AÑO 2017, UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA EMPODERARNOS

AÑO 2017, UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA EMPODERARNOS

Por Dr. JOSÉ ANTONIO MEDINA

El Nuevo año es una oportunidad de evaluar lo que hemos pasado durante 2016, perdonarnos y pedir perdón por los errores cometidos y emprender la aventura de vivir al máximo el año que empieza. Pareciera una tarea difícil sobre todo en las circunstancias en que nos vemos y en las que vemos a nuestras familias, nuestros cercanos y los más lejanos.

Ciertamente el panorama no luce muy halagador, especialmente cuando vemos que crece el sentimiento antiinmigrante y aumenta el empobrecimiento en nuestros países de origen. Sin duda hay otros muchos problemas locales y mundiales que de alguna manera nos afectan, veamos algunos ejemplos: 2016 fue uno de los años en que más cristianos murieron en el mundo a causa de su fe, y el periodo del señor Obama fue en el hubo más deportaciones en la historia reciente. Según estadísticas más de 2.5 millones de personas resultaron deportadas. Si bien el número de conflictos bélicos no ha aumentado, sí han empeorado las tensiones en las áreas geográficas en conflicto, y nos hemos contagiado de una situación de inseguridad especialmente cuando se trata de viajar a otros países. Incluso en nuestras ciudades, los reportes nos muestran que la violencia y los crímenes han aumentado en Los Ángeles y San Bernardino. Tenemos que plantearnos la pregunta: ¿Qué tenemos que hacer de otra manera para cambiar estas estadísticas? Pues al final de cuentas somos víctimas de esta situación pero también cómplices, pues nos adaptamos a un ritmo de vida que genera inequidad y violencia.

Sin embargo, y a pesar de todas estas dramáticas realidades, podemos decir que estamos bendecidos, que contamos con mil cosas que millones de personas en el mundo no tienen, que vivimos en un país de libertades en donde se respetan los derechos individuales de las personas, y se busca aunque el sistema sea imperfecto el imperio de la ley. Al inicio del año tenemos que ser agradecidos por lo que tenemos, pero a la vez concientizarnos de que frente a los males y las bendiciones que encontramos a nuestro alrededor debemos tomar partido. La realidad no nos resulta indiferente, pues reaccionamos a ella.

Nos podríamos preguntar, ¿cómo nos puede ayudar nuestra fe a dar una respuesta a las situaciones en las que nos ha tocado vivir? ¿Cómo conectamos la fe con la vida; lo que creemos con lo que vivimos? Nuestra libertad entra en juego cuando nos hacemos responsables de la realidad. Cuando aceptamos que podemos mejorar las cosas, cuando optamos por hacernos cargo de la realidad. Uno no puede pensar trágicamente que no tenemos control de todo lo que nos pasa, que simplemente somos títeres de un poder superior que nos maneja a su antojo. Esa no es una interpretación cristiana de la realidad. De alguna manera somos constructores de nuestro propio destino y aún frente las tragedias más abrumadoras, tenemos un margen de libertad que nos permite enfrentarlas desde nuestra propia perspectiva.

En este sentido podemos decir que la libertad del cristiano es algo que se construye, en lo que se crece, en lo que se madura y este proceso se da cuando tomamos nuestras decisiones, cuando somos conscientes de lo que hacemos y por qué lo hacemos. Es allí donde entra nuestra fe.

Cuando aceptamos el proyecto de Jesús, es decir, cuando nos convertimos al Evangelio entonces todas nuestras decisiones tienen una orientación, tienen sentido. El proyecto de Jesús, el amor como norma de vida, la justicia, la verdad, la paz y la fraternidad como valores permanentes pueden darle a nuestra vida una profundidad extraordinaria. Posiblemente no podremos cambiar todo lo que quisiéramos pero hay una experiencia de paz al saber que estamos haciendo lo correcto, lo que Dios quiere, lo que nos hace mejores, lo que contribuye a construir una sociedad mejor. A lo mejor esto suena como muy idealista, muy en las nubes, pero cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de ponerle cuerpo, de darle vida en las situaciones concretas. Y hay formas de aterrizar estos principios, en la tradición católica a este proceso se le llama discernimiento; en un lenguaje más moderno se llama proceso de toma de decisiones. El discernimiento está regido por nuestra capacidad de hacernos responsables de lo que está pasando a nuestro alrededor y por nuestra capacidad de seguir principios morales que ya hemos hecho parte de nuestro mundo interior, es decir que ya están en nosotros.

Podemos admirar a alguien que es honesto, o serio en sus negocios o servicial, pero esos valores no pueden ser sólo objeto de admiración, tienen que formar parte de nuestro subconsciente, de nuestras motivaciones más profundas. Yo tengo que aceptar que ser austero es importante, es un valor en el que yo creo profundamente, cuando eso sucede nuestra motivación profunda va a iluminar todas mis pequeñas y grandes decisiones. Compraremos lo que realmente necesitamos, no lo que nos vende la publicidad, compartiremos lo que tenemos pues hemos podido ahorrar al llevar una vida más austera. Y lo podremos hacer porque hemos ahorrado para ayudar pues sabemos que siempre habrá alguien más necesitado que nosotros.

Entonces el año 2017 es una espléndida oportunidad de crecer en Cristianismo, de crecer en libertad, de madurar como personas, de ofrecer una alternativa de vida al mundo. Eso significa aceptar a Jesús como “camino, verdad y vida”, porque lo que Él vivió también lo podemos vivir nosotros. Su libertad es nuestra libertad, su capacidad de enfrentar a los tiramos sin violencia es nuestra propia capacidad, su capacidad de transformar el mundo es ahora nuestra tarea.

No basta cruzar los brazos y decir, el mundo está mal, están ganando los malos, no podemos hacer nada. No, ésa no es la respuesta de un seguidor de Jesús, la respuesta de un discípulo es que Dios está con nosotros y tenemos la tarea de unirnos en el amor, caridad, servicio, generosidad, perdón, en la fraternidad con todos, para mostrar que la fuerza del Evangelio está viva y radiante en 2017.

Feliz Año Nuevo y que Dios los llene de su amor y alegría hoy, todo el año y siempre hasta que Él venga a nuestro encuentro definitivo. VN

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