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EL LUGAR DE ENCUENTRO ENTRE LOS DESEOS DE DIOS Y LOS NUESTROS

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ

Arzobispo de Los Ángeles

4 de marzo de 2016

Fue algo muy inspirador para mí ver a tantos de ustedes en nuestro Congreso de Educación Religiosa.

Este año marcó el 60 aniversario del Congreso, lo cual lo hace uno de los encuentros católicos más grandes y antiguos de su tipo en el mundo.

Encontrarme con todas esas miles de personas que acuden cada año, me hizo reflexionar acerca de cómo la Iglesia es más grande que cualquiera de nosotros y también más grande que todos nosotros juntos. Me hace pensar en el antiguo canto “La amplitud de la misericordia de Dios es como la amplitud del mar”.

Dentro del misterio de la misericordia de Dios, ¡hay tantos caminos diferentes que conducen a Jesucristo! Se dice que Dios escribe siempre derecho, pero que a veces lo hace sobre renglones torcidos. Y en mi propio ministerio frecuentemente he visto que esto es cierto. El camino hacia Jesús, el camino hacia Dios, no siempre es directo.

El reto es encontrar siempre el camino correcto; recorrer en la verdad el camino que lleva ante el rostro del Dios vivo. Podemos tentarnos en hacer a Dios o a la Iglesia “a nuestra propia imagen y semejanza”. Ésta es una tentación grande dentro de nuestra cultura, que está tan obsesionada con la auto-expresión y con la realización personal.

Por eso la educación en la fe es tan importante. Porque la educación religiosa es acerca de la verdad. Queremos conocer a Jesús, y no a las ideas que alguien tenga acerca de Jesús, o lo que nosotros desearíamos que fuera Jesús. Queremos saber lo que Jesús realmente enseñó y dijo sobre la manera de cómo debemos vivir. Hemos de buscar la autenticidad y la integridad. No hemos de vivir en una especie de “caja de resonancia” espiritual y moral en la cual sólo escuchamos lo que queremos escuchar.

Algunas veces pienso que el lenguaje que usamos -“educación religiosa”, “catequesis”, “formación”- tiene que actualizarse para una nueva generación. E incluso, ¿qué significan estas palabras hoy en día?

¿Es la religión algo que podemos enseñar? Sí, si pensamos en la religión solamente como un conjunto de conocimientos. En cierto sentido, nuestra fe es un “depósito”, un conjunto de verdades que Dios le ha confiado a su Iglesia. Este hermoso depósito de verdad se encuentra en nuestras Escrituras y en la Tradición, en la Liturgia y en el “Catecismo de la Iglesia Católica”.

Pero cuando hablamos de educación en la fe, de lo que realmente estamos hablando es de la conversión “a” Cristo y “en” Cristo. Estamos hablando acerca de llevar a la gente a descubrir el camino que Dios ha establecido para sus vidas. Estamos hablando acerca de prepararlos para escuchar la voz de Dios, para hablar con Él, y para emprender un camino que dura toda la vida, en el que estarán caminando con Jesús, en compañía de otras personas y buscando la voluntad de Dios y su Reino.

La conversión es la clave de todo, una conversión que nos lleve a comprender que nuestras vidas tienen una dirección y un plan; una conversión que conduzca a nuestra transformación espiritual en la imagen de Jesucristo.

Si nuestro encuentro con Cristo no nos lleva a la transformación personal, a cambiar nuestro comportamiento, nuestra forma de pensar, nuestra visión del mundo y manera de relacionarnos con los demás, entonces este encuentro no es verdadero. Si nuestro “encuentro” con Cristo sólo confirma el camino que ya estamos recorriendo o nuestras propias preferencias y suposiciones, entonces hemos encontrado un “Cristo falso” o un Cristo de nuestra propia fabricación o fabricado por alguien más.

La verdad que se encuentra en el corazón de toda auténtica educación religiosa es algo hermoso. La verdad es ésta: el Dios que nos creó tiene una sed profunda, un profundo anhelo y deseo de nuestro amor.

Y todos nosotros -todos los seres humanos de todo tiempo y lugar-tenemos un profundo anhelo, un profundo deseo de Dios. Nuestras vidas son el encuentro de la sed que Dios tiene de nuestro amor y con la sed que nosotros tenemos de Él.

Ese “encuentro” se lleva a cabo en el encuentro con Jesucristo, que es el rostro de Dios y el verdadero rostro de la humanidad. Y este encuentro es el principio de una amistad que dura para toda la vida.

Ese fin de semana contamos con una hermosa manera de dar seguimiento a toda esa energía y alegría que tuvimos en nuestro Congreso de Educación Religiosa, y con un modo de profundizar nuestro encuentro personal con la misericordia de Dios.

El 4 y 5 de marzo nos unimos a los católicos de todo el mundo para vivir las “24 horas para el Señor”. Varias parroquias, elegidas de antemano dentro de cada una de nuestras regiones pastorales, estarán abiertas durante 24 horas para la adoración al Santísimo Sacramento a lo largo de todo el día y toda la noche, y habrá oportunidad para la confesión. Vayan a nuestra página web, Año de la Misericordia: seekmercy.org, para encontrar la parroquia que les quede más cercana.

Espero que puedan apartar algo de tiempo para estar con Jesús este fin de semana. De eso se trata nuestra fe, de fomentar esta amistad personal con nuestro Dios, que está vivo y es real, y que anhela ardientemente compartir su vida con nosotros.

Oremos unos por otros esta semana. Oremos por nuestra continua conversión a Jesús, pidamos que su amor crezca en nuestros corazones y que nos proporcione más confianza para seguir el camino que Él tiene trazado para nuestra vida.

Esta semana permanezcamos cerca de nuestra Santísima Madre María. Ella sabe lo que necesitamos y siempre le presenta nuestras necesidades a Jesús. VN

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El nuevo libro del Arzobispo José H. Gomez, ‘Inmigración y el futuro de Estados Unidos de América’, está disponible en la tienda de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. (www.olacathedralgifts.com).

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