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Un Papa del continente americano llega a Estados Unidos

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ

Arzobispo de Los Ángeles

25 de  septiembre de 2015

Esta semana, mientras escribo, estoy en camino a Washington, D.C. y a Filadelfia para participar en el Encuentro Mundial de Familias y en la visita pastoral del Papa Francisco a nuestro país.

Estoy emocionado por esta peregrinación de cinco días del Papa, que lo llevará a Washington, Nueva York y Filadelfia, del 22 al 27septiembre. Será la primera visita del Papa a nuestro país y en cierto modo va a hacer ser algo histórico.

Francisco es el primer Papa del Nuevo Mundo, el primer Papa del continente americano. Y será el primer jefe de la Iglesia Católica Romana que pronunciará un discurso en el Congreso, cuando hable allí el 24 de septiembre.

Pero, para mí, el momento más importante será la canonización del Padre Junípero Serra el día 23 de septiembre. Será un honor poder ser uno de los concelebrantes en la Misa de canonización, en compañía de varios de mis hermanos sacerdotes de la Arquidiócesis de Los Ángeles.

Francisco ha llamado al padre Serra, con razón,  “uno de los padres fundadores de los Estados Unidos”.

Su visita lo llevará a Washington, Nueva York y Filadelfia, las tradicionales “cunas” del gobierno, la economía y la cultura de Estados Unidos. Pero Francisco sabe que las raíces de este país son más profundas.

Según las narraciones convencionales, la historia de Estados Unidos se inicia por el año 1600, cuando los colonos ingleses llegaron a Jamestown, y los peregrinos a Plymouth Rock. Sin embargo, un siglo antes de eso, los misioneros y exploradores de España y México ya estaban evangelizando los territorios de lo que hoy es Florida, Texas, California y Nuevo México.

Los católicos hispanos dejaron las huellas de su lengua y de su fe en el paisaje de la nación, especialmente aquí en California y en el suroeste de Estados Unidos, como lo indican los nombres de las localidades, en español: Santa Fe, Sacramento, las montañas Sangre de Cristo, San Francisco.

Como sabemos, Los Ángeles en un principio fue conocido como El Pueblo de Nuestra Señora de los Ángeles de la Porciúncula, nombrado así por los compañeros del Padre Serra en honor de la pequeña capilla en la que San Francisco escuchó por primera vez la llamada de Jesús.

El Papa escogió su nombre en honor de San Francisco y conoce esta historia. Es apropiado que el primer Papa hispano de la historia le dé a Estados Unidos su primer santo hispano y el primer santo canonizado en suelo estadounidense.

Al elevar a los altares a un hijo de San Francisco, el Papa está tratando de inspirar a los habitantes de este país, a que redescubran los cimientos hispanos y cristianos de la nación, especialmente en un momento de nuestra historia en que estos cimientos se están viendo amenazados.

Los fundadores de los Estados Unidos, entre ellos el Padre Serra, sentaron las bases espirituales e intelectuales de una nación que sigue siendo única en la historia humana: concebida bajo la guía de Dios y unida en su compromiso con la universal dignidad humana, la libertad y el florecimiento de una diversidad de pueblos, razas y creencias.

En los últimos años, el compromiso de los estadounidenses con este proyecto se ha tambaleado. Podemos ver esto en los divisivos debates sobre inmigración.

Sospecho que Francisco lanzará un desafío a nuestra conciencia nacional y nos recordará el creciente costo humano, resultante de nuestros fracasos en el campo de las decisiones políticas.

Como hijo de un inmigrante —su padre huyó del fascismo en Italia para instalarse en Argentina— Francisco sabe que el espíritu inmigrante es siempre una fuente de renovación e innovación. Sin duda él apelará al sentido de hospitalidad y justicia de los estadounidenses y nos hará un llamado a recuperar nuestras raíces como una nación de inmigrantes y un refugio para los oprimidos del mundo.

Espero también que el Papa cuestione enérgicamente la agresiva secularización y “des-cristianización” de la sociedad y de la cultura estadounidense.

Este es, quizás, el signo más preocupante para el futuro de nuestra nación: la creciente hostilidad contra las instituciones cristianas, la estigmatización e incluso la criminalización de las creencias cristianas por parte de las élites que moldean la vida americana en las áreas de las leyes, el gobierno, la educación, la cultura popular y los medios de comunicación.

En sus discursos ante el Congreso y en Filadelfia, el Papa probablemente recordará las raíces cristianas de nuestra nación y nos recordará que la libertad de conciencia y la fe religiosa siempre han sido la base de las instituciones cívicas de Estados Unidos y del compromiso con los derechos humanos.

En Junípero Serra, el Papa está dando a los estadounidenses un santo que refleja sus propias prioridades espirituales, pero que también fue un pionero del espíritu americano.

El Padre Serra fue un hombre apasionado de la oración y un amante de la naturaleza, que también poseía un agudo instinto empresarial y una gran riqueza de dones prácticos. Fue un predicador de la misericordia y un defensor incansable de los derechos de las mujeres y de las personas vulnerables. Tres años antes de la Declaración de Independencia, el padre Serra escribió su propia carta de derechos para los indígenas californianos. Probablemente es también la primera persona en el continente americano que propuso un argumento moral en contra de la pena de muerte.

Al hacer historia con su primera visita a Estados Unidos, el Papa Francisco hará un llamado los estadounidenses a redescubrir a la suya propia. La canonización del Padre Serra es más que un evento religioso para los católicos. Para Francisco es una invitación a que los estadounidenses recuperen su historia y su identidad, y a que abracen el desafío de la renovación espiritual y moral nacional. VN

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El nuevo libro del Arzobispo José H. Gomez, “Inmigración y el futuro de Estados Unidos de América”, está disponible en la tienda de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. (www.olacathedralgifts.com).

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