EL MENSAJE DE LA VIRGEN DE GUADALUPE HOY

EL MENSAJE DE LA VIRGEN DE GUADALUPE HOY

Por DR. JOSÉ ANTONIO MEDINA

La historia del pueblo hispano en California y Estados Unidos es compleja y dolorosa aunque siempre ha sido acompañada del gusto por la fiesta y un profundo sentimiento de esperanza. Todos sabemos que California fue parte del Reino de España y posteriormente de la independizada República Mexicana. Por esta razón el idioma español en California no se ha dejado de hablar desde hace siglos. Sin embargo en diferentes épocas y por diferentes motivos, ráfagas de sentimiento antimexicano, antihispano y antiinmigrante se esparcen en el ambiente creando incertidumbre, miedo, inseguridad.

No es fácil hablar de las causas de las políticas antiinmigrantes actuales, pues más allá de la racionalidad y un legítimo deseo de seguridad hay una mezcla de emociones y sentimientos irracionales de rechazo al diferente, y de buscar culpables de las cosas que no funcionan en la sociedad.

La retórica antinmigrante se puso otra vez en acción en la pasada campaña electoral, y los resultados finales han generado mucha incertidumbre entre nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, especialmente aquellos que carecen de papeles de estancia legal. Nuestro Arzobispo José Gomez, quien ha sido un héroe defensor de la reforma migratoria, ha señalado los temores de niños y jóvenes que ven el riesgo de ver divididas a sus familias. Las universidades de California se han solidarizado con los estudiantes (los soñadores) que amparados en una decisión del Presidente Obama ven el riesgo de perder su oportunidad de estudiar y ser profesionales al servicio de esta gran nación.

Nuestra Madre del Cielo, Santa María de Guadalupe, ha sido por más de cinco siglos fuente de esperanza y motivo de unidad y paz para el pueblo pobre de este Continente. Y hoy Ella también es fuente de esperanza para nuestro pueblo inmigrante.

En los grandes momentos de crisis a ha estado ofreciendo una luz para aclarar el camino. Recordemos el tiempo de sus apariciones, al inicio de la conquista española. Ciertamente fue una época de cambio doloroso. Los nativos de estas tierras no sabían que significaba la llegada de los españoles. Algunos fueron conscientes de que estaban perdiendo libertad, bienes, tierras, otros quizás no eran conscientes de las consecuencias de esa invasión de un pueblo con instrumentos más avanzados en términos de tecnología, especialmente de guerra.

En ese contexto María de Guadalupe aparece como un símbolo de unidad, como un anticipo profético, de que el mestizaje entre nativos y españoles sería una característica central del nacimiento de un nuevo pueblo, de una nueva cultura. No quiero pasar por alto que eso supuso abusos y violencia, pero Guadalupe ayudó a entender que algo nuevo estaba naciendo. Los dos pueblos llegarían a ser uno en el nuevo pueblo que nacería de este encuentro, si bien doloroso, también cargado de esperanza.

Nosotros somos hijos de ese mestizaje, traemos esos dos mundos en lo más profundo de nuestro ser, que al final de cuentas son la expresión de la complejidad de la que estamos hechos, pues en este mestizaje se sintetiza lo que realmente somos. Por nuestra sangre corre la historia del pueblo africano, y también la sangre del conquistador, la sangre del europeo y la del árabe que estuvo en España por siete siglos y somos incas, quechuas, purépechas, mayas, mixteco-zapotecas y muchos más. Y María se solidariza con nuestro ser, por eso su imagen no es una expresión cultural de los aztecas sino de todo el nuevo mundo incluyendo a los europeos. Y este mestizaje no es una carga; es la más grande bendición, pues nos muestra que si en el pasado nos hemos integrado y hemos sido capaces de unir lo que parecía imposible de unir, hoy estamos en mejor posición. Podemos repetir lo que los Obispos de Estados Unidos han dicho en repetidas ocasiones, “los hispanos son una bendición para Los Estados Unidos de América”.

Otro elemento de la narración de las apariciones de la Virgen de Guadalupe que podemos retomar hoy, es la oferta de María como protectora, intercesora y consuelo:
“No temas. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No te encuentras bajo mi sombra, a mi cobijo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás tú en el pliegue de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Necesitas algo más?”.

Quizás muchos no creyentes o no católicos no entienden esta dimensión Mariana de nuestra fe porque no aceptan su participación en el misterio de nuestra salvación. Para nosotros es central la presencia de María, pues sin Ella no podríamos confesar los dogmas fundamentales como el que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Nosotros creemos que Ella goza de especiales privilegios en virtud de su misión. Esto tiene mucho eco en la narración guadalupana, pues Ella se convierte en real fuente de consuelo y en motivación para mirar al frente confiados en su protección y guía. Ella es la Madre de Dios, (Theotocos. Ella es un consuelo verdadero, una esperanza creíble.

Por muchos siglos los cristianos le han rezado con semejantes palabras: “Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todos peligro. ¡Oh siempre Virgen, gloriosa y bendita! VN

Share