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NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, ‘MADRE DE MISERICORDIA’

Por DR. JOSÉ ANTONIO MEDINA

La Fiesta de la Virgen de Guadalupe es una de las expresiones más auténticas de la fe católica y de la cultura hispana en Estados Unidos. Es imagen religiosa y una expresión de nuestra identidad. Es una de las formas más logradas del Evangelio encarnado en la cultura, o de la cultura que comunica el Evangelio. La Fiesta de la Nuestra Señora en este año 2015, coincide no sólo con el tiempo litúrgico de Adviento, sino con el inicio del año de la Misericordia, veamos algunas coincidencias.

Un signo litúrgico propio del Adviento

 Los indígenas del Valle de México vieron inmediatamente que la imagen reflejaba a una mujer embarazada que llevaba en su seno al que cumpliría las expectativas anunciadas por los profetas Náhuatls. Ellos también esperaban a un enviado de sus dioses que traería paz y concordia. Esperaban un tiempo nuevo, al que llamarían el “Quinto Sol”, el tiempo de la paz y la reconciliación entre los pueblos y las tribus pero también armonía cósmica, incluyendo a toda la creación. La narración de las apariciones describe el momento culminante de la revelación de Dios en el Monte del Tepeyac dibujando a la Virgen rodeada de flores y acompañada por el canto de muchos pájaros. Esa imagen me recuerda las narraciones sobre San Francisco de Asís que lo describen predicando a los pájaros. Hay una increíble semejanza en las narraciones de las experiencias místicas, y ésta no es una excepción.

Volviendo al punto central, quiero que todos estemos de acuerdo en una característica básica de la devoción Guadalupana que puede aclarar malos entendidos. La Virgen de Guadalupe no se presenta a sí misma, nos presenta a Jesús. Los rayos de luz que rodean su imagen apuntan a quien es el Sol de justicia que viene en su vientre y la narración de la apariciones pone en boca de María este frase: “Quiero que me construyan un templo para mostrarles a Él, para poner de manifiesto a Él, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi salvación”.

Muchos equipos litúrgicos se oponen a que la imagen de La Virgen de Guadalupe se ponga en el presbiterio, o cerca del altar, y se entiende que litúrgicamente los únicos objetos litúrgicos que deben estar son: la sede, el altar y el ambón, sin embargo, en el tiempo de Adviento se introducen otros elementos para resaltar el significado de este tiempo litúrgico como es la corona de Adviento. Siguiendo esta intención podemos resaltar y poner en el presbiterio la Imagen de la Virgen, pues Ella nos está ayudando a prepararnos para celebrar la venida histórica de Jesús nuestro Señor, pero sobre todo su llegada a nuestra vida, a la vida de las comunidades y a la vida de la Iglesia de Estados Unidos. Además, el Papa Francisco en su carta con motivo del Año de la Misericordia, nos recuerda que no tenemos que ser tan estrictos en el cumplimiento de leyes eclesiales cuando puede prevalecer la misericordia, comprensión, unidad en la comunidad. Las leyes no pueden ser más importantes que el bien espiritual de la comunidad.

Símbolo de misericordia, perdón y entendimiento

 En este Año de la Misericordia es muy importante recordar la situación dramática que se vivía en los inicios de la Conquista Española en las tierras americanas. Había un sentimiento de fracaso en los indígenas, pues sus dioses en quien siempre habían creído los habían abandonado o ellos mismos habían perdido la batalla. ¿Cómo superar ese desastre psicológico, emocional y espiritual? Recordemos que los nativos americanos eran extremadamente religiosos. Pero además, los primeros misioneros católicos venidos de España fracasaron en su intento de cristianizar a este pueblo, ciertamente lo tenían todo en contra. Cómo integrar la imposición de un modo de vida denigrante incluso para aquellos que no habían sido vencidos sino vencedores, como eran todos los indígenas aliados a los españoles que lucharon contra los aztecas. Cómo integrar el hambre y las enfermedades que vinieron junto a la conquista. Los indígenas experimentaban su fracaso, y en el lado de los españoles las cosas no eran mejores, habían dejado la comodidad de sus casas en España y el confort de su buena comida por una tierra inhóspita que no los quería, que los rechazaba. Por supuesto que encontraron oro y riquezas pero las condiciones de vida para todos en esos primeros años de la conquista fueron desastrosas. Es en ese contexto en que La Virgen de Guadalupe aparece, y su mensaje es de reconciliación, unidad, respeto para los indígenas pero también para los españoles. Es una invitación de parte de Dios a reconocer que todos los habitantes de estas tierras, tanto españoles como indígenas son hijos de Dios y tienen que tratarse con respeto.

Por supuesto que ese mensaje fue muy claro, pero aceptarlo implicó todo un largo proceso que quizás aún no hemos terminado, pues nuevas oportunidades de integración y entendimiento se han ido presentando a lo largo de nuestra historia. Hoy necesitamos de nueva cuenta ese mensaje de unidad para todos los que vivimos en este país. Nos urge recuperar el sentido de fraternidad que como hijos de Dios estamos llamados a vivir. El mensaje de Jesús a través de María de Guadalupe es muy claro y muy fuerte: todos somos mestizos, somos hijos de muchas razas y de muchos pueblos, en nuestras venas corre sangre africana, blanca, indígena y oriental. Somos cada uno de nosotros, europeos, asiáticos, africanos y por supuesto americanos. Y nuestro trasfondo cultural es árabe, occidental, nativo americano y de muchas tradiciones culturales más. Pero tenemos que aceptarnos a nosotros mismos y aceptar esa realidad de nuestro mundo. Llevar el mensaje del Evangelio implica aceptar que la conversión a Dios se pone en acción cuando aceptamos al hermano que es diferente, que piensa diferente, que es físicamente diferente por sus rasgos, por el aspecto de su piel, pero también por su lengua, por sus costumbres, por su cultura.

Paradójicamente éste es el llamado del Papa Francisco en el Año de la Misericordia que empezamos el 8 de diciembre. Misericordia es entendimiento, reconciliación, perdón, servicio, atención al más débil. Y todos necesitamos empezar ese proceso para sanar nuestras propias heridas, las que nos ha dejado nuestra historia, pero también las que nuestros pecados de cerrazón y terquedad han provocado en nuestras relaciones humanas y en la construcción de la sociedad.

Misericordia es mucho más que un sentimiento interior, implica empezar nuevas formas de trabajo, de producción, de relaciones humanas, tanto al interior de las familias como en los ámbitos sociales e incluso internacionales. El mensaje de Santa María de Guadalupe está en perfecta armonía con este proyecto para la sociedad y para la Iglesia. Que nuestra Madre Santa María de Guadalupe interceda por nosotros. ¡Viva la Virgen de Guadalupe! VN

Más información

Dr. José Antonio Medina: jmedina@sbdiocese.org

La procesión en honor a la Virgen de Guadalupe es una verdadera manifestación de la fe católica y la cultura hispana. Foto de Victor Aleman.

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