UN MUNDO UNIDO EN ADORACIÓN

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles

Este domingo 2 de junio, la Arquidiócesis de Los Ángeles participará en un evento espiritual histórico.

Para celebrar la Solemnidad de Corpus Christi, el Papa Francisco ha pedido que se realice una hora de “adoración eucarística en simultánea mundial”.

De manera que, por primera vez en la historia de la Iglesia, los católicos de todo el mundo estarán unidos en presencia de la Eucaristía, en adoración simultánea, rezando por las mismas intenciones del Papa.

Aquí en Los Ángeles, voy a celebrar la Misa de Corpus Christi en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles a las 8 a.m. Después de la Misa, llevaremos al Santísimo Sacramento en procesión, que luego se quedará expuesto para la adoración en una de las capillas de la Catedral.

Todo esto coincidirá con el inicio de la Hora Santa de adoración eucarística que el Papa Francisco realizará en la Basílica de San Pedro a las 5 p.m. hora de Roma.

Ese momento de oración será un hermoso testimonio de la universalidad de nuestra Iglesia Católica. Imagínense, Jesucristo estará presente y será adorado en catedrales y monasterios, capillas e iglesias desde Islandia hasta Chile y en todos los confines de la Tierra, desde donde sale el sol hasta su ocaso.

La Iglesia vive de la Eucaristía, que es la señal viva del amor de Cristo por nosotros, y que hace presente su sacrificio redentor en la Cruz. La Eucaristía es Cristo en su amor, dándose a sí mismo a nosotros como alimento y bebida, para fortalecernos en nuestro camino de fe y de nuestra misión evangelizadora.

Y la Eucaristía es siempre signo de nuestra unidad como familia de Dios. Todos los que participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo somos hechos uno por el Espíritu Santo. Como San Pablo dijo:
“Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan.”

Estos son los hermosos misterios que celebramos en Corpus Christi. Y este año, nuestro nuevo Santo Padre nos ha dado un símbolo visible de estos misterios.

Durante esta hora de adoración mundial, el Santo Padre quiere que estemos unidos a él en oración por dos intenciones muy específicas: por la Iglesia y por aquellos que sufren necesidad en el mundo.

• “Por la Iglesia…El Señor la haga siempre más obediente a la escucha de su Palabra y así pueda presentarse ante el mundo “más bella, sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada” (Ef 5,28). A través de su fiel anuncio, la Palabra que salva resuene siempre como portadora de misericordia y propicie un renovado compromiso en el amor que ofrezca pleno sentido al dolor y al sufrimiento, y restituya la alegría y la serenidad”.

• “Por todos los que en diversas partes del mundo viven el sufrimiento de las nuevas esclavitudes y son víctimas de las guerras, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo “esclavo”; por los niños y las mujeres que sufren cualquier forma de violencia. Pueda su silencioso grito encontrar la Iglesia despierta. Así, teniendo la mirada fija en el Cristo crucificado, ella nunca olvide tantos hermanos y hermanas dejados en manos de la violencia. Además, oremos por todos aquellos que viven penurias económicas, sobre todo por los desocupados, los ancianos, los inmigrantes, los que no tienen hogar, los presos y por todos los que experimentan marginación. La oración de la Iglesia y su activa labor de cercanía en la caridad sea para ellos consuelo y apoyo seguro. Que ella pueda alentar siempre la esperanza y la audacia en la defensa de la dignidad de la persona humana”.

En nuestra oración común a lo largo de esta semana, recordemos estas intenciones del Santo Padre. En esta semana de Corpus Christi, tratemos también de hacer tiempo para la adoración y la oración ante el Santísimo Sacramento.

El Papa Francisco nos ha dado un oportuno recordatorio de que nuestra vida y misión cristianas dependen de un profundo encuentro personal con el Señor resucitado en la Eucaristía.

La Eucaristía es un misterio para ser vivido. Y nosotros estamos llamados a ser personas eucarísticas. Estamos llamados a vivir de las gracias que recibimos en la Eucaristía y a hacer de nuestras vidas una ofrenda a Dios.

El amor que recibimos en la Eucaristía es el amor que estamos llamados a compartir con el mundo. Estamos llamados a crecer en santidad y a convertirnos cada día más en una ofrenda agradable a Dios. Estamos llamados a hacer de nuestras vidas una forma de oración -hacerlo todo por la gloria de Dios y por el bien de nuestros hermanos y hermanas.

Aprovechemos esta hermosa oportunidad que tendremos este Domingo por la mañana -no importa donde estemos- de unirnos al Papa Francisco en oración por la santidad de la Iglesia y por justicia para los más necesitados.

Y pidamos a nuestra Santísima Madre María que nos ayude a unirnos como un solo Cuerpo en Cristo.VN

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