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YA ES HORA DE UNA REFORMA MIGRATORIA JUSTA

La administración de Barack Obama sorprendió al país al expresar hace unos días que el presidente planea abordar este año el tema de la inmigración. Está previsto que Obama se dirija a la nación en mayo con vistas a iniciar una reforma que ponga en orden este complejo sistema, lo que pasa por crear oportunidades de legalización para los 12 millones de indocumentados que se encuentran en él. Con esa finalidad, el verano próximo Obama convocará a especialistas en el tema y legisladores para que preparen un anteproyecto de ley de inmigración.

Lo sorpresivo del asunto es que la actual recesión, la más extensa y profunda que ha pasado Estados Unidos desde los tiempos de la Gran Depresión, aparentemente desaconseja hablar de regularizar a millones de personas en el momento en que cientos de miles de personas se encuentran sin trabajo, y otros tantos sobreviven en ocupaciones de tiempo parcial. Sin duda, los enemigos de la administración Obama van a hacer todo lo posible por explotar el tema de los inmigrantes para socavar el apoyo que tiene Obama entre los estadounidenses. Peor aún, si la economía no da muestras de recuperación en los próximos meses, los sectores antimigrantes van a tener munición el plan reformista del presidente.

Como siempre, hay mucha hipocresía al respecto. Muy pocos estadounidenses van a asumir los mismos trabajos que hacen los inmigrantes pobres, aun tratándose de la madre de todas las recesiones. Si estos desaparecieran mañana por completo por arte de magia, no veríamos una estampida de ciudadanos corriendo a reemplazarlos en la pizca de la uva, la remoción de instalaciones de asbestos, el cuidado de jardines o la reparación de tejados bajo un sol abrasador. De todas maneras, los puestos de trabajo que han desaparecido a causa de la recesión han desaparecido para todos. Un empleado de banco que perdió el puesto, no encontrará trabajo en la construcción o a la manufactura, actividades que liquidan a miles de trabajadores semana a semana. Lo cierto es que muchos inmigrantes están dotados con espíritu empresarial y han creado sus propias fuentes de ingreso.

Aunque la decisión del presidente pueda parecer arriesgada, está en lo correcto. El estado de la inmigración está produciendo situaciones corrosivas en muchas esferas de la realidad social. Una de ellas es la separación de familias. Personas que no pueden reunirse con sus hijos o hermanos, porque toma décadas obtener el permiso de residencia para un familiar. La desesperación por acelerar la reunificación lleva a algunos a confiarle sus seres queridos a un coyote, frecuentemente con resultados fatales.

El número de niños estadounidenses que tienen al menos un padre indocumentado se ha incrementado rápidamente desde 2003, dice un estudio de Pew Hispanic Center. Alrededor de cuatro millones de chicos viven esa condición, pues el 73% de los hijos de personas sin papeles nacieron en Estados Unidos.

La desfasada legislación inmigratoria ha creado un ejército de trabajadores que son fácilmente explotables. ¿Quién no conoce, de referencia o en carne propia, la experiencia de haber visto sus derechos laborales violados, y no haber podido denunciarla por temor a ser apresado, deportado, arrancado de su familia? El que ha caído en manos de la policía de inmigración, sabe lo que es el Guantánamo del inmigrante, una extensa red de campos penitenciarios, algunos de ellos privados (Corrections Corporation of America es una de ellas), para los extranjeros sin papeles. El que cae en esos agujeros que pierda toda esperanza, aun tratándose de ciudadano estadounidense como ha ocurrido muchas veces. Un reciente reporte del grupo Georgia Detention Watch describió las condiciones inhumanas en que son mantenidos los internos en el Centro de detención Stewart en el estado de Georgia. Entre otras cosas, se dice en el reporte, los custodios de la prisión frecuentemente privan de alimentos y medicinas a los internos, o les imponen confinamiento solitario, con propósitos punitivos.

El presidente Obama tiene toda la razón en colocar la inmigración entre las prioridades de su administración, pues sin una reforma profunda los pilares del sistema seguirán siendo el coyote, las travesías a pie del desierto, las redadas, el Gulag de los centros de detención y el muro. “Los muros han separado familias, causado dañinas inundaciones y fracturado el hábitat vital de especies a punto de extinción. Pero la administración Obama todavía está a tiempo de cambiar de dirección”, dijo recientemente el director ejecutivo de la organización ecologista Sierra Club, Carl Pope.

“En California, las capas dobles y triples del muro ciegan a los animales nocturnos con poderosos focos, lo cual dificulta su capacidad de alimentarse, migrar o reproducirse. En Arizona, una pared de acero de 15 pies de altura divide ahora en dos el Area Nacional de Conservación Ripícola de San Pedro, un hábitat crucial para las aves. En Texas, donde el muro ahora corta refugios de vida silvestre a lo largo del Río Grande, murallas de concreto y bordes de metal evitan el acceso de la fauna a sus fuentes de agua y amenazan especies en peligro, incluyendo el primer cachorro de ocelote visto en Texas en más de una década”, según Pope.

Fragmentación familiar, irrespeto a las leyes laborales, redadas, coyotes, cárceles infames, destrucción ecológica. ¿No es lo anterior suficiente motivo de alarma?

Los estadounidenses racionales y sensibles no dudarán en afirmar que sí, y ya es hora de que ellos, que son la vasta mayoría, asuman la conducción del debate sobre inmigración y apoyen, llegado el momento, una reforma que ponga la condición humana en su centro. VN

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