jóvenes vestidos según la costumbre de Indonesia, trajeron las ofrendas al altar, consistentes en hermosos arreglos de frutas, vegetales y flores en forma de conos, -como es la costumbre de la corte de Java- simbolizando la montaña que da vida, así como una colecta de dinero, junto con el pan y el vino, símbolos de nuestro trabajo y de nuestra vida ofrendados a Dios.

La ceremonia terminó con el rito de la comunión, el Padre Nuestro y el signo de la paz. Antes de la bendición final, el Cardenal pidió a los presentes que tomaran asiento e invitó a venir al frente a alguno que sintiera deseo de hacerse sacerdote. Sorpresivamente un grupo numeroso de jóvenes y hombres adultos se acercaron al altar provocando el asombro y el aplauso emocionado de los presentes, que junto con el Cardenal rezaron la oración por las vocaciones sacerdotales. El Cardenal distribuyó una tarjeta entre ellos, prometiéndoles ponerse en contacto pronto para estudiar su vocación, pero les dijo “pueden comenzar el lunes”, lo que hizo reír a todos.

Para finalizar, los nuevos sacerdotes dieron a la asamblea su primera bendición y con gran regocijo los presentes se retiraron en procesión.

Entre los asistentes estaba Teresa Rodríguez, de la parroquia de Santa Rosa, en Pacoima, quien vino por la familia de Julio González, de Jalisco. Y dijo que espera que Julio tenga muchas bendiciones para no flaquear en su vocación. Un tío de Julio, de la parroquia de Santa María de la Asunción, en Whittier, dijo que espera que los nuevos sacerdotes sean un ejemplo para todos los católicos, y que entreguen su vida por los demás, como lo hizo Jesús. Ana Hu, de la parroquia de West Covina, dijo que espera que los nuevos sacerdotes sirvan a la gente, bajo la guía de Dios. Un joven de la comunidad católica árabe de St. Joseph, Pomona, y originario de Jordania, nos dijo que espera que los nuevos sacerdotes enseñen la doctrina católica y salven tantas almas como les sea posible. VN

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