EL OBISPO GALLEGOS: VENERABLE Y AMADO POR MUCHOS

EL OBISPO GALLEGOS: VENERABLE Y AMADO POR MUCHOS

(fOTO:‘El Obispo Alfonso siempre vio el rostro de Dios en los pobres, indigentes, inmigrantes, prisioneros, y en todos los que conoció”, dijo el Arzobispo José Gomez en su homilía. El Arzobispo también bendijo una estatua del Obispo Alfonso Gallegos en el jardín de St. Augustine Priory en Oxnard, siguiendo una Misa Conmemorativa en la Iglesia Mary Star of the Sea. La estatua fue creada por Jesús Romo de Sacramento, donde el Obispo Gallegos sirvió hasta su muerte en 1991).

Texto y fotografía de MIKE NELSON

Han pasado casi 26 años desde el funeral del Obispo Auxiliar Alfonso Gallegos en la Catedral de Sacramento, pero su sobrino Rey recuerda vivamente a aquel hombre que se acercó con su familia a él ese día.

“Él me dijo: ‘Tu tío salvó mi matrimonio y mi vida’”, dijo Rey Gallegos con una sonrisa, en lo que esperaba que diera comienzo una Misa conmemorativa en honor de su difunto tío el sábado pasado, en la Iglesia María Estrella del Mar, en Oxnard.

“Él me dijo lo desordenada que había sido su vida y cómo mi tío había sido bondadoso con él y lo había vuelto al buen camino, a vivir una vida buena. Luego me presentó a su esposa y a su hijo, a quien le puso el nombre de Alfonso en honor de mi tío, y me dijo: ‘Él fue el hombre más fantástico que yo haya conocido’”.

“Y eso es lo que era mi tío: un hombre de amor, de misericordia y gracia. Hubo un tiempo en que yo mismo estaba usando drogas y alcohol, y el tío Alfonso nunca me juzgó. Lo único que hizo fue mostrarme cuánto me amaba, porque él siempre buscaba llevar a Dios a la vida de la gente”.

El hombre que le llevó a Dios y la sanación de Dios a tantos y en tan poco tiempo fue celebrado el 24 de junio en una iglesia llena de parroquianos, familiares y miembros de la Orden de los Agustinos Recoletos, la orden religiosa en la que Alfonso Gallegos recibió la ordenación al sacerdocio en 1958.

El pasado 16 de julio, el Papa Francisco declaró “Venerable”, al Obispo Gallegos, lo cual es un paso importante en el camino hacia la canonización. La vida de ese hombre -que en su ministerio como sacerdote y obispo se vestía con un sombrero de 99 centavos y una camiseta para desempeñar su ministerio entre los pandilleros, low-riders y jóvenes en riesgo en las zonas pobres de Los Ángeles y Sacramento- debería tener un impacto duradero en todos los que se proclaman a sí mismos seguidores de Cristo, dijo el Arzobispo José Gómez.

“El Obispo Alfonso siempre veía el rostro de Dios en los pobres, en los que carecen de hogar, en los inmigrantes, en los prisioneros, y en toda la gente que él conoció”, dijo el Arzobispo Gomez en su homilía. “Al celebrar la vida de este santo local, sigamos su ejemplo y volvámonos hermosos testigos del amor y de la misericordia de Dios en nuestro mundo”.

Después de la Misa, el Arzobispo Gomez bendijo una estatua del Obispo Gallegos, creada por Jesús Romo, un escultor de Sacramento, que fue colocada en el jardín del convento de San Agustín adyacente a la Iglesia de María Estrella del Mar, a donde el obispo iba con frecuencia a hacer retiros durante su ministerio sacerdotal.

Alfonso Gallegos nació en Nuevo México y más tarde se trasladó con su familia a Los Ángeles. Y solía asistir a la Iglesia de San Miguel en Watts. Construyó un altar en su casa, rezaba el rosario diariamente y soñaba con llegar a ser sacerdote. Entró en el Monasterio Agustino Recoleto de la ciudad de Kansas, en 1950, y a pesar de su severa miopía perseveró en sus estudios hasta ser ordenado en 1958.

En 1972, regresó a San Miguel como pastor, y trabajaba día y noche para atraer a los jóvenes de vuelta a la Iglesia, conseguía equipo deportivo y material académico para la escuela parroquial, y obtuvo la reputación de “sacerdote de los low-riders” por su inclinación a encontrarse, sin temor, con aquellos que la sociedad consideraba “malos elementos” y “malas influencias”.

Hizo lo mismo cuando se convirtió en párroco de la Iglesia Cristo Rey, cerca de Glendale en 1978. Luego se trasladó a Sacramento, en donde trabajó como director de Asuntos Hispanos para la Conferencia Católica de California. En 1981, fue nombrado Obispo Auxiliar de Sacramento por el Papa Juan Pablo II, y sirvió a la diócesis hasta su muerte, provocada por un accidente automovilístico, el 6 de octubre de 1991. Su cortejo fúnebre incluyó a cientos de low-riders (chicanos y afroamericanos u otros, especialmente jóvenes, que conducen vehículos de suspensión baja, como una expresión cultural y de rebeldía).

Su lema episcopal, “Aménse los unos a los otros”, atrajo a muchos a él, tanto durante su vida, como después de ella. Los reportes de personas que han dicho que fueron curadas de enfermedades después de orar, implorando la intercesión del obispo Gallegos, llevaron a que en 2005 se creara un movimiento para declararlo santo. Su causa de canonización recibió su máximo impulso el pasado mes de julio con la declaración que el Papa Francisco hizo al respecto.

Al comienzo de la misa del 24 de junio, el Padre Samson Silloriquez, agustino recoleto, postulador de la Causa, leyó el Decreto de las virtudes heroicas del Obispo Gallegos.

“El Padre Alfonso fue una auténtica imagen de Cristo, que amó a los pequeños, a los pobres, a los inmigrantes”, dijo el Padre Silloriquez. “Él estaba atento a las necesidades de todos, y respondía rápida y generosamente a todas ellas, y dejó un recuerdo indeleble en todo lo que tocó”.

Inclusive en su sobrino Rey, hijo de Leonard, el hermano mayor del obispo, y uno de los muchos que respondieron al inagotable amor de su tío y a su actitud continuamente positiva.
“Todo el mundo tiene su propia definición de lo que es un Santo”, sonrió Rey. “Para mí, el tío Alfonso ya es un Santo, por todo lo que hizo para ayudarme a mí y a tantos otros”. VN

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