<!--:es-->MENSAJE A LA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE MUJER Y DERECHOS HUMANOS<!--:-->

MENSAJE A LA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE MUJER Y DERECHOS HUMANOS

Ofrecemos a continuación el mensaje completo del Papa a los participantes en la Conferencia Internacional “Vida, Familia, Desarrollo: el papel de la mujer en la promoción de los Derechos Humanos”, que tuvo lugar en el Vaticano.

A mi Venerable Hermano

Cardenal Renato Raffaele Martino

Me complace extender un cordial saludo a usted y a todos los que participan en la Conferencia Internacional sobre el tema “Vida, Familia, Desarrollo: el papel de la mujer en la promoción de los Derechos Humanos”. Este evento, patrocinado por el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, con la cooperación de la World Women’s Alliance for Life and Family, la World Union of Catholic Women’s Organizations y otras asociaciones, es un ejemplo de respuesta a la convocatoria de un “nuevo feminismo” por parte de mi predecesor el Papa Juan Pablo II, que tiene el poder de transformar la cultura, influyendo en ella con el respeto decidido a la vida (cf. Evangelium vitae, 98-99).

Todos los días advertimos nuevos modos en los que se compromete a la vida, particularmente en sus estadios más vulnerables. Pero mientras la justicia exige que estos sean denunciados como una violación de los derechos humanos, también deben evocar una respuesta positiva y proactiva. El reconocimiento y la valoración del plan de Dios para las mujeres en la transmisión de la vida y la crianza de los niños es un paso constructivo en esa dirección. Además de esto, y dada la influencia propia de la mujer en la sociedad, deben ser animadas a aprovechar la oportunidad de defender la dignidad de la vida a través de su compromiso en la educación y su participación en la vida cívica y política. En efecto, debido a que han sido dotadas por el Creador con una “capacidad de acogida del otro”, las mujeres tienen un papel crucial que desempeñar en la promoción de los derechos humanos, ya que sin su voz se vería debilitado el tejido social (cf. Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración de hombres y mujeres en la Iglesia y en el mundo, Congregación para la Doctrina de la Fe, 13). A medida que reflexionáis sobre el papel de la mujer en la promoción de los derechos humanos, os invito a tomar conciencia de una tarea sobre la que he llamado la atención en muchas ocasiones: a saber, a corregir toda idea errónea de que el cristianismo es simplemente un conjunto de mandamientos y prohibiciones. El Evangelio es un mensaje de alegría que anima a hombres y mujeres a disfrutar del amor conyugal, que lejos de sofocar, la fe y la moral cristianas quieren hacer sano, fuerte y realmente libre. Este es el significado exacto de los Diez Mandamientos: no son una serie de “noes”, sino un gran “sí” al amor y a la vida (cf. Discurso a los participantes en el Convenio Eclesial de la Diócesis de Roma, 5 de junio de 2006).

Espero sinceramente que vuestras discusiones en los próximos dos días se traduzcan en iniciativas concretas que salvaguarden el papel indispensable de la familia en el desarrollo integral de la persona humana y de la sociedad en su conjunto. El genio de la mujer para movilizar y organizar los dotará de los conocimientos y la motivación necesarias para desarrollar cada vez más redes de intercambio de experiencias y generación de nuevas ideas. Los logros de la WWALF y de la UMOFC / WUCWO son un buen ejemplo de esto, y animo a sus miembros a perseverar en su generoso servicio a la sociedad. Ojalá que vuestra influencia siga creciendo a nivel regional, nacional e internacional para la promoción de los derechos humanos basados en el sólido fundamento del matrimonio y la familia.

Os hago llegar de nuevo mis mejores deseos para el éxito de esta conferencia y mis oraciones para que las organizaciones participantes continúen con su misión. Invocando la intercesión de María, “el símbolo y la más perfecta realización de la Iglesia”, (Catecismo de la Iglesia Católica, 570), os imparto cordialmente mi Bendición Apostólica. VN

BENEDICTUS PP. XVI

Fuente: ZENIT.org

Share