‘SÍ SE PUEDE’

‘SÍ SE PUEDE’

(fOTO: Dolores Huerta con sus once hijos en Delano, California, varias décadas atrás. / VICTOR ALEMÁN / 2mun-dos Communications).

A sus lúcidos 87 años de edad, la lideresa Dolores Huerta -madre de once hijos- rememora un camino de retos y éxitos

Por MARÍA LUISA TORRES

Con el sonido del tren donde viajaba para cumplir con una serie de compromisos, mantuvimos una entrevista telefónica con Dolores Huerta, la incansable lideresa sindical y activista de derechos civiles, que el mes pasado cumplió 87 años de edad. Ella cofundó la Unión de Campesinos (United Farm Workers of America) junto a César Chávez.

Habló de los logros más importantes de la Unión de Campesinos (UFW) y reflexionó sobre las lecciones de vida que aprendió en su trayectoria, y que podrían ser adoptadas por los defensores de la justicia social de estos tiempos.

Destacó que la unidad y perseverancia del sindicato durante décadas contribuyó a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores agrícolas. Actualmente considera que uno de los mayores problemas que éstos enfrentan es el anunciado aumento de deportaciones de indocumentados, una promesa de la Administración de Trump.

“Creo que su plan es deportar a tantos indocumentados como pueda, y luego traerlos de vuelta a Estados Unidos bajo el programa ‘Bracero’ para trabajadores por contrato; lo que realmente esto haría es hundir los salarios de todos”, dijo, destacando que los “braceros” no se benefician de las leyes vigentes que protegen a los campesinos.

‘UNO DE LOS DESAFÍOS DE LA MAYORÍA DE MUJERES TRABAJADORAS ES LA PREOCUPACIÓN DE CÓMO CUIDAR A SUS HIJOS’

También Huerta dio sugerencias de cómo afrontar los desafíos actuales y futuros del país.

Siendo mamá de 11 hijos adultos, conoce perfectamente las dificultades que enfrenta una madre que labora fuera de casa para cumplir con las responsabilidades familiares.

De acuerdo con la activista, la necesidad de una educación infantil confiable y asequible es un tema que persiste en todas las industrias en 2017. “Uno de los desafíos de la mayoría de mujeres trabajadoras es la preocupación de cómo cuidar a sus hijos”, dijo Huerta.

No contar con acceso a educación y cuidado de calidad para los hijos a una temprana edad, constituye todo un reto para las mujeres y sus familias, señaló la lideresa. “Espero que esto se conviertan en realidad algún día, no sólo para proporcionar más flexibilidad y ganancia financiera a las madres que trabajan, sino también porque necesitamos tener a más mujeres comprometidas a hacer escuchar sus voces en el lugar de trabajo, y en todos los aspectos de la sociedad”.

Su devoción a la solidaridad con los que no poseen una voz de denuncia, tiene raíces tanto en su fe como en su familia. Huerta nació en Dawson, Nuevo México, en 1930. Ella y su familia más tarde se mudaron a la comunidad agrícola de Stockton, California, donde su madre – a quien ella describió como su “influencia más grande” – fue por un tiempo dueña de un restaurante y un hotel de 70 cuartos. A menudo ofrecía alojamiento y comida a bajo costo (o incluso gratis) a los trabajadores agrícolas locales y sus familias, que luchaban arduamente por su sustento.

Después de ir a la universidad y obtener un título de educadora, Huerta trabajó de maestra, pero más tarde decidió que podía “hacer más organizando a los trabajadores agrícolas que enseñando a sus niños hambrientos”.

En 1955 se convirtió en miembro fundadora de la Organización de Servicios Comunitarios (OSC) de Stockton. Allí impulsó el registro de votantes y la mejoría de servicios públicos; luchó además contra la segregación y brutalidad policial y por promulgar una nueva legislación.

“Creo que la única manera de enfrentar los retos y tener éxito es simplemente seguir organizando a las personas y hacerles saber que tienen el poder de cambiar las cosas. Aprender y luego tomar acción directa…”, dijo Huerta, cuya vida entera ha sido ejemplo de perseverancia.

