EDUCACIÓN RELIGIOSA PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ Arzobispo de Los Ángeles

22 marzo 2012

Esta es una semana grande para nuestra Iglesia local.

Comenzando este jueves 22 de marzo, estaremos siendo los anfitriones del Congreso de Educación Religiosa anual Núm. 45, de
Los Ángeles en el Centro de Convenciones de Anaheim. Este asombroso evento de cuatro días, atraerá más de 40,000 catequistas, educadores religiosos y maestros de todo el país.

Esta es la reunión más grande de esta clase en Norteamérica, y probablemente en el mundo. Este año habrá alrededor de 280 talleres y charlas, sobre tópicos que van desde espiritualidad y música hasta estudios bíblicos y catequesis.

El CER es un gran servicio que nuestra arquidiócesis ofrece a la Iglesia en nuestro país. Yo estoy agradecido a la Hermana Edith Pendergast, RSC, directora de nuestra Oficina de Educación Religiosa. Ella y su excelente personal, se han dedicado a este evento por cerca de 25 años.

Para mí, este Congreso es importante porque la catequesis está en el corazón de la misión de la Iglesia.

Jesús comisionó a su iglesia para hacer discípulos en todas las naciones y para enseñar a todos los hombres y mujeres a vivir por lo que él mandó. Así, desde el comienzo, la educación religiosa ha incluido todo lo que hacemos en la Iglesia para hacer discípulos, para fortalecer los lazos vivos de comunión y comunidad que tenemos en la Iglesia, y para ayudarnos a vivir nuestra fe en el mundo.

Algunas de las primeras declaraciones que tenemos sobre lo que la educación religiosa significa, se encuentran en los escritos del apóstol San Juan. De hecho, los especialistas bíblicos piensan que su evangelio fue escrito en parte para ofrecer una catequesis sobre el significado de los sacramentos. Ellos piensan que lo mismo fue en las cartas de San Pedro.

Cerca del final de su evangelio, San Juan nos dice que fue escrito “para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que creyendo, ustedes puedan tener vida en su nombre.”

Otra vez, al comienzo de su primera carta, él escribe: “Que lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, pues la vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y os anunciamos la Vida eterna…para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo.”

En el corazón de la educación religiosa siempre está este encuentro con Jesucristo.

Esto es lo que hace única nuestra fe cristiana. El cristianismo no es una filosofía de vida o una colección de principios éticos. El cristianismo es una relación de amor con una divina persona, Jesús.

Eso significa que la educación religiosa nunca puede ser solamente aprendizaje de “hechos”. Se trata del crecimiento de nuestro amor por Jesús y nuestra fe de que él nos muestra el plan amoroso de Dios para nuestras vidas y para nuestro mundo.

La catequesis es “mistagógica”. Eso significa que trata de llevarnos a un conocimiento más profundo de los misterios que celebramos en los sacramentos. Ella trata de ayudarnos a vivir verdaderamente la vida divina de la gracia que recibimos en los sacramentos.

Hacer esta clase de trabajo requiere de una persona especial. Requiere de un “corazón de servidor”. Requiere de una espiritualidad que esté arraigada en un deseo sencillo, desinteresado de hacer la voluntad de Dios y de servir a sus propósitos.

Los catequistas necesitan estar comprometidos y ser imaginativos en la proclamación de la fe en su cultura. Pero ellos no enseñan nada de sí mismos. Ellos están aquí para enseñar a Jesucristo.

Cuando estamos enseñando en la Iglesia, nunca podemos sustituir esta enseñanza con nuestra propia “versión” de Jesús u ofrecer versiones suavizadas o parciales de sus enseñanzas. Porque solamente la verdad –y toda la verdad- sobre Jesús puede salvarnos y hacernos libres.

Jesús mismo dijo que él solamente enseñaba lo que había aprendido de su Padre. Él dijo: “Mi enseñanza no es mía, sino de quien me envió.” Y sus palabras deberían estar impresas en los corazones de cada catequista verdadero.

En nuestros días, hay muchos “evangelios” compitiendo así como mensajes contrarios. Y nuestra cultura secular parece más lista para estar en contra de los puntos de vista religiosos que nunca antes.

En nuestra cultura, nuestra educación religiosa más y más debe incluir una nueva “apologética”. Necesitamos hacer un nuevo “caso” por Jesucristo y su Iglesia Católica. Necesitamos comunicar la alegría de conocer a Jesús y el poder y la belleza de nuestro modo de vida católico. Necesitamos poder mostrar a nuestro prójimo cómo el evangelio proporciona respuestas verdaderas a los problemas que enfrentamos en nuestras vidas y en nuestra sociedad.

Esta semana oremos unos por otros y oremos por la renovación de la educación religiosa en nuestro tiempo.

Y pidamos a la patrona de nuestra gran Arquidiócesis, Nuestra Señora de Los Ángeles, que nos ayude a vivir las verdades que enseñamos más profundamente y para ser mejores testigos de la alegría, la esperanza y la verdad de nuestra fe católica.

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