<!--:es-->UN SANTO Y UN PROFETA DE NUESTROS TIEMPOS: EL OBISPO Y MÁRTIR MONSEÑOR OSCAR ROMERO<!--:-->

UN SANTO Y UN PROFETA DE NUESTROS TIEMPOS: EL OBISPO Y MÁRTIR MONSEÑOR OSCAR ROMERO

Dios nos ha hablado siempre, en el Antiguo Testamento por tantos profetas, a través del mensaje directo de su hijo. y en nuestros tiempos por medio de hombres y mujeres que con mucho valor anuncian y denuncian al pueblo de Dios, como lo hizo nuestro Monseñor Romero en el pueblo sufrido de El Salvador.

El próximo 24 de marzo del 2008 se cumplirán 28 años de su martirio. El pueblo salvadoreño está en el pleno jubileo de “San Romero”, como le llaman en el mundo entero los católicos y no católicos al obispo que representaba la voz de los sin voz en aquel país. Bastaron tres años de ejercicio como arzobispo de El Salvador para que sus homilías iluminaran e interpretaran bajo la luz del evangelio la realidad de un pueblo que sufría una larga guerra fratricida.

A la fecha ya se encuentra avanzado el proceso de canonización del hombre más conocido de esa región, pues su voz, sus enseñanzas siempre han estado presentes.

Monseñor Romero nació el 15 de agosto del año 1917 en Ciudad Barrios, un vecindario en la capital de San Salvador. En ese lugar todavía aún se conserva la casa de la familia “Romero”, donde con frecuencia se realizan peregrinaciones para conocer su lugar natal.

Monseñor Romero ofreció su vida por la verdad descrita a través del Evangelio, pero su voz sigue viva. Tal como él lo dijo tantas veces: “Me podrán quitar la vida, pero yo resucitaré en mi pueblo”.

Cuando en la segunda visita que Juan Pablo II hizo al país, realizaba una jornada con los jóvenes y éstos clamaban por la canonización de “Romero”, el Papa expresó: “Verdaderamente has resucitado en tu pueblo”, porque eran jóvenes que en su mayoría habían nacidos después de su martirio.

Hasta ahora, es el salvadoreño más conocido en el mundo, del cual se han escrito diarios, retratos, biografías en todos los idiomas y estilos, pues es tan práctico conocerlo, porque todo lo dijo en voz alta, todo quedó escrito o grabado.

Sus homilías llegaron a constituirse en la carta Magna de cada semana para todos los salvadoreños. Los protegidos o acusados se interesaban por estar al día de pensar de la Iglesia, el mundo entero quería estar al tanto de quien hablaba por los que no tienen voz ni voto. Después de cada Eucaristía dominical la acostumbrada conferencia de prensa era además indispensable, cada vez más participativa por parte de voceros nacionales e internacionales que divulgaban la interpretación y visión de la realidad de una larga guerra experimentada en un país centroamericano.

Monseñor Romero estaba tan consciente de la fortaleza y aguante del pueblo, que en relación a nuestra vocación profética, a todos los cristianos nos enfatizaba: “Si alguna vez nos quitaran la radio (la radio del arzobispado YSAX), si nos suspendieran el periódico (Semanario Orientación), si no nos dejaran hablar o nos mataran a todos los sacerdotes, cada uno de ustedes tiene que ser un micrófono de Dios, cada uno de ustedes debe ser un mensajero, un profeta”.

Así era Monseñor: además de sencillo, franco y solidario, en cuanto más nos introducimos en su espiritualidad más verificamos su misión de ser un enviado de Dios y un modelo a seguir, un santo de nuestros tiempos. Su pueblo no lo ha olvidado y en cada nueva generación él resucita y por ende cada vez son más los que deseamos conocer a este obispo mártir.

En diferentes partes del mundo existen asociaciones o instituciones que le recuerdan y le conmemoran por sus obras. En El Salvador no ha sido la excepción, por lo que desde que se reconstruyó la Catedral Metropolitana de El Salvador que es donde están sus restos, no se han dejado de congregar sus seguidores y admiradores en la cripta junto a su sepulcro, para orar por su canonización, y hacer siempre presente su pensamiento, palabra y obra. Ahí se dan cita sacerdotes y laicos nacionales o extranjeros, turistas, visitantes y turistas que aman y recuerdan a Monseñor Romero.

Lo bueno es que dentro de toda esta actividad ha surgido una institución nacional: La Fundación Monseñor Romero que por motivo de la celebración de vigésimo octavo aniversario de su sacrificio martirial, ha convocado a todas las comisiones que están trabajando para el año nuevo que se le ha llamado El Año de Monseñor Romero.

Las actividades se han venido desarrollando durante todo el año, desde el mes de marzo del 2004 hasta marzo del 2005.

Les invitamos a conocer más sobre nuestros santos de hoy para que Dios nos ayude a caminar en el camino de las bienaventuranzas, como lo hizo Monseñor Romero. VN

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