SACERDOTES MEXICANOS CREAN FUNDACIÓN PARA AYUDAR A NIÑOS DESAMPARADOS

Dos sacerdotes católicos mexicanos que viajaron a Denver a recaudar fondos para niños de la calle en su país han creado una fundación benéfica en Colorado para miles de menores desamparados en este estado, la mayoría de origen hispano.

“Sentimos tristeza y frustración cuando nos informaron del problema de los niños desamparados en Colorado y nos dijeron que muchos de ellos son de origen hispano”, dijo el padre Federico Hernández, de la Fundación San Felipe de Jesús.

El religioso llegó a Denver acompañado del padre Francisco Quintero, presidente de la fundación que el mismo creó en 1994, en respuesta a una invitación de familiares y amigos.

La meta era recaudar fondos para la obra en Ciudad de México, pero al comprobar la similitud de los problemas y confiando que las estrategias que se usan en una lugar servirán también en el otro, los sacerdotes decidieron abrir una fundación en Denver.

“Es un proyecto naciente. Sabemos que próximamente aterrizarán más obras a favor de nuestras comunidades y conjugaremos las labores por medio del intercambio, entretejiendo así los proyectos en ambas poblaciones”, explicó Quintero.

Según la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, en esa metrópolis habría 13.000 niños de la calle mientras que La Fundación San Felipe de Jesús estima solamente 3.000 niños desamparados en la capital mexicana, aunque, según Quintero, “los números reales se desconocen y cada vez aumenta más esa población”.

Como comparación, de acuerdo con la Oficina de Educación de Niños y Jóvenes Desamparados del Departamento de Educación de Colorado (CDE), en este estado de 5 millones de habitantes viven 12.302 menores sin hogar.

Por eso Hernández y Quintero movilizaron a un grupo de sus colaboradores en Denver, obtuvieron aviso legal sobre cómo abrir una fundación, consiguieron los fondos necesarios, coordinaron el proceso con el consulado de México en esta ciudad, y organizaron un evento para poner en marcha el proyecto y recaudar fondos adicionales.

“El amor se expresa con el servicio y especialmente con el servicio a las comunidades que están en las situaciones más lastimosas”, comentó Hernández, quien desde hace 12 años se dedica a atender a niños y niñas desamparados.

Una importante diferencia entre ambos grupos de menores desamparados es que en México, de acuerdo con la información provista por Quintero, la mayoría de los niños y adolescentes que viven en la calle lo hacen para huir de abusos, pero en Colorado el desamparo es el resultado de otros factores.

Según el CDE, los menores llegan al desamparo por la pérdida de empleos de sus padres, desalojos, embargos de viviendas o por enfermedades que llevan a la familia a la bancarrota. La violencia familiar figura última en la lista.

Sin embargo, en uno y otro lugar, esos niños y adolescentes corren el riesgo de ser objetos de abuso sexual o explotación laboral, de convertirse en adictos a las drogas, o de incorporarse a alguna pandilla o al crimen organizado.

La situación se agrava, puntualizó Hernández, porque, debido a la crisis económica que afecta tanto a México como a Estados Unidos, las instituciones que ayudan a los niños de la calle experimentan una sensible disminución en las donaciones para sus programas.

“Por eso dependemos de la bondad de la gente”, expresó el religioso.

“Oramos constantemente a Dios para que la situación cambie, pero eso solamente sucederá con la solidaridad y la simpatía del pueblo hacia este proyecto. Queremos que nuestro programa de ayuda siga en pie”, comentó.

La meta, dijo, es “crear una sociedad más solidaria” al compartir estrategias, sistemas de prevención, programas de capacitación e investigaciones sobre la problemática de los niños de la calle.

“Comenzar en Denver ha sido una bendición. Pero queremos replicar el proyecto en otras ciudades”, concluyó. VN

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