<!--:es-->“NACIDO EN USA: NO SE LLEVEN A MI MAMÁ Y A MI PAPÁ”<!--:-->

“NACIDO EN USA: NO SE LLEVEN A MI MAMÁ Y A MI PAPÁ”

Reporte de derechos humanos cuentan historias detrás de las deportaciones

Niños luciendo camisetas en las que se lee “Nacido en USA, no se lleven a mi mamá y a mi papá lejos”, hablaron inteligentemente a los reporteros sobre la deportación en la plaza de la Corte Suprema el 17 de julio, explicando qué sucede cuando los miembros de la familia son enviados a otro país.

El mismo día “Human Rights Watch” emitió un reporte estimando que 1.6 millones de niños y adultos, incluyendo tal vez 540,000 ciudadanos estadounidenses, han tenido a un miembro de la familia deportado desde que la ley de 1996 reclasificó muchos crímenes menores como ofensas deportables y eliminaron la discreción judicial en renunciar la penalidad.

Joshua James, 9 años, de Jersey City, N.J., tenía 6 años cuando su papá, Calvin James, fue deportado a Jamaica hace tres años.

En la conferencia de prensa y vigilia de oración en la Corte Suprema, Joshua llevó un poster en el que se leía “Otro niño sin padre”, y portaba fotos de él mismo y su familia en tiempos felices. Él tomó el micrófono para describir cómo es estar separados.

Otros en el evento urgieron al Congreso pasar una legislación como Acta de Protección del Niño Ciudadano, la cual daría a los jueces de inmigración más discreción en decidir cuándo la deportación no es en el mejor interés de los niños que son ciudadanos estadounidenses. Ellos también demandaron a la administración Bush detener las redadas de inmigración y las deportaciones.

La Corte Suprema y la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos ambos tienen casos pendientes acerca de los derechos de niños ciudadanos de Estados Unidos, hijos de inmigrantes quienes están en procedimiento de deportación.

Diego Lino, de Chicago y sus niños, Jonathan, 12, Britzy, 6 y las gemelas Juliana y Judith, 5, habló a los reporteros acerca de sus temores de que su esposa y su madre sean deportadas a México. Los otros cinco de la familia Lino son ciudadanos americanos, pero un error cometido en la llenada de la forma de aplicación para Francesca Lino para legalizar su estatus podría forzar a toda la familia a la existencia en dos países, con los niños y su papá cruzando la frontera cada pocos meses para ir a la escuela y al trabajo.

Diego Lino explicó que cuando su esposa aplicó para legalizar su estadía como esposa de ciudadano americano, el asistente en una agencia de iglesia la ayudó a llenar los papeles pero no lo hizo con precisión al tomar su respuesta a la pregunta acerca de si ella había sido arrestada por entrar ilegal al país. Su respuesta fue “sí”. Pero el trabajador del caso escribió “no”.

El gobierno detectó el error en su aplicación y procedió a chequear sus antecedentes.

Lino dijo cuando su esposa fue a lo que ella pensó que era su entrevista final antes de recibir su visa de residencia permanente, fue arrestada. Mientras contestaba sí a la pregunta del arresto no podía prevenir que para conseguir su “green card” mintiendo en la forma de aplicación es una ofensa deportable.

Por ahora, Francesca Lino permanece en Chicago, esperando las órdenes de deportación final, dijo su esposo. Cuando eso llegue, “ella tendrá que irse”, aun cuando en su hogar del estado de Zacatecas, México, los buenos trabajos son escasos y las escuelas no son tan buenas como en Chicago, dijo Lino.

Él dijo que tendrían que vender su hogar en Chicago y él, y tal vez los niños, tendrían que ir y regresar cada seis meses, o algo así, permitiéndole a él trabajar en empleos de alta paga en los Estados Unidos.

El caso de los Lino es típico como muchos de los estudiados por “Human Rights Watch” para el reporte “Forzados Aparte: Familias Separadas e Inmigrantes Lastimados por la Política de Deportación de los Estados Unidos”.

Desde la ley de inmigración de 1996 que criminalizó muchos crímenes menores e hizo su estatus como deportable por ofensas retroactivas, los Estados Unidos ha deportado a 673,000 inmigrantes a causa de convicciones criminales.

Datos de Inmigración y Enforzamiento de Prácticas mostraron que 65 por ciento de inmigrantes deportados por crímenes en el año 2006 fueron convictos de ofensas no violentas, incluyendo pequeños crímenes tales como pequeños hurtos, dijo el reporte.

Datos de extrapolación del Censo acerca de inmigrantes y sus familias, “Human Rights Watch” estimó que tanto como 1.6 millones de personas han sido afectadas por esas 673,000 deportaciones. De ellas, cerca de 540,000 personas son ciudadanos americanos, estimó la organización.

El reporte incluye historias anecdóticas de personas que fueron deportadas décadas después de cometer crímenes menores por los cuales ellos habían servido solamente probación o tiempo de cárcel menor, y habían vivido sin ningún problema legal desde entonces.

“Cuando esos miembros de la sociedad americana son deportados” dice el sumario del reporte ejecutivo, “sus ausencias son sentidas porque la tienda cierra, los empresarios pierden a sus socios de negocios, las rentas de impuestos se pierden y, más trágicamente, los ciudadanos americanos y niños y esposas residentes legales permanentes son forzados a confrontar la vida sin sus padres, madres, niños, esposos y esposas”.

Joshua James y su madre, Cathy McArdle, conocen esta situación bien. Por tres años ellos han tenido una familia en dos países. Joshua y su mamá han visitado a su padre y esposo, Calvin James, en Jamaica por el verano. Pero él es incapaz de conseguir trabajo allí que le pague tanto como él ganaba en el área de Nueva York, así que es una situación financiera estrecha y los viajes deben ser muy raros.

“Nosotros hemos considerado movernos con él pero no hay muchas formas para hacer una buena vida allí”, dijo McArdle a Catholic News Service en una entrevista telefónica el 18 de julio. En vez de eso, la familia está considerando moverse a Canadá y así ellos pueden estar juntos.

Para inmigrar a Canadá, Calvin James necesitaría proveer una carta de evidencia de que él ha sido rehabilitado de su crimen del año 1990 que provocó su deportacion, dijo ella. Pero no hay una forma de lograr la misma cosa para permitir a la familia vivir en los Estados Unidos, donde ambos, McArdle y Joshua, nacieron, dijo ella.

En última instancia, dijo ella, su hijo tiene una buena actitud acerca de la separación.

“Él me dijo, ‘mamá, por lo menos nosotros todavía tenemos el amor de papá. Sería mucho peor si papá hubiese elegido abandonarnos’”. VN

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