CARIDAD SOBRE RUEDAS

CARIDAD SOBRE RUEDAS

(fOTO: El Ministerio móvil de la Hermana Rosaline del Centro ‘Good Shepherd’ logra una diferencia en la vida de indigentes. VICTOR ALEMÁN).

Por R. W. DELLINGER

En una fría mañana de febrero, así como sucede en muchos días del año, la Hermana Rosaline Vu y el voluntario Alvin Katz asisten a tres campamentos de personas sin hogar, recorren cinco callejones y hacen otras paradas repartiendo sándwiches, jugo de naranja, café caliente, magdalenas glaseadas y otros alimentos, junto con mantas y ropa para indigentes que viven en las calles del área de Echo Park.

Esta religiosa de 45 años perteneciente de la comunidad religiosa “Lovers of the Holy Cross”, fue una de las llamadas “personas del barco”, que huyó de Vietnam al final de la guerra en 1975. Aprendió a hablar inglés y estudió sociología en la universidad. Y en 1985, un año después de su apertura, comenzó a trabajar en el “Good Shepherd Center” para mujeres sin hogar, que fue patrocinado por Caridades Católicas de Los Ángeles y comenzó con la Hermana Julia Mary Farley, CSJ.

Hace catorce años, la Hermana Rosaline ayudó a comenzar un nuevo ministerio en ese centro: un programa comunitario móvil que atiende principalmente a mujeres sin hogar que viven en campamentos en la calle, debajo de autopistas, en parques o en sus automóviles. Además de distribuir alimentos, ropa, mantas, artículos de tocador y otras necesidades básicas, el equipo ofrece refugio y palabras de esperanza.

En el camino de regreso a la Iglesia de Nuestra Señora de Loretto, la base de operaciones del programa comunitario, la religiosa habla sobre el creciente número de campamentos con personas que los llaman “hogar”.

“Para muchos, algo está mal en su cabeza”, señala. “Es por eso que viven donde se sienten bien. Hay mucha gente que conocemos en las calles en este momento, que es muy joven, tal vez de 18 años, y tiene problemas con sus familias. No se llevan bien. Entonces me da tristeza porque no tienen una buena base ni a nadie para ayudarlos. Muchos recién están saliendo de hogares de crianza o prisión, y nadie los contratará”.

La Hermana Rosaline dice que uno tiene que entablar una relación con las personas sin hogar para poder plantar una semilla de manera que puedan tener una vida diferente. Tres veces a la semana, ella y un voluntario cargan una vieja camioneta Toyota para plantar esa semilla.

“Nada es imposible para Dios”, enfatiza. “Así que es por eso que estoy muy feliz. Si una mujer sale de la calle, estoy muy feliz. Y agradezco a Dios”. VN

 

PARA SU CONSIDERACIÓN

Si desea más información sobre el programa comunitario móvil del Good Shepherd Center, llame al (213) 482-1834, o visite: www.gschomeless.org.

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