DESCUBRIMIENTOS Y CREENCIAS SOBRE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL TEPEYAC

La imagen de la Virgen María, que se encuentra en la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, es visitada todos los días del año. Los miles de fieles acuden a su templo con flores y veladoras. Le rezan, le cantan, le imploran, le atribuyen milagros y le dan gracias.

La Virgen María de Guadalupe o “Reina del Tepeyac”, se ha convertido en la figura materna más importante no sólo de los mexicanos, sino de los creyentes de muchas partes del mundo.

El hecho de que -según la fe católica- María dejó su imagen en una tilma al indio Juan Diego el 12 de diciembre de 1531, para que éste la presentara a las altas jerarquías religiosas y así dispersarla entre la gente, ha dado motivo a creencias ciegas tanto como a escepticismos. La pregunta, aunque obvia, no deja de ser relevante: ¿Realmente se apareció la Virgen de Guadalupe? En definitiva, no hay una respuesta absolutamente cierta y, sin duda, pasarán siglos antes de que la ciencia acepte sus apariciones como un hecho real y comprobado, aunque la fe católica la acepte como real. Sin embargo, diferentes estudios realizados desde 1666 hasta 1980 por científicos (según se cita en el libro “La Virgen de Guadalupe y su ayate prodigioso”, de Manuel Fernández), artistas y sociólogos de diferentes partes del mundo han dado como resultado información valiosa, parte de un largo proceso mediante el cual la humanidad podría encontrar respuestas a este misterio guadalupano.

Un elemento clave es la tilma o ayate -que es una especie de manta o tela- en el que se imprimió la imagen de la Virgen, que se conserva todavía en la Basílica de Guadalupe y que le sirve de altar. Son varias las partes de esa tilma prodigiosa que han dado pie a investigaciones, tales como su conservación a través de los siglos, el material que se utilizó y el arte plasmado en la imagen.

Aún más, hay otros detalles en la tilma que son motivo de asombro: las fibras en la pintura y en la tilma misma, el misterio en uno de los ojos, que parece real, y hasta el hecho de que una bomba que explotó en el altar de la Virgen de Guadalupe no causó el mínimo daño a la venerada imagen.

UN LIENZO BIEN CONSERVADO

En 1666, tres eminencias, catedráticos de la Real Universidad, los doctores Jerónimo Ortiz, Juan de Melgarejo y Luis de Cárdenas Soto, se dedicaron a estudiar la imagen guadalupana. Ellos se enfocaron en encontrar el por qué el lienzo se había conservado intacto a través de tres siglos y medio, cuando ese tipo de material prevalece aproximadamente veinte años nada más, y el por qué hubiese permanecido inmune a la humedad prevalecente en el santuario, o al calor y al humo proveniente de las veladoras. Los catedráticos expresaron en un documento del siglo XVII, presentado a las jerarquías católicas españolas (hay que recordar que México era una colonia de España) de aquellos tiempos: “No hay causa natural que explique la conservación del milagroso ayate en que está representada la santa imagen”.

LA TÉCNICA Y EL MATERIAL

Según lo cita el autor Manuel Fernández, especialistas en pintura, fueron encomendados entre los siglos XVII y XVIII, a continuar con los estudios sobre la imagen de María. Valiéndose de métodos empíricos primero, y luego de técnicas más sofisticadas, dieron su propio veredicto Hay uno de los veredictos que está considerado como el más relevante, y es el análisis que realizó el celebrado pintor Don Emilio Cabrera, quien, a pesar de que encontró ciertos desperfectos en cuanto a proporciones y tamaños en la estatura, las manos y uno de los hombros de la Virgen, no dejó de admitir que, a su parecer, la imagen supera las fuerzas naturales.

Por otra parte, se sabe que la tilma está hecha de hilo de maguey, y que los tejidos de la misma están burdamente entrelazados. Un químico alemán y Premio Nóbel, el doctor Richard Kunh, examinó dos fibras genuinas tomadas de la imagen guadalupana, y concluyó que: “En las dos fibras analizadas, una roja y otra amarilla, no existen colorantes animales, vegetales ni minerales”. Es decir, que el material utilizado para “pintar” la imagen, fue bastante más complejo y no se consideró que ningún ser humano de aquella época hubiera podido crearlo. En cuanto a la tilma, en los archivos de la Basílica de Guadalupe existe un informe De los 70’s -del profesor Francisco Campos Rivera, especialista en técnicas pictóricas-, en el que se revela que la tela carece de imprimación previa, y que el tejido no está constituido por una, sino por dos piezas unidas con una débil costura.

EL ARTE Y LOS SIMBOLISMOS

Como obra artística, la imagen de la Virgen de Guadalupe es imponente y sumamente simbólica. Presenta un color oro bordeando su mantilla y en los rayos de luz oro, que, al verle de cerca, no parece pintado sino que fidedignamente entrelazado y adherido a las fibras de la tilma. Las flores que adornan su vestido son figuras Nahuatls. Especialmente la que se encuentra sobre su vientre, que para esos ancestros representaba fertilidad, lo mismo el lazo y la posición de las manos, unidas. A sus pies, una luna negra, que el pueblo creyente le ha dado el significado del poder de la Virgen sobre la maldad. Los rayos que le respaldan han sido símbolo, para los feligreses marianos, de la esperanza que la Virgen trae consigo. Hace algunas décadas, algunos astrónomos se atrevieron a aventurar que la forma en que están colocadas las estrellas del manto, son iguales a las constelaciones encontradas en el cielo el 12 de diciembre de 1531.

