‘LAS CÁRCELES SON COMO EL ESPEJO DE LA SOCIEDAD EN QUE VIVIMOS’

‘LAS CÁRCELES SON COMO EL ESPEJO DE LA SOCIEDAD EN QUE VIVIMOS’

Por eso los capellanes y voluntarios de la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles llevan fe y consejería a los presos y sus familiars

(fOTO: En la prisión de mujeres ‘Century Regional Women Detention Facility’ en Lynwood (de izquierda a derecha): Capellana Evelia Ortiz; Imelda Bermejo, a cargo del Ministerio para familiares de reclusos, y Gonzalo De Vivero, director de la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles. / VICTOR ALEMÁN).

Por ALICIA MORANDI

Hace alrededor de 22 años invitaron a Gonzalo De Vivero a ser voluntario en las cárceles. Como católico sintió el llamado a servir, y aceptó. Se involucró de tal manera que se enamoró de este ministerio, “y mi vida comenzó a cambiar”, cuenta quien ahora es director de la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles.

“Empecé a poner más atención a las necesidades de los encarcelados. Las cárceles son como el espejo de la sociedad en que vivimos. Lo que pasa afuera, también pasa adentro”, agrega De Vivero.

Después de un tiempo, “y con la gracia del Señor”, la Arquidiócesis lo tomó como capellán para la prisión en Valencia. Luego de muchos años le asignaron la función de codirector de la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles. Y en 2016 comenzó como director de esta oficina. Actualmente está a cargo de tres ministerios en las cárceles del Condado de los Ángeles: el Ministerio para los encarcelados, para los familiares de los presos y para las víctimas.

“Estamos creciendo a pasos gigantes porque canalizamos toda la energía a servir, sin hacer juicios”, agrega el entrevistado. “Nosotros no preguntamos al preso o a la presa qué cosa ha hecho. Cuando le visitas ya no es un recluso sino un ser humano; comienzas a conocerle y a involucrarte en sus problemas, y estos se vuelven tus problemas de una manera positiva. Entonces en nuestro ministerio invitamos a que nos superemos juntos”.

En la cárcel lo extraordinario se convierte en ordinario, enfatiza. “Donde el perdón, la reconciliación y transformación pasan todos los días. Quizás eso sea lo que motive para seguir haciendo este trabajo que no es nada fácil”.

Existen seis cárceles de adultos y una de juveniles en el condado angelino; entre ellas la cárcel de mujeres de Lynwood, la cual es atendida por dos capellanas de la Oficina de Justicia Restaurativa.

‘EN LAS PRISIONES TENEMOS LAS PARROQUIAS MÁS NUMEROSAS…’

Los presos viven en celdas alineadas alrededor de una habitación grande, y allí hay un pequeño espacio con un cartel que dice: ‘Servicios católicos’.

“Invitamos a todos lo que quieran venir a recibir los servicios religiosos y la respuesta es muy satisfactoria”, dice De Vivero. Y explica que el sistema carcelario funciona “como si fuera una máquina”. Hay horarios muy rigurosos. A las 8 de la mañana cuentan a los reclusos; a las 9 les sirven el desayuno, de 10 a 12 hay servicios religiosos de comunión, misa o clase de Biblia; a las 12 los vuelen a contar y luego el almuerzo. Y así sigue la rutina todos los días.

“En las prisiones tenemos las parroquias más numerosos, porque en una cárcel puede haber 3 mil presos diarios; un 50 por ciento está catalogado como católico”, dice. “Un recluso necesita ir a misa o recibir comunión todas las semanas porque quiere practicar su fe. Llegan a nosotros, escuchan la palabra de Dios y reciben el cuerpo de Cristo”.

Asimismo, la Oficina de Justicia Restaurativa ofrece un programa de evangelización de fe y confirmación de creencias. “Los presos que están pasando momentos difíciles pueden compartir la fe y recibir ayuda espiritual. También le damos consejería en visitas pastorales donde estamos a solas con ellos y ellas. Nos sentamos y conversamos confidencialmente de lo que quieran”.