‘…TENÍAMOS AL PUEBLO Y A DIOS DE NUESTRO LADO’

Huerta conoció a César Chávez a través de su trabajo en la OSC. Y en un esfuerzo por abordar directamente las necesidades de los trabajadores agrícolas, en 1962 lanzaron la “National Farm Workers Association” (Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas), precursora de la UFW. En el transcurso del tiempo hicieron historia por los múltiples logros que fueron consiguiendo.

Rememorando en el pasado los muchos logros del sindicato, “es difícil decir cuál es el más importante”, dijo Huerta. Sin embargo, agregó, centrándose únicamente en el número de personas afectadas, su éxito más impactante pudo haber sido garantizar el derecho de los trabajadores agrícolas “a organizarse”; específicamente “el derecho a tener sindicatos protegidos por la Ley ‘California Agricultural Labor Relations Act’ de 1975 firmada por el gobernador de California Jerry Brown”.

Además, continuó, “los trabajadores agrícolas -incluso si están indocumentados- están cubiertos por las leyes del salario mínimo nacional. También están cubiertos por las leyes de seguridad laboral, por lo que no pueden ser obligados a trabajar en lugares que podrían poner en peligro su salud o seguridad”.

Y algo que enorgullece a Huerta es el proyecto de la Ley de Amnistía, también apoyado por la UFW, que permitió que cerca de un millón de trabajadores agrícolas se convirtieran en residentes legales. En total, alrededor de 3 millones se volvieron residentes legales bajo la “Ley de Reforma y Control de Inmigración”, promulgada por el Presidente Ronald Reagan en 1986.

Huerta dijo que cree que tuvieron éxito en sus metas a pesar de los obstáculos aparentemente insuperables, porque “teníamos al pueblo y a Dios de nuestro lado”. Esto fue más evidente durante la caminata de la UFW de 340 millas de Delano a Sacramento en 1966. Seis meses después de que los campesinos abandonaran los viñedos de Delano en protesta por años de malas condiciones laborales y de salario.

Esa famosa huelga – que finalmente ganaron en 1970 – duró más de cinco años y creció hasta incluir un boicot internacional por parte de los consumidores de uvas cosechadas por trabajadores no sindicalizados. Pero en 1966 se estaba apenas comenzando. La marcha inició el 17 de marzo con 75 trabajadores de uva encabezados por Chávez, Huerta y otros dirigentes sindicales. Cuando llegaron a la capital del estado en Sacramento, 25 días después, ese número había crecido enormemente, totalizando unos 10 mil manifestantes y seguidores.

‘…CUANDO LAS PERSONAS PARTICIPAN EN PROTESTAS O MARCHAS COLECTIVAS… SE DAN CUENTA DE SU PODER AL ESTAR JUNTOS’

Dolores Huerta, que renunció al servicio activo con el sindicato hace años y se convirtió en la primera vicepresidenta emérita de la UFW, actualmente se dedica a “crear redes entre comunidades organizadas que buscan la justicia social” a través de la Fundación Dolores Huerta.

“Creo que el tiempo que estamos pasando ahora es muy difícil para todos”, señaló Huerta. Ella dijo que le recuerda los mayores obstáculos que enfrentaron durante el movimiento de la UFW, “cuando tuvimos a la gente más poderosa de la nación en contra de nosotros”.

“Sin embargo, perseveramos”, dijo. “Creo que es algo que la gente puede recordar y pensar en este momento. … Creo que es una lección importante”.

Huerta dijo que se siente animada al ser testigo de las recientes protestas y marchas que han tenido lugar en apoyo a los derechos humanos y a cuestiones de justicia social.

“Creo que son muy importantes; pienso que cuando las personas participan en protestas o marchas colectivas… cuando se reúnen así, se dan cuenta de su poder al estar juntos”, explicó Huerta.

“Creo que hace que la gente sepa que no está sola; que hay otras personas en la misma lucha y eso da mucha energía y valor para seguir adelante”. VN

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