EL MISTERIO DE LOS OJOS GUADALUPANOS

A simple vista, en la imagen original, así como en las mejores réplicas de la tilma de María, se puede apreciar en la pupila del ojo derecho del rostro mariano el reflejo de un busto humano, y ese reflejo -según lo documentó el oftalmólogo Torija Lavoignet en 1959-, se halla situado en la córnea y se destaca sobre el iris del ojo. Además, dijo que “al enfocar una fuente luminosa sobre el ojo, el iris se torna brillante, llenándose de luz, y los reflejos luminosos contrastan con mayor claridad”. Por su parte, el autor y estudioso de María, Manuel Fernández, añade que el fenómeno se observa con toda claridad en el ojo derecho, y con menor claridad en el izquierdo. Sin embargo, los escépticos dudan de la veracidad de los estudios e investigación, argumentando que en los métodos utilizados se ejerce la influencia personal de los estudiosos, y su propia fe, lo que le resta imparcialidad a la hora de determinar los hechos. Pero, ¿qué pasa si incluso científicos de la NASA, después de haber sometido la tilma a pruebas más modernas, llegan a conclusiones similares y, aún más, añaden más descubrimientos de fenómenos inexplicables?

PRUEBAS MODERNAS

Mediante rayos infrarrojos y digitalización, entre 1989 y 1990, los científicos llegaron a la conclusión de que, en efecto, es un fenómeno sensacional el que ocurrió en torno a la imagen de la Virgen de Guadalupe, plasmada en una tilma de hilo de maguey.

En el documento “The Virgin of Guadalupe -An Infrared Study”, los científicos norteamericanos Philip S. Callahan y Jody B. Smith, informan sobre los resultados de su estudio, mediante el cual sometieron la pintura de la Virgen a un análisis fotográfico por rayos infrarrojos. Con este tipo de rayos, se puede determinar si el artista hizo esbozos, bocetos, correcciones del dibujo y aun escenas distintas, antes de realizar la pintura definitiva, tal como se contempla al final de una obra pictórica.

Los resultados concluyeron con las afirmaciones de siglos pasados, y añadieron que, por ejemplo, el azul del manto de María está constituido por un colorante desconocido, y que el rosa no procede de pigmentos minerales u orgánicos. Los científicos de la NASA, a su vez, encontraron algunos aspectos negativos, por lo que decidieron continuar con una serie de procesos que, al final de la jornada, no les quitaron el asombro ante el fenómeno mariano.

En adición a las pruebas modernas y más precisas, un especialista en digitalización, el mexicano José Aste Tonsmann, “reconstruyó” la figura a una escala infinitamente mayor y mostró al Centro de Estudios Guadalupanos, en 1980, que el busto que aparece en el ojo derecho de la Virgen no representa al indio Juan Diego, como se pensó por décadas, sino a un hombre barbudo, en actitud de sostenerse la barbilla. También descubrió una imagen pequeñísima que representa a un indio en el acto de desplegar su tilma ante el obispo Zumárraga. En total, el doctor Aste cree haber encontrado a no menos de 12 a 14 personas que estuvieron presentes cuando el indio Juan Diego llegó ante su Obispo.

Es importante mencionar que las anteriores informaciones sobre pruebas más modernas, están en sus primeras etapas de comprobación, aunque no por ello dejan de ser creíbles.

EXPLOTÓ UNA BOMBA EN EL SANTUARIO

En torno a la Virgen María y a otros fenómenos naturales y religiosos que todavía no tienen confirmación científica, hay quienes creen, por su fe, y quienes no entienden ni quieren aceptar la posibilidad de que, efectivamente, la Virgen María se haya aparecido –tangiblemente– en el cerro del Tepeyac.

Para muchos creyentes, la Virgen, a través del tiempo, ha enviado señas para que se crea en sus visitas a la tierra. Algunos hechos se han interpretado como mensajes de la Virgen Guadalupana. Por ejemplo, el 14 de noviembre de 1921, un hombre llamado Luciano Pérez, colocó una bomba de tiempo a base de dinamita, en el altar de la Virgen, allá en su Basílica de la ciudad de México. Es popularmente conocido entre los capitalinos, que la explosión destruyó las gradas del altar mayor, los floreros, los candeleros, e inclusive los vidrios de algunas casas cercanas a la Basílica, pero la imagen de la Virgen de Guadalupe permaneció intacta, ni siquiera el cristal se quebró. Aunque los especialistas afirman que ese suceso no puede ser interpretado científicamente, la religiosidad popular lo toma como un mensaje del poder milagroso de María.

EL PODER DE LA FE

Y es aquí donde este artículo tiene su centro: en la fe, en el creer en el poder de la Virgen María de Guadalupe para hacerse presente en la tierra y dejar su imagen directamente de sus propias manos. Sin duda, los descubrimientos que se han hecho son sorprendentes –sobre todo por su base científica–, pero más que nada, es la fuerza intangible que inunda a aquéllos que tienen fe en la Virgen y que la veneran. Y más aún, que ven sus penas y problemas disminuidos simplemente por el hecho de rezar y compartirlos con un ser que no se ve, pero que se puede sentir, cuando se tiene fe. Hasta la fecha, los estudios sobre la Virgen María de Guadalupe siguen llevándose a cabo no sólo por el Centro de Estudios Marianos de la Ciudad de México, sino por otros grupos de la jerarquía católica. Inclusive el Papa Juan Pablo II manifestó en sus diferentes visitas a México, su amor por la Virgen, y su creencia en ella. VN

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