Otro aspecto del ministerio dentro de la cárcel es proveer una guía espiritual para que se reincorporen a su comunidad, a sus parroquias. “Muchos quieren regresar a sus raíces católicas y otros que no fueron católicos, en esta etapa de su vida quieren aprender sobre esto”, dice De Vivero.

Cuentan con nueve capellanes para adultos y ocho para juveniles, pagados por la Arquidiócesis de Los Ángeles, que han sido voluntarios anteriormente. “Los hemos preparado para hacer este trabajo especial y ahora están en el ministerio. En cada cárcel tenemos uno o dos encargados de cumplir estas funciones. Todos somos bilingües”.

Capellán es un título castrense que les da el Departamento de Policía para poder servir dentro de la prisión.

“No hallamos resistencia en la población carcelaria, porque los que vienen a recibir los servicios es porque así lo desean. Nunca, en todos estos años, ha ocurrido algo contra nosotros. Ellos saben que venimos de parte de la Iglesia a ayudar, cualquiera sea su religión”.

PARA FAMILIARES DE ENCARCELADOS

Además del servicio espiritual y religioso que se realiza dentro de las prisiones, la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis angelina también ofrece el Ministerio para familiares de encarcelados.

La encargada es la señora Imelda Bermejo, quien hace varios años comenzó de voluntaria. Entre las varias funciones de este ministerio se halla la de asistir a familiares para que puedan visitar a sus presos en las cárceles.

“Hay casos en que la misma familia pude tener un hijo cumpliendo una larga condena y al mismo tiempo tienen otro hijo que fue asesinado”, comenta De Vivero.

El entrevistado explica que primeramente se coloca al recluso en una prisión de Los Ángeles y luego se le traslada a las cárceles del condado. Después de eso recibe la condena y lo mandan a la prisión estatal, que a veces queda a larga distancia, y esto imposibilita la visita de sus seres queridos.

“Por eso proveemos un servicio de autobuses que llevan a las familias a la cárcel; dan una pequeña donación y nosotros pagamos el resto del costo”, dice De Vivero, y agrega que también les recomiendan que participen en talleres “para ayudarles emocionalmente y espiritualmente con los problemas que puedan estar teniendo”.

PARA SOBREVIVIENTES DE CRÍMENES

También, la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles desarrolla el Ministerio de víctimas de crímenes.

Este ministerio está a cargo de la psicóloga Susana Medina, quien atiende las necesidades de víctimas sobrevivientes de crímenes. Medina también imparte talleres en diversas parroquias ubicadas en el territorio de la Arquidiócesis angelina. Feligreses que pasaron por el trauma de un crimen, después de las misas pueden conversar con la profesional, y ojalá encontrar alivio.

Interesados en más información del Ministerio de víctimas de crímenes, pueden llamar al (424) 757-8632. VN

REQUISITOS Y PROCESO PARA SER VOLUNTARIO/A

• Los voluntarios cumplen una labor muy importante apoyando a capellanes y capellanas a proveer los servicios.

• Deben ser mayores de 18 años y tener una licencia de manejar válida.

• El primer paso es llamar al teléfono: (818) 201-3100, y si está la contestadora dejar nombre, teléfono y expresar su deseo de ser voluntario. Luego se le contactará.

• Hay un chequeo de antecedentes penales. Si no hay problema, le otorgan un permiso para visitar dos veces la cárcel con el fin de obtener una experiencia viva de lo que es servir a esta población, y darse cuenta si desea seguir el proceso.

• Si reúne los requisitos, después llena una solicitud más completa y se realiza un chequeo más profundo.

• Quienes resulten seleccionados como voluntarios, recibirán la capacitación adecuada.

UNA LABOR GIGANTE

Según la Oficina de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles, en 2016:

• En las cárceles de adultos ofrecieron 3 mil servicios de Comunión a 68,695 reclusos.

• El programa basado en la fe (FTW) atendió a 37,629.

• Se ofreció consejería individual a 48,221.

• Se realizaron 25 viajes a 14 prisiones diferentes con familiares de encarcelados que llevaron a 411 adultos y niños a visitar a sus seres queridos.

• Hubo 25 talleres de apoyo emocional y espiritual.

• Ayudaron a alrededor de 500 víctimas de crímenes y a sus familiares.

• Se ofrecieron 54 talleres de terapia de grupo.

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