SE CONSTRUYE UN NUEVO GRAN SEMINARIO EN LA HABANA

Es la obra más significativa de la Iglesia en Cuba en 50 años

Se está construyendo, en las afueras de La Habana, a unos 15 kilómetros del centro histórico, el nuevo Seminario Arquidiocesano San Carlos y San Ambrosio. La obra, de complejas magnitudes constructivas, es la más significativa de la Iglesia en Cuba en los últimos cincuenta años. Las autoridades dieron facilidades para la adquisición a precios módicos de los materiales.

La construcción se inició en julio de 2006, informa la revista de la Arquidiócesis de La Habana www.palabranueva.net.

La audacia de edificar todo un complejo constructivo con las condiciones docentes y de servicio adecuadas para asumir como es debido la formación de los sacerdotes, explica la revista arquidiocesana, «responde a las evidentes limitaciones del inmueble actual, cuya estructura –sometida con los años a reiteradas transformaciones– dificulta su funcionalidad como escuela presbiteral».

El nuevo Seminario se extiende por un área de 22 hectáreas, a la que se llega a través de la carretera o vía Monumental, en la zona de Peñalver, al este de la capital cubana.

De acuerdo con su distribución, que asemeja una herradura, la obra comprende cuatro edificios de Teología y cuatro de Filosofía, donde se ubicarán las aulas y los dormitorios de los seminaristas, a ello se le suma un edificio principal que alberga la Rectoría, oficinas de atención, la biblioteca y el aula magna; en el centro se ubica la capilla, y completa el complejo un edificio o gran unidad de servicios.

En estos momentos, la construcción atraviesa la etapa de obra civil. «La belleza natural del lugar y su extensión territorial confluyen como bondades que permiten a la institución contar con campos de deporte de amplitud e independencia, así como condiciones idóneas de aislamiento (silencio y paz) para la formación no sólo espiritual de los futuros sacerdotes, también para la vida comunitaria del Seminario y el trabajo intelectual», explica la revista.

La idea de una edificación más moderna y amplia para la formación de los seminaristas cubanos fue un sueño que durante algunos años acompañó al cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana. El papa Juan Pablo II, en su visita a Cuba, en 1998, bendijo la primera piedra.

El avance constructivo se debe, afirma la revista arquidiocesana, «en primer lugar a la constancia y esmero del Departamento de Obras del Arzobispado de La Habana como inversionista y propietario, las gestiones de Ecimetal como entidad mediadora en las importaciones, y el trabajo a pie de obra de los especialistas de Omega Ultramar, empresa que dirige la ejecución de la obra y la supervisión de la calidad de acuerdo a las exigencias del diseño original».

«Resulta determinante –concluye la revista– también las facilidades dadas por las autoridades estatales para la adquisición a precios módicos de materiales como el cemento, la arena, piedra, bloques y aceros». VN